La decisión de Pedro Castillo de dar un fallido autogolpe de Estado sigue envuelta en un misterio. Uno tras otro, sus exministros han deslindado responsabilidades y negado haber formado parte de un complot para cerrar inconstitucionalmente el Congreso, intervenir el sistema de justicia y establecer un Gobierno de excepción. La autoría del mensaje que leyó tembloroso en televisión nacional, tampoco fue asumida por alguno de sus excolaboradores.
Incluso, el congresista Guido Bellido, primer titular de la PCM de su gobierno y el abogado Guillermo Olivera –quien antes prestó servicios a Vladimir Cerrón–, propalaron la teoría de que Castillo Terrones habría sido drogado antes de dar el mensaje del autogolpe. Sin embargo, habría evidencias que apuntarían a que el profesor habría estado en pleno uso de sus facultades mentales.
La denuncia constitucional que formula la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, en contra de Castillo, su expremier Betssy Chávez y los ministros Willy Huerta (Interior) y Roberto Sánchez (Comercio Exterior y Turismo), relata el día en que el exmandatario decidió terminar con su gobierno.
Según el documento, después de dar el mensaje, Castillo recibió el saludo de Chávez Chino y su jefe de Gabinete de Asesores, Aníbal Torres. Posteriormente, Sánchez Palomino le habría dado la mano respaldando su mensaje diciendo “por el país”. En el Despacho Presidencial, también habría estado presente Huerta Olivas.
Luego de ello, Castillo, a través de Huerta, habría ordenado al comandante general de la Policía Nacional, Raúl Alfaro, que intervenga a la titular del Ministerio Público, y que cierre el Palacio Legislativo.
CARETAS recogió los testimonios del exministro de Defensa, Gustavo Bobbio, presente durante el mensaje y del ex viceministro de Gobernanza Territorial, Raúl Noblecilla, quien se reunió con Castillo tras su intento de tomar ilegalmente el Estado.
Bobbio Rosas, quien acudió a las 7:30 de la mañana a Palacio de Gobierno, junto al comandante general del Ejército, Walter Córdova, negó haber sido parte del plan de autogolpe de Estado y sostuvo que su visita se debió a que el oficial quería comunicar al entonces presidente su deseo de ser pasado al retiro “por motivos personales”.
El miércoles 7 de diciembre, Bobbio había convocado a los comandantes generales y al jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, a las seis de la mañana, a fin de que expongan cómo iban en la lucha antisubversiva, la situación en el Vraem y diversos temas referidos a la seguridad nacional.
“Hablaron a dos metros de mí, yo escuché que –Castillo– le dice ‘podemos contar con usted estar en el Despacho de seguridad del Ministerio de Defensa’ y el dijo ‘no, no, descanso’”, recordó Bobbio.
Tras volver a la sede del Mindef y firmar su solicitud de pase al retiro, Bobbio Rosas vuelve a Palacio para llevar la resolución de su cese como comandante general del Ejército y la resolución en la que se designa a David Ojeda en este puesto.
Una vez en la casa de Gobierno –continúa Bobbio–, se encuentra con “cortesanos palaciegos”, entre los que se hallarían el “asesor en la sombra”, Luis Mendieta, el exministro, Alejandro Salas, y los ministros que iban a ejercer la defensa de Castillo frente a la vacancia que votaría el Parlamento a las tres de la tarde de ese día, es decir, César Landa, Félix Chero, Roberto Sánchez y Alejandro Salas, además la primera ministra y Aníbal Torres.
Una vez en el Despacho Presidencial, encuentra a Castillo sentado y leyendo el mensaje con el que pretendió tomar el control absoluto del aparato del Estado. “Por mi cabeza pasaron mil cosas, capaz ha traído a los frentes populares, capaz se alió con Antauro y ha traído reservistas –dice no hablar con el líder del Etnocacerismo desde hace más de cinco años– o se alió con generales en provincia o con la Policía”, relató.
“Antes de llamar a Ojeda me acerco a Aníbal y le digo, ‘esto no va’ y él me dice ‘es la decisión del presidente’”, añadió.
Tras el mensaje, se comunicó con el general Ojeda quien le dijo que el Ejército no apoyaría la intentona golpista, por lo que, acto seguido, se dirige al Mindef a presentar su renuncia y enviar un mensaje en el que descarta el apoyo de las Fuerzas Armadas.
Bobbio Rosas dice no considerarse un traidor porque al no comprometerse a realizar un golpe de Estado, no tenía por qué respaldar la decisión de Castillo. “Nadie me consultó nada, me ponen ante una situación ya creada y no me pareció”, manifestó.
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El también exjefe del Gabinete de Asesores de la DINI, señaló que vio nerviosismo en Castillo y leído el mensaje “cada uno estaba en lo suyo”.
Noblecilla Olaechea, quien antes de ocupar un puesto en la PCM era asesor legal de Castillo, se enteró del autogolpe en un taxi, rumbo a su despacho. “Llegué a Palacio aproximadamente 30 minutos después de que el presidente dio el mensaje a la Nación”, dijo a CARETAS.
El día anterior, Noblecilla señala haber estado trabajando en la defensa de Castillo ante el Parlamento, junto a Benji Espinoza, José Palomino, Roberto Sánchez y el equipo legal del entonces presidente.
A las 12:28 de la tarde, luego de emitido el mensaje, el entonces viceministro se reúne con Castillo “más que para pedir una explicación, para entender lo que estaba sucediendo”, según relata.
“Había cierta confusión, ni siquiera te puedo decir que hablé mucho con el presidente en ese momento. Había una sensación de extrañeza ante lo ocurrido (…), el presidente estaba firme, como siempre, tratando siempre de ir y ordenar. No se habló mucho”, reveló.
Cuando llegó, además de ministros, Noblecilla dice haber visto a “algunos congresistas” aunque no precisó cuántos ni quiénes.
Tras reiterar la consulta por el estado de Castillo, debido a la teoría de que habría sido dopado, el abogado repitió que lo vio “bien, pero con cara de preocupación”.