No había que ser zahorí para darse cuenta de que el profesor chotano, que sorprendió con una victoria en la primera vuelta electoral del 2021, no tenía ni plan de gobierno ni equipo de profesionales para asumir la administración del Estado. Tampoco una idea, siquiera vaga, de lo que es gobernar un país. Aunque su orfandad intelectual era superlativa, su falta de escrúpulos lo superaba. El tiempo se encargó de demostrarlo.
Conforme el Ministerio Público avanza en sus investigaciones para desentrañar la organización criminal liderada por el expresidente, se va reconstruyendo la trama que explica la explosión prematura de un gobierno profundamente inepto y obscenamente corrupto. Ahora sabemos que apenas conocieron los resultados de primera vuelta en abril del 2021, el primer círculo de colaboradores de Castillo, básicamente su familia y paisanos chotanos, vieron la extraordinaria oportunidad de dejar de ser pobres en un país rico. Con la expectativa plausible de ser gobierno, sus sobrinos salieron a buscar empresarios medianos y también informales que estuvieran dispuestos a invertir en su campaña a cambio de cobrarse unos meses después a través de obras sobrevaloradas o servicios inflados que habrían de brindarle al Estado. También se le acercaron toda clase de asesores técnicos y políticos, que más que ideología tenían ánimos de lucro y ambición de poder. La segunda vuelta se financió con los dineros que desviaban los “Dinámicos del Centro” en Junín y los nuevos aportes captados por los sobrinos.
Aún no se sabe la lista completa de los aportantes a la bolsa chotana ni el millonario monto recaudado, lo que sí sabemos es que no todo se gastó en campaña. Quedó lo suficiente como para que la familia Castillo-Paredes empezara a amasar un capital nada despreciable, una pequeña fortuna.
Contra las recomendaciones de la progresía local, que lo había apoyado en segunda vuelta, Castillo solo fichó a uno de sus tecnócratas para su primer Gabinete: el ministro de Economía Pedro Francke. El Gabinete Bellido fue, en esencia, fruto de la repartija entre Perú Libre, la nomenclatura partidaria que lo había llevado al poder con Cerrón exigiendo una cuota suculenta de poder, y los socios de la izquierda de todos los pelajes que estaban ávidos de compartir los ministerios y el presupuesto. Juntos por el Perú lucró los 17 meses del régimen arramblando el presupuesto del Mincetur con su programa “Juntos por el empleo”.
Castillo ha roto todas las nefastas marcas en corrupción presidencial, en un país que tiene a sus últimos siete presidentes presos, a punto de ser extraditados, procesados con comparecencia restringida o desaparecidos por imputaciones graves de corrupción. El profesor Pedro Castillo hizo lo inimaginable: vendió puestos públicos, desde ministerios hasta ascensos en la oficialidad de la Policía y el Ejército, pasando por la subasta de puestos clave como la presidencia de Petroperú. Su amigo y paisano Fermín Silva pagó 40 mil soles para colocar como mandamás en la compañía petrolera estatal al Hugo Chávez peruano. Esos 40 mil soles que Castillo guardó en sus cajones embarrados de corrupción le costó al país 400 millones de dólares por el pésimo manejo de Petroperú, que ha descendido en su categoría crediticia. Y no hablemos de la escandalosa compra de biodiesel a la empresa Heaven Petroleum de propiedad de Samir Abudayeh.
Jorge Ernesto Hernández Fernández, alias “El Español” detenido en una residencia de La Molina Carlos Daniel Barba Daza, conocido como “Cali” en la comunidad de inteligencia, fue el “Agente Especial” del equipo que lidera el coronel Colchado.
LA “FÓRMULA 44”
Pedro Castillo sabía que un Congreso mayoritariamente opositor era un peligro inminente para su régimen. Que no hacer nada para modificar esa correlación de fuerzas era exponerse a salir expectorado de Palacio vía una vacancia por incapacidad moral permanente para gobernar. Era consciente de su supina incapacidad como presidente de la República. Entonces, sus asesores externos tomaron el nombre de un tradicional jarabe para la tos para crear el proyecto “Fórmula 44”. Que era el número mínimo de congresistas a comprarse o alquilarse para evitar la vacancia si votaban en contra o se abstenían. Asegurarse esa fidelidad era cuestión de vida o muerte. A primera vista, no era una tarea tan difícil si la bancada de Perú Libre tenía 37 asientos. Pero el oficialismo en el Congreso no estaba cohesionado, en su interior había por lo menos dos facciones enfrentadas desde la campaña. Para ellos se creó un programa paralelo de prebendas y empleo para familiares y allegados en todo el aparato público. Casi no hay parlamentario del grupo oficialista de izquierda, incluyendo sus socios de Juntos por el Perú, al que no se le haya atendido sus pedidos de puestos en el Estado para su gente o que sus familiares contraten con empresas o instituciones públicas, lo que la ley prohíbe expresamente.
Para los congresistas de la oposición, la consigna era ofrecerles un ministerio por bancada. Cultura para Somos Perú, Producción para Acción Popular, Comercio Exterior y Turismo para Juntos por el Perú. También obras en los estratégicos ministerios de Transportes y Comunicaciones y Vivienda y Construcción. Y, si hiciera falta, empleo para familiares y allegados y, hasta sobornos en efectivo para algún voto en particular. La fiscalía ha documentado pagos en dólares para evitar la censura de ministros impresentables como Juan Silva o Geiner Alvarado. En las dos mociones de vacancia que se presentaron antes de cumplirse el primer año de su gobierno, Pedro Castillo demostró que su “Fórmula 44” fue exitosa. La segunda vacancia obtuvo 54 votos en contra y 19 abstenciones, una goleada a la oposición de 73 a 55.
LA GÉNESIS DE LA GUARDERÍA EN LA PLAZA BOLÍVAR
El equipo especial contra la corrupción del poder de la Fiscalía ha establecido que el acercamiento a los “Niños” de Acción Popular empezó antes de que el profesor chotano se ciñera la banda presidencial. Fue Auner Vásquez, chotano como Castillo y el primer jefe de su gabinete de asesores, quien buscó a los primeros 6 “Niños”. Vásquez aprovechó su militancia en el partido de la lampa para empezar a torcer el voto popular creando una mayoría espuria en el Congreso con parlamentarios comprados. Una reedición de lo que hizo Montesinos en el 2000 para voltear a la oposición en el Congreso con tránsfugas alquilados o comprados. No hay bancada que no haya sido seducida por la corrupción castillista: Alianza para el Progreso, Somos Perú, Podemos y hasta la que se mostraba más sólida y disciplinada en la oposición, como es la bancada fujimorista, que también fue penetrada. El último golpe a la banda ha exhibido al congresista Luis Cordero Jon Jay, hermano de la amiguísima enfermera de Alberto Fujimori María Cordero Jon Jay, que también es congresista naranja, como el topo del autodenominado “equipo paralelo de inteligencia” o “La Contra”. Como vicepresidente de la Comisión de Inteligencia, Cordero viajó a Panamá para asistir a una feria de equipos electrónicos de seguridad estratégica, que el brazo ilegal de contrainteligencia que armaba Castillo, quería comprar para sus fines. Su bancada rápidamente lo ha retirado de esa estratégica comisión, pero su futuro legal se ve complicado.
Aun no ha quedado esclarecida cuál es la razón por la que Henry Shimabukuru se convirtió en el hombre de “inteligencia” para Pedro Castillo. El congresista Luis Cordero Jon Jay es el primer fujimorista captado por la organización liderada por el expresidente.
EL “ESPAÑOL” DEL CHOTANO
Si todo lo que conocíamos sobre la corrupción ramplona en los 17 meses del gobierno de Pedro Castillo es increíble, el último episodio revelado por el equipo especial de la Fiscalía da para una serie mal hecha de Netflix. Un oscuro personaje de posible nombre Jorge Ernesto Hernández Fernández, de probables 32 años de edad y supuestamente de nacionalidad española, fue llevado al entorno del profesor por uno de sus sobrinos, el prófugo Fray Vásquez Castillo. Fue cuando Castillo estaba siendo investigado por organización criminal. Este sujeto apodado “El Español” por su supuesto origen fue vendido como experto en contrainteligencia estratégica y espionaje electrónico. No se sabe si realmente lo es, lo que sí se sabe es que tenía mucha ascendencia en un sector de la Policía y en organismos oficiales de inteligencia por orden de Castillo.
Bajo su liderazgo, el profesor y su parentela pretendieron armar un grupo ilegal y paralelo de inteligencia con el objetivo de perturbar la actividad probatorio del equipo liderado por la fiscal Marita Barreto. Desaparecer indicios y evidencias que vincularan a los integrantes de la organización criminal liderada con el expresidente. También amenazar y, eventualmente, atentar contra fiscales, policías y periodistas.
Alias “El Español” habría tenido como enlace con el despacho presidencial al sinuoso Henry Shimabukuru Guevara y como aliados a los policías Jorge Cassanova Cubas, breve director de la Digimin y al coronel en retiro Juan Asmat Bucalo. También al edecán del exministro del Interior Mariano Gonzáles, el comandante de la Policía Engelbert Hugo Verástegui Díaz. Para resumir la trama, Castillo quería que este equipo ilegal penetrase subrepticiamente la DINI y la Digimin para, usando estos órganos de inteligencia, comprar equipos de espionaje electrónico que les permitieran controlar todo lo que venía investigando el equipo especial de fiscalía y el grupo de policías liderados por el coronel Harvey Colchado. Todo avanzaba bien con este ilegal plan hasta que Shimabukuru convocó al oficial de la Marina en retiro, poligrafista y experto en espionaje electrónico Carlos Daniel Barba Daza, conocido en la comunidad de inteligencia como “Cali Barba”. Un ex marino dado de baja de su insti tución imputado de haber filtrado información reservada en el segundo gobierno de Alan García y asesor de la empresa Business Track, comprometida en un escándalo de espionaje empresarial. “Cali Barba” se convirtió en el Agente Especial con identidad supuesta de “José Alberto Medina Silva”. El “agente especial” es una figura poco usada pero que está prevista en la legislación penal. Barba Daza recibió la propuesta de reemplazar a José Fernández como jefe de la DINI directamente por Pedro Castillo en el interior de un vehículo de la escolta presidencial en un operativo cinematográfico el 13 de septiembre del 2022 narrado al detalle en la carpeta fiscal 13-2022. Cali Barba no aceptó la propuesta pero Castillo le pidió que formara parte del “Equipo Contra”, lo que le permitió informar desde adentro. El “agente especial” viajó a Panamá en la segunda semana de octubre del 2022 en busca de sofisticados equipos de espionaje electrónico, se habla del poderoso software de origen israelí Pegasus. Ahí estuvo también el congresista Luis Cordero y el Almirante en retiro Javier Sotomayor de Rutte, ex director de inteligencia de la DINI liderada por José Fernández Latorre.
La infiltración de Cali Barba permitió no solo desentrañar los planes delincuenciales del expresidente y su banda, sino identificar por lo menos a un congresista fujimorista captado por la organización (el otro podría ser el congresista iqueño Raúl Huamán) y también ubicar y capturar al escurridizo alias “El Español” en una lujosa residencia de La Molina. Este último capítulo es la confirmación de esa nociva mezcla de ineptitud, informalidad, ilegalidad y delincuencia que describe a la perfección al gobierno de Castillo. Mediocridad hasta para delinquir. En la campaña del 2021 hubo voces avizoras que dijeron prematuramente que Castillo no estaba preparado para nada. El tiempo nos ha demostrado que no estaba preparado ni para delinquir.
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*Autor de El otro Vladi: biografía no autorizada del portero más famoso de la Nación.