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Vladimir Putin: el nuevo ‘zar’

Escribe Manuel Eráusquin | Invasión de Rusia a Ucrania coloca a las potencias de la OTAN en una posición geopolítica delicada. A Putin no le preocupan, de momento, las sanciones económicas: tiene un plan de contingencia.

sábado 26 de febrero del 2022
en Mundo, Piano Bar
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Vladimir Putin: el nuevo ‘zar’

Vladimir Putin Putin, forjado en las canteras de la KGB, es un personaje taimado que solo responde al idioma de la fuerza, de la intimidación. (Foto: FACEBOOK / EMBAJADA RUSIA EN EL PERÚ)

La comunidad internacional sigue sorprendida por la decisión de Vladimir Putin de haber invadido Ucrania, sobre todo: las potencias de la OTAN. Sin embargo, Occidente ha subestimado- una vez más-al mandatario ruso: hasta ahora no aprende a leerlo, a interpretarlo. Él no se relaciona a través del diálogo y la negociación pacífica. Putin, forjado en las canteras de la KGB, es un personaje taimado que solo responde al idioma de la fuerza, de la intimidación. Eso, desde hace años, es claro como el agua.

Igual, a pesar de saber esto, Emmanuel Macron, el mandatario francés y representante de ese imaginario de civilización democrática, dialogó estás últimas semanas con Vladimir Putin y creyó en él: creyó que el líder ruso no invadiría Ucrania. Confió en la palabra de un hombre que tiene antecedentes en la mentira y la manipulación. Haber sido de la KGB no es un dato banal para el análisis.

Pero Macron, hijo cultural de la Ilustración francesa: Montesquieu, Voltaire y Rousseau, se acercó al ‘oso’ ruso para que lo devore con su actitud cínica y despreciativa hacia los valores democráticos. ¿La razón? Putin proviene de un mundo cultural donde la democracia no significa nada para él. Sus referencias políticas son: los zares y Stalin.

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El líder ruso considera débil a la democracia y sus valores: él no tiene que rendirle cuentas a nadie y decide de forma unilateral. Los pocos años de democracia que tuvo Rusia con Boris Yeltsin, están enterrados con él. Putin llegó al poder para borrarla del mapa.

Así, esta enorme diferencia cultural con Occidente debe ponerse en la balanza para evaluar cualquier tipo de estrategia con Vladimir Putin, quien ha demostrado que acudir a él con sinceridad y buenas intenciones es un suicido.  

La invasión a Ucrania era un objetivo evidente: Estados Unidos y las potencias europeas solo se encargaron en los últimos meses de amenazar a Rusia si invadía Ucrania. Solo fueron disparos al aire con armas de fogueo y Putin sí supo leer e interpretar a sus contendores occidentales sobre sus eventuales acciones. Sabía que no irían a la intimidación militar en términos reales, que solo apelarían a las sanciones económicas.  Esa lectura fue suficiente para avanzar e invadir Ucrania. Y lo hizo.

Y ya con los rusos en Ucrania, el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, se dirigió al mundo con un mensaje lacónico y muy ilustrativo: “Nos han dejado solos para defender nuestro Estado”, además de añadir: “¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo a dar a Ucrania la garantía de una adhesión a la OTAN? Todo el mundo tiene miedo”. Y ese miedo Putin lo ha percibido desde hace tiempo.

LEER: El Kremlin avisa a Finlandia y Suecia que su adhesión a la OTAN comportaría «repercusiones político-militares»

Los ucranianos resisten heroicamente, pero están a punto de caer. Las fuerzas rusas son superiores en número y en equipamiento militar, eso es irrefutable. Un contexto predecible donde la OTAN debió dar una respuesta intimidatoria concreta: no hablamos de un ataque militar directo, hablamos de que era necesario una muestra de poder real para intimidar a Putin, expresarse en su idioma: fuerzas de la OTAN resguardando a Ucrania. Su sola presencia hubiera sido un mensaje claro. El ‘zar’ lo hubiera pensado una y otra vez antes de poner su bota de acero en territorio extranjero. Más pudo el miedo y ahora es demasiado tarde. Ucrania está sola y en las fauces de la bestia.

Los argumentos de las potencias de la OTAN señalan que Ucrania no es miembro de esta alianza, por eso no se han movilizado para defenderla. Eso es cierto, pero Ucrania ha estado en conversaciones para ser parte de ella. Es más, esa posibilidad fue asumida por Rusia como una afrenta y ahora sus tropas han ingresado a ese país a sangre y fuego. Y sí, la OTAN ha dejado sola a Ucrania.

Mientras los rusos avasallan a los ucranianos los noticieros del mundo se refieren a las duras sanciones económicas que han sido aprobadas por Estados Unidos para atacar a Rusia. Un ataque válido, pero que no logrará retirar a las tropas de Putin de Ucrania. El presidente Zelenski también lo ha dicho: él espera otro tipo de ayuda. Una ayuda que no llegará.

Mientras todo el plan de la invasión a Ucrania se va desarrollando, Putin no muestra gran preocupación por las mencionadas sanciones económicas a su país: desde hace varios años él ha venido preparando a la economía rusa para que sea más autónoma y esté menos expuesta a hostilidades financieras. Por ejemplo, ha proveído a Rusia de reservas y divisas para afrontar temporadas de aislamiento. Un asunto que tenía que ser considerado para un plan de contingencia. Putin no es ingenuo.

Actualmente las reservas internacionales rusas en divisas y oro poseen niveles récord: más de US$630.000 millones. Una cantidad enorme que es la cuarta en el mundo en relación con reservas. Dinero que será utilizado para sostener su moneda, su sistema financiero.

A eso hay que agregarle que Putin ha ido disminuyendo la dependencia de sus divisas con el dólar: se calcula que actualmente solo el 16% de las divisas rusas se mantienen en dólares. Es más, el Banco Central de Rusia en el año 2018 transfirió más de 100 mil millones de dólares en reservas internacionales con la idea de que sean traspasadas a otras monedas: el yuan chino, el euro y el yen japonés. Todo esto para amortiguar el impacto de las sanciones económicas que vienen desde la anexión a Crimea en el año 2014.

A estas alturas, el nuevo ‘zar’ de Rusia es consciente que puede resistir las sanciones que se impongan por un tiempo, incluso debe tener en consideración que dentro de la misma OTAN hay diferencias de intereses, un ejemplo puntual tiene que ver con el gas que exportan los rusos a gran parte de Europa. Todo un tema para abordar y que no se escapa a este conflicto. Es un protagonista estelar.  

El caso es sensible porque la Unión Europea (UE) tiene el 40% de su consumo de gas proveniente de la ‘madre’ Rusia y los británicos el 3%. Con ese escenario las sanciones a los rusos en el ámbito energético puede ser un aspecto de alta conflictividad. Los europeos no la tienen fácil, suponemos que esta también es una variable importante para decidirse a ser menos osados con Putin. Temores razonables, pero que a la larga ocasionan mayores problemas, sobre todo cuando el contendor está decidido a expandirse y cree que nadie se lo va a impedir. Recordemos a Hitler y los Sudetes: una concesión de una Europa débil. Lo que vino después fue el horror: la debilidad no es buena consejera en asuntos geopolíticos.

Es razonable el miedo, el miedo a un eventual conflicto multinacional si se da un paso en falso. No hay un camino ligero para abordar a Putin, pero tampoco se puede optar por una actitud contemplativa de los hechos y solo apelar a sanciones económicas, y esperar que el ‘zar’ se retire apaleado porque le cerraron sus cuentas bancarias. 

La realidad nos muestra que los rusos se imponen en el campo de batalla y los ucranianos están solos. Solo observamos la impotencia de un pueblo que es embestido y sometido. Queda la lección para la OTAN: si van a invocar a los perros del infierno, más vale que existan y muerdan.

Tags: guerra Rusia UcraniaVladimir Putín
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