La invasión de Rusia a Ucrania no solo es un asunto militar: el ámbito económico se ha convertido en un frente de batalla encarnizado y de pronóstico reservado para Rusia y Europa. Las sanciones aplicadas a los rusos por la demencial avanzada expansionista de Vladimir Putin han empezado a golpear al ciudadano común y esto ha provocado que comience una corrida bancaria de enorme riesgo. En estos días se puede apreciar las interminables colas de personas en los cajeros automáticos: todas atemorizadas de que su dinero sea expropiado. Una paranoia que tiene justificación.
Los propios rusos no sienten confianza por su gobierno: sus bolsillos han sido afectados por una guerra innecesaria y ahora ellos también están al borde de un abismo.
A eso hay que agregarle la devaluación del rublo al 40% hasta ahora. Una tragedia financiera histórica que hunde al país, pues al parecer, a pesar de las enormes reservas que Putin ha acopiado en los últimos años para afrontar un escenario hostil, todo indica que su economía se va a desplomar. Resistirá un tiempo, pero el golpe de las sanciones en estos últimos días ha comenzado a mostrar efectos nada alentadores en la economía de la madre Rusia.
La suspensión de operaciones de varias empresas internacionales es un asunto gravísimo: se ha generado un efecto dominó a partir de las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) le han aplicado a Rusia. Cada día aumenta el número de empresas internacionales que le dicen adiós a los rusos.
Es increíble que esto ocurra en Rusia: hace poco más de treinta años muchas empresas internacionales aterrizaron en ese país, y aterrizaron porque era la gran oportunidad de hacer negocios. El desplome de la Unión Soviética propició el interés de muchos porque era un mercado enorme y de gran potencial financiero. Y no se equivocaron.
Sin embargo, esos años de ensueño se acabaron de golpe, empresas de gran perfil, como: Land Rover, Jaguar, Volkswagen, Mercedes Benz, Apple, H&M y Burberry han suspendido sus actividades de producción y exportación en Rusia. Puestos de trabajo perdidos y una economía que se estanca.
Pero todo el impacto negativo de esta locura de haber invadido a Ucrania no queda allí. Hay más, mucho más para el análisis inquietante del futuro económico de los rusos: la compañía germano-rusa Nord Stream 2 se declaró en quiebra, insolvente. Lo alemanes suspendieron la certificación del gasoducto y los se rusos quedaron en el aire.
Obviamente esta medida es una represalia hacia Putin por sus ‘juegos de guerra’ y Alemania suspende la construcción de este gigantesco gasoducto que defendió con uñas y dientes en la gestión de Angela Merkel: recordar que Estados Unidos no estaba de acuerdo, pues consideraba que esta obra de beneficio energético sería propicia como arma de chantaje de Rusia a Alemania. Un razonamiento lógico si se considera el comportamiento político de Vladimir Putin. Pero bueno, la obra no será hará y los 55.000 millones de metros cúbicos anuales de gas que se proyectaban quedaran en el papel.
A eso hay que mencionar que la suspensión del gasoducto Nord Stream 2 ha sido una medida osada por parte de los alemanes. Están sacrificando una obra que iba a disminuir de manera ostensible el costo del consumo de gas en su país. Hasta el momento Alemania se nutre del gas ruso proveniente del Nord Stream 1-como la mayoría de los países europeos- que pasa por Ucrania y es mucho más caro. Han tenido la valentía de decirle no a Putin: un mensaje de gran calibre para el ‘zar’ ruso.
Ahora, el escenario económico entre Rusia y la mayoría de los países europeos se encuentra en una encrucijada que en algún momento va a tener que resolverse para bien o para mal: a pesar de la invasión a Ucrania, a pesar de las sanciones económicas a Rusia y a pesar de que muchos odien a Putin, la mayoría de los países de Europa recibe de Rusia el 40% del gas natural que consumen. Un asunto que tiene a rusos y europeos unidos como hermanos siameses.
Los rusos, que teóricamente podrían cerrar los grifos del gas a los europeos por las sanciones económicas y dejarlos vulnerables a nivel de consumo energético, todavía no se animan. Es claro que Putin ha llenado sus arcas con la venta del gas para financiar su guerra en Ucrania, cortar el gas sería cortar sus ingresos. Y en el caso de los países europeos: no se pueden dar el lujo de prescindir del gas ruso, su gente lo necesita con urgencia para su vida cotidiana. Ambos están contra la espada y la pared. Ironías de la vida.
En estos días veremos también cómo la exclusión de 7 bancos rusos del Swift por orden de la UE socava las finanzas rusas, porque este sistema de comunicaciones interbancarias es esencial para la realización de pagos en todo el mundo. En otras palabras, el comercio internacional de élite se maneja en ese circuito. No formar parte de él significa: no existir.
En este mismo contexto hay un matiz que es importante precisar. La UE ha exceptuado a dos bancos importantes rusos: Sberbank y Gazprombank. ¿La razón? A través de ambas entidades financieras se realizan las transacciones financieras vinculadas al gas. En otras palabras, en esos bancos los europeos les pagan a los rusos por el esencial servicio energético. Una encrucijada absoluta para ambos lados. Parecerían decir: con el gas nadie se mete. Veremos cuánto dura esta encrucijada. Esta ironía de la economía en tiempos de guerra.