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El viejo Clint vuelve con Cry Macho

Escribe: Manuel Eráusquin

lunes 08 de febrero del 2021
en Piano Bar
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El viejo Clint vuelve con Cry Macho

Las primeras imágenes que tengo de Clint Eastwood son las de un hombre con un rostro rígido e inexpresivo: un rostro que parecía esculpido para infundirle miedo a los tipos malos, abusivos y miserables del mundo. Su personaje de ese vaquero sin nombre de las películas del género ‘Spaghetti Western’, el que llevaba un cigarrillo pegado a una de las comisuras de sus labios, poseía un aura justiciera, pero también una inacabable sed de sangre. Un sujeto preparado para ser implacable y no tener piedad.  

Esas imágenes acompañadas de la música del maestro Ennio Morricone lo hicieron famoso como actor, después vendría ‘Harry el sucio’ y su imagen de tipo duro se convertiría en leyenda. Sin embargo, Eastwood aspiraba a más en el cine, su deseo de ser director era un tema serio para él: en 1967 crea Malpaso producciones y pone en evidencia en Hollywood que era un tipo con ambiciones, alguien con la determinación de estampar su sello en cada una de las películas en las que participara.

Podía ser como actor o director. También podía realizar ambos roles. Y el tiempo dio su respuesta: Clint Eastwood no tuvo problemas de actuar y dirigir sus propios filmes. Tampoco tardó en producirlos. Eso exhibe su talento polivalente y energía: características que no se agotan, más bien se muestran intactas en él que el 31 de mayo cumplirá 91 años. Longevo y creativo: pocos como Eastwood.  

A principios de este año ha terminado de rodar su última película, Cry Macho, un filme donde es el productor, director y el actor principal. En este último trabajo fílmico, Clint Eastwood personifica a una vieja estrella de rodeo y criador de caballos que pierde a su esposa e hijo: ambos asesinados el mismo día que gana el Derby de Kentucky. Un drama que asedia al personaje principal y es más intenso al ignorar quién es el asesino.

 A esa línea narrativa se complementa el viaje que tiene que realizar para recuperar al hijo de su exjefe que vive con su madre alcohólica en México: hacerlo ingresar a Texas será su misión.  La relación que se establece entre la veterana figura del rodeo y el muchacho durante el viaje a Texas será el eje del filme. Habrá que esperar su estreno. No hay fecha definida todavía, pero la expectativa existe.  

Expectativa que crece al querer apreciar un nuevo trabajo de Clint Eastwood, un hombre con una energía y capacidad creativa que asombra a muchos, o a casi todos los que saben de él: ver a un nonagenario planear su futuro y no su funeral impacta; alienta a vivir con mayor convicción.  

Los psicoanalistas de manera constante se refieren a las pulsiones de muerte y a las pulsiones de vida: Tánatos y Eros. Una pulsión de muerte se expresa a través de un carácter conflictivo, sin capacidad para responder o construir algo. Solo se queda reducido a la parálisis. Un carácter de pulsión de vida se aferra a realizar cosas, a edificar algo. Busca moverse hacia un lugar, a dar respuestas. No quiere quedarse estancado: no quiere morir.

Eastwood puede representar a tantos que no desean quedarse quietos, estancarse y morir. Se dijo en el año 2012 que dejaría de actuar, que solo produciría y dirigiría. Que la película Golpe de efecto (2012) iba a ser el último filme donde se le vería interpretando un papel. Pero no fue así: en el año 2018 dirigió, produjo y actuó en La mula.

Es interesante apuntar que muchos de los filmes en los que ha estado involucrado Clint Eastwood como director, productor y actor también ha cumplido otros roles no menos importantes. La música, por ejemplo, otro espacio donde ha aportado de manera significativa, recuérdese Los imperdonables (1992), Los puentes de Madison (1995) Río místico (2003), Golpes del destino (2005), El intercambio (2007), Más allá de la vida (2010), o J.Edgar (2011). Películas donde ha dicho prácticamente: aquí estoy y puedo hacerlo. Y lo hizo.

Y en estos tiempos de Coronavirus, donde presenciamos a diario un drama sin precedentes a nivel global, es bueno saber que hay gente que sigue viendo hacia adelante, que se plantea un futuro a pesar de la tragedia.

Pero claro, nadie, ningún mortal es perfecto. Algunos señalarán que Eastwood es un defensor de la tenencia de armas en Estados Unidos, un conocido conservador admirador de republicanos. Es cierto, pero son sus ideas y tiene derecho a tenerlas y defenderlas.

Lo que sí apena al revisar su biografía, e incluso causa decepción a nivel personal, tiene que ver con su relación con Sondra Locke, su pareja sentimental durante 14 años. Nunca se casaron y en 1989 Clint Eastwood le cambió las cerraduras de la casa en la que vivían. Era evidente que no la quería más en su vida, sin embargo, se comportó con ella de la peor manera. En el juicio que se llevó a cabo, él dijo que la actriz solo había sido una compañera de dormitorio ocasional. Una canallada absoluta.

En 1997 Sondra Locke publicó su libro The Good, the Bad and the Very Ugly (1997), allí la actriz narró episodios dramáticos: acusó al director de cine de haberla obligado a abortar dos veces y también a una ligadura de trompas. La historia de ellos culmina en los tribunales y con un arreglo económico favorable para ella. Igual nada de eso fue fácil para la actriz, quien terminó devastada emocionalmente. Falleció en el año 2018 producto de un cáncer de mama y un cáncer de huesos.

Es evidente que la perfección no existe: el ser humano en esencia es egoísta, agresivo y despiadado cuando se lo propone. Pero también tiene otra dimensión en la que expone atributos que conmueven: solidaridad, sensibilidad o generosidad. Una complejidad a la que no podemos ser indiferentes. Así somos: seres con demasiados matices.

En el caso de Clint Eastwood su vida personal tiene momentos inquietantes, de controversia, pero su trabajo fílmico tiene otros ámbitos: historias que describen a seres complejos que de alguna manera persiguen una redención. Y me parece que por allí va uno de sus méritos: el tener la capacidad de retratar ese tipo de personajes para que nos toquen, nos digan algo.

Que con casi 91 años desee todavía contar historias desde una cámara es importante: allí existe un espíritu vital que se resiste a claudicar, a morir. Verlo, apreciarlo: nos puede ofrecer otra mirada a esta existencia. Quizás podamos aprender algo: quizás podamos asombrarnos.

Tags: Clint Eastwood
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