Según testimonios, los soldados fueron expulsados de cada una de las comunidades y no pudieron descansar durante 12 horas. Cuando cruzaron el río Ilave se encontraban exhaustos.
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Periodista: Estamos transmitiendo amigos en vivo y en directo sobre cómo los pobladores aimaras están pidiendo que se retire el Ejército, que se vayan de sus comunidades, que se vayan de esta jurisdicción de la zona sur… Hay disparos, estamos escuchando disparos amigos… Vamos a agacharnos…
Esto sucede luego de la represión registrada el día de ayer en la ciudad de Juli. En estos momentos personal del Ejército está retrocediendo…
Poblador: Corta carajo, corta.
Periodista: Ya.
Poblador: Corta, carajo.
Periodista: Ok, ya, vamos a cortar nuestra transmisión.
Pausa
Voces de comuneros: Esa bala no alcanza… Ya se han muerto ya, tres. Ya está muerto ya.
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El impactante vídeo está grabado desde el lado de los comuneros que asediaban a los soldados el domingo 5, y no deja dudas sobre la naturaleza de la situación. A los soldados los obligaron a replegarse en el río y, en resumen, los asesinaron. Seis de ellos murieron ahogados.
Según el comunicado del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, cuando los soldados hacían una cadena humana fueron agredidos con piedras y “avellanas”, lo que provocó la ruptura de la misma.
La patrulla del Ejército salió del cuartel Pachacútec para apoyar a sus compañeros de Juli, donde el fin de semana una turba incendió la comisaría. El personal policial prefirió no disparar y se refugió en la Villa Militar de Juli. Según múltiples testimonios, los soldados que se trasladaban fueron acosados por comuneros y cuando les cerraron el paso debieron emprender la marcha de regreso y caminaron por 12 horas.
El soldado Ludwing Quispe Mayta declaró que “empezaron a gritarnos los asesinos están acá. Llegamos hasta Santiago en Juli y empezaron a tirarnos piedras. Nosotros realizamos disparos al aire. Siempre nos enseñaron eso, no íbamos a disparar a la gente, son nuestros paisanos. Algunos de acá son nuestros abuelitos, nuestros tíos”.
Según la versión, fueron expulsados de cada una de las comunidades y no pudieron descansar durante todo ese tiempo. Cuando cruzaron el río Ilave, se encontraban exhaustos. “El piso era lodoso y como estábamos cansados, a algunos los arrastró la corriente que estaba fuerte y mientras todo eso pasaba, nos seguían tirando piedras”.
Esa versión fue corroborada por el presidente del Comando Conjunto, Manuel Gómez de la Torre, quien responsabilizó a los atacantes, que tiraron piedras y los explosivos artesanales conocidos como “avellanas”, por la muerte de Franz Canazas Cahuaya (20), Alex Quispe Serrano (19), Elvis Pari Quiso (19), Percy Alex Castillo Pongo (19), Carlos Quispe Montalicio (24) y Elías Lupaca Inquillas (19).
Otro soldado, el cabo Cristian Flores (19), narró a Perú.21 con abundancia de detalles el trágico episodio. “Queríamos conversar”, explicó desde su convalecencia. “Íbamos a Juli para apoyar en la seguridad y no para pelear. Estábamos totalmente rodeados. La gente de Pilcuyo nos iba a entregar a Ilave. Nos querían linchar”.
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