Al fotógrafo Roberto Rodríguez Mijares le tocó migrar de Venezuela cuando atravesaba uno de los mejores momentos de su vida profesional. Estaba “en un lugar donde siempre quería estar”. A pesar de eso, económicamente no era nada conveniente.
Como en “un salto de fe” y también por razones sentimentales decisión migrar a México. Habiendo trabajando en revista, Roberto confió en la tradicional industria gráfica mexicana aunque para poder ingresar a ese rubro le tocó hacer todo tipo de trabajos.
Roberto Rodríguez asegura que cuando se migra “hay que ser consciente que hay que sacrificar estatus por calidad de vida” y confirma que “no existe un manual para migrantes”. La migración venezolana es un fenómeno mundial pero “las historias individuales son más complicadas”.
El recuerda lo receptivo que fue Venezuela al recibir migrantes en las décadas pasadas. “Abrir las puertas de nuestras casas es parte de nuestro ADN”. Y haberse visto obligado a migrar le hizo poner las cosas en perspectiva.
Como muchos venezolanos y migrantes alrededor del mundo Roberto tuvo que empezar de cero. Él señala que la experiencia “es una revisión y aprendizaje constante” de las capacidades profesionales y emocionales de cada individuo.