El retroceso en materia de Educación se ha hecho evidente a partir de la contrarreforma universitaria emprendida por el Congreso. El actual parlamento, con la cuasi venia de los ejecutivos de Pedro Castillo y Dina Boluarte, ha debilitado a la Sunedu al punto de convertirla en un sucedáneo de desaparecida Asamblea Nacional de Rectores. No son muy lejanos los tiempos en los que la defensa de la regulación universitaria se convirtió en factor de importantes movilizaciones ciudadanas.
El economista Jaime Saavedra fue ministro de Educación por tres años y dos meses. Una gestión que terminó con la censura del congreso fujimorista en el año 2016. Evento que podría marcar la partida de nacimiento de la inestabilidad que no termina hasta hoy.
Saavedra, desde 2017 director global de Educación del Banco Mundial, publicó recientemente “Estamos Tarde” (Debate, 2023) una “memoria ministerial” que aborda en detalle la puesta en marcha de la reforma magisterial y la universitaria. No son temas lejanos sino de preocupante actualidad.
Con casos que involucran a la fiscal de la Nación y su predecesora, y la tesis de maestría de Pedro Castillo, se vuelve a poner en evidencia que el Estado fue un factor importante para las universidades negocio. Usted dice en el libro que esos títulos no tienen valor en el mercado. Pero sí son muy útiles para acceder a mejores posiciones en el sector público. ¿Faltaron señales de alarma?
Es que esas universidades operaron un buen tiempo como una fábrica de diplomas. Fue un error grave. El Estado las dejó operar, pero al mismo tiempo era un consumidor de esos títulos. Simplemente el Estado te pedía una maestría. Cualquiera. De ahora en adelante el Estado sí puede exigir que sea de universidades licenciadas, pero sería injusto que no acepten los títulos a las personas que hace 10 años cursaron estudios y no sabían que iban a ser estafados.
Donde el Estado lo requería había picos de creación de carreras, como en el caso de Educación. ¿En otros países se demandan ciertos estándares?
Distintos países ponen sus filtros en distintos momentos de la carrera docente. El Perú lo puso en el momento del examen de ingreso a la carrera docente. Eso es lo que dice la ley y ojalá se continúe implementando. Otros países escogen tener ese filtro al momento de la universidad y ponen el estándar para ingresar a estudiar educación. No puede ser que se pongan los puntajes más bajos para ingresar a la carrera de pedagogía.
Hoy la SUNEDU ha sufrido de un significativo retroceso. Usted advierte que en cualquier momento se puede volver a la “autoregulacion del club de rectores que destrozó la educación peruana”. ¿Qué piensa ahora?
En la medida que un regulador esté capturado por el regulado es obvio que la regulación no va a funcionar. Eso aplica a cualquier mercado. Si la gerencia de la SBS está capturada por los bancos, no va a regular.
Acabamos de ver una incautación gigantesca a una universidad no licenciada. Algo poco mencionado es que la SUNEDU también ajustó las tuercas en torno a los negocios de las universidades, para que no se convirtieran en holdings que, en casos, llegan a lavar fortunas.
Era un punto importante de la ley. La educación en el Perú no paga IGV y tiene créditos tributarios muy generosos. Es un rubro con externalidades porque el servicio le importa a la sociedad más allá del retorno privado. Pero tenemos que asegurar que tu actividad sea única y exclusivamente la educación. Eso es lo que SUNEDU tiene que verificar. Es bastante sencillo, en realidad.
DEBATE DE VOUCHERS
En el Congreso se presentó una propuesta para subsidiar la oferta de la educación básica mediante vouchers para que la gente matricule a sus hijos en los colegios privados de su elección. ¿Cuál ha sido el resultado de los experimentos al respecto?
Ha habido varias olas de esos intentos de school vouchers con los que, en lugar de ir a la escuela pública, puedo ir a la escuela privada. En Estados Unidos hay varios estados que, por los cambios en las tendencias ideológicas en Estados Unidos, están implementando el sistema ahora. En otros casos donde se intentado en el pasado, se ha retrocedido. En Suecia y Chile se intentó algo de este tipo. No hay ninguna evidencia de que se haya mejorado la calidad privada ni pública. Se decía que iba a hacerlo al aumentar la competencia. Pero no hay ninguna evidencia empírica de los últimos 20 años que demuestren que funciona. En las evaluaciones de impacto los rendimientos de esos chicos no son necesariamente mejores que los de las escuelas públicas.
Entonces es solo un presupuesto adicional para el privado.
Sí. Se deben aclarar los objetivos. ¿Cuál es el norte? ¿Qué desaparezca el sector público o que sea mitad y mitad? ¿El objetivo final es desaparecer la educación pública? Dicen que la competencia va a regular a todos esos operadores privados. Tendremos el mismo problema con las universidades hace 20 años. Es un esquema muy complejo y no tenemos ningún modelo que se haya implementado en un país y que funcionó. Si miras todos los países ricos, con algunas explicables excepciones, entre el 90% y el 100% de la matrícula es pública. Quiero ser Noruega, Estonia, Nueva Zelanda, Singapur, todos son de 95% para arriba públicos. Singapur es el 100%. Habría que pensar por qué.
Así como no hay un sistema que haya reemplazado a la democracia, no hay ninguno que reemplace a la educación pública.
Lo que no quita que en todos esos países haya oferta privada. Pero el gran mecanismo de asegurar igualdad de oportunidades en todos los países ricos ha sido en los últimos 150 años una educación pública de calidad.
IMPACTO DE LA PANDEMIA
Se están viendo mediciones sobre el impacto de la pandemia en los aprendizajes y como era de esperarse son preocupantes. ¿Qué respuestas internacionales nos pueden servir de referencia?
Hay algunos ejemplos en estados de la India y Brasil, en Chile, algunas provincias en Sudáfrica que están tomándose esto en serio e implementan programas de aceleración y tutoría para que los chicos que han perdido hasta dos años de escolaridad puedan recuperarse en tres o cuatro años. Son países que ya tenían crisis de aprendizaje en la pandemia. Otros no y han regresado a clases como si no hubiera pasado nada. Los maestros reciben chicos que están atrasados y tienen un reto mucho más complejo. Los chicos no van a entender nada, se van a aburrir y van a desertar. Eso requiere de darle un conjunto de herramientas a los maestros. A pesar de los países ricos tuvieron cierres escolares más cortos están ampliando sus presupuestos educativos para revertir esas potenciales pérdidas. Hay que darles tutorías adicionales, educación remedial y eso cuesta plata. En cambio, en el hemisferio sur vemos una situación mucho más heterogénea.
El economista Lant Pritchett hace el prólogo del libro. Recientemente CARETAS publicó una nota sobre sus estudios recientes, donde postula que “el crecimiento y solo el crecimiento basta para alcanzar el desarrollo”. En su informe publicado la semana pasada, el Banco Mundial postula que el 85% de la reducción de la pobreza hasta el 2019 en el Perú se debió a las altas tasas de crecimiento. ¿Tenemos que reposicionar la importancia del crecimiento? ¿Dejó de ser sexy?
No creo. Quizá lo que Lant trata de hacer es que siga siendo sexy.
Pero, a la luz de las propuestas populistas que predominan hoy, antes tenías una ruta más clara.
En realidad, es simplemente reconocer que es muy difícil tener recursos para mejorar la educación y la salud sin crecimiento. Necesitas un capitalismo que funcione y que crezca. ¿Puedes hacerlo sin crecimiento? No. Ninguna economía se va a desarrollar si no crece. El Perú necesita crecer más para reducir la pobreza y la sostenibilidad. Y parte de esos recursos deben ir a la inversión en capital humano para que el crecimiento sea sostenible.