De acuerdo con información oficial del Ministerio de Salud, entre el 15 y el 17 de enero llegarán al Perú 3 millones 700 mil dosis de la vacuna Pfizer, lo que permitirá que, a partir del 18, niños de todo el país puedan recibir su primera inoculación.
Se trata, pues, de la primera dosis tan esperada que los acerca más a recuperar, al menos en algo, aquella normalidad perdida en marzo del 2020, cuando la pandemia comenzó a azotar el país.
Los niños, pese a la creencia inicial de que el COVID-19 atacaba solo a la población adulta mayor, fueron duramente golpeados desde inicios de la pandemia. Para agosto del 2020, cinco meses después de la llegada del virus al Perú, 81 niños habían muerto ya y 23 mil se encontraban contagiados. El 2021 cerró con la escalofriante cifra de 1,080 pequeños infectados fallecidos según información oficial del MINSA.
Ahora, ad portas de la vacunación de niños y niñas en edad escolar del país, no faltan las dudas de muchos padres y madres sobre la efectividad, acción y consecuencias de la vacuna en los pequeños y pequeñas.
CARETAS entrevistó a la doctora Carolina Cucho, jefa del departamento de Patología Clínica y Anatomía Patológica del Hospital Nacional Dos de Mayo para aclarar hechos y derrumbar mitos.
—¿Los niños contagiados por ómicron, también hacen iguales síntomas que los adultos?
Hacen todos los cuadros. Está la fiebre, el malestar general, la rinorrea, la tos. También se habla de un síndrome inflamatorio multisistémico como respuesta exagerada al virus. Es presentan unas erupciones que se presentan como las enfermedades eruptivas de la infancia, por lo que uno también podría confundirlo. Ante eso, hay que hacer descarte de COVID y si no lo es, pensar en otros virus. Las pruebas moleculares nos ayudan para eso.
—Entre los argumentos de quienes dudan de vacunar a sus hijos está el que los niños, por tener un sistema inmune más fuerte, no necesitan vacunarse, ¿cierto?
Eso es falso. Es cierto que ellos —los niños— pueden tener un sistema inmune más fuerte. El proceso de la maduración empieza después de los seis meses de edad porque antes de eso tienen la protección de la madre, después de eso los propios niños ya comienzan a producir sus propias células y estas tienen que ser sensibilizadas. Esa sensibilización me la da el ambiente (…) Los niños comienzan a captar todos esos antígenos del ambiente y su sistema inmune comience a producir los anticuerpos que van a ser el mecanismo de defensa para más adelante. A medida que se va dando este proceso, ellos van a estar protegidos. Ahí es donde entran a tallar las vacunas. Las vacunas actúan como un antígeno, entra a nuestro organismo y lo que va a hacer es producir anticuerpos. Es como si produjera una infección, pero una no real. La idea es producir estos mecanismos protectores para que, si se da la verdadera infección, estén protegidos con los anticuerpos.

—¿Es la misma vacuna que la administrada a los adultos?
Es la misma vacuna, pero la dosis es menor. De 12 años a más reciben la misma dosis que los adultos, mientras que los niños de 5 a 11 años, recibirá la dosis de acuerdo con las recomendaciones que el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos ya viene aplicando. Los frascos tienen una presentación de 1,3ml, los cuales se deben diluir antes de su uso. Dan para 10 dosis. Por cierto, en población pediátrica no se da la misma dosis de medicamentos que un adulto. Se trabaja de acuerdo con el peso del niño. Igual con la vacuna. La cantidad va de acuerdo con el peso del niño. Para eso se han hecho estudios, para saber cuánto es la dosis que se tiene que bajar para que la vacuna sea efectiva y produzca la activación de todas las células. En este caso se tiene que evaluar cuál es lo mínimo que yo le tendría que aplicar para que se produzca toda esta activación.
—Se habla mucho de las vacunas contra el COVID-19, pero ¿cómo actúan al ingresar al cuerpo?
Cuando la vacuna se coloca en el hombro de forma subcutánea, lo que voy a producir es una sensibilización, se va a inducir a que ciertas células se dirijan a ese lugar. Nosotros tenemos unas células llamadas dendríticas, que tienen proyecciones en forma de árbol y van a captar a la vacuna y procesarla para hacer que otras células, los linfocitos, que tienen que ver con el mecanismo de defensa del cuerpo, se activen. Hay dos tipos de linfocitos, los linfocitos T y B. Los linfocitos T son los que responden ante una infección y matan el agente que la causa, mientras que los B producen los anticuerpos. Cuando se producen estos anticuerpos podremos decir que estamos protegidos.
“Hay que recordar que una vacuna contiene un pequeño inóculo, pero es un virus que está inactivado, que no va a producir enfermedad. No podría decir que le estoy metiendo el virus, sino un segmento de este, pero que no va a producir la enfermedad”.
Además, se activan las células de memoria, que son las que van a durar por un tiempo determinado. Eso va a depender de la vacuna, por eso, para poder evaluar su eficacia es que yo debo estimular estas células de memoria para que por un periodo de tiempo esté protegida. Eso buscamos, por eso se ha venido estudiando cuánto tiempo va a durar esta vacuna. La vacuna entonces es como un antígeno, un agente extraño que va a estimular a las células de nuestro sistema de defensa para que produzcan anticuerpos y queden sensibilizadas para que en un próximo evento verdadero que suceda, todas las células se activen y no produzcan la enfermedad.
—Otro argumento antivacuna es: ¿les estamos metiendo el virus a los niños al vacunarlos?
Hay que recordar que una vacuna contiene un pequeño inóculo, pero es un virus que está inactivado, que no va a producir enfermedad. No podría decir que le estoy metiendo el virus, sino un segmento de este, pero que no va a producir la enfermedad. De todas formas, se necesita un componente del virus para que las células lo reconozca y diga: ajá, ha entrado un cuerpo extraño y tengo que producir anticuerpos contra él. Lo que ingresa es un segmento del virus: la famosa proteína S, que está presente en su cubierta. Esa es la parte que se escoge para inducir la activación del sistema inmune.

—¿Es posible que las dosis de refuerzo se tengan que seguir aplicando a lo largo del tiempo, incluso a los niños?
Si quisiéramos evaluarlo, sería bueno el dosaje de anticuerpos.Todos debiéramos hacernos un dosaje de anticuerpos para ver cómo estamos. El ministro de Salud mencionó que es probable que el personal sanitario se vaya por una cuarta dosis, pero para eso hay que ver los estudios de cuánto nos va a durar estos anticuerpos con esta dosis de refuerzo. Cuando comenzaron a salir los estudios de las vacunas y se comenzaron a evaluar este tiempo de duración de los anticuerpos, en Israel vieron que más o menos entre el cuarto y quinto mes había más contagios, más casos de COVID positivos pese a tener su vacunación completa. Vieron que al quinto mes de haber recibido la segunda dosis estaban ya presentando incremento de infecciones. Por eso dijeron: al sexto mes ya todos deben recibir su dosis de refuerzo. Con esta nueva variante, cuando han hecho los estudios, han visto que dos dosis no es suficiente, por eso acá el gobierno también se puso en alerta y dijeron: al cuarto mes todos igual deben recibir su siguiente refuerzo.
—¿Se está combatiendo a la variante ómicron con la dosis de refuerzo?
Con esta variante ómicron solo tener las dos dosis no es suficiente porque todas las vacunas han reducido su eficacia. Queda por evaluar con estas dosis de refuerzo, por cuánto tiempo vamos a estar protegidos. Eso es lo que se viene estudiando. Esta variante está produciendo más contagios, pero leves. Vamos a ver curvas de que sí, hay crecimiento de casos positivos, pero el virus ya no está matando a la gente. El virus se va a quedar con nosotros.
—Pero siguiendo esa lógica, ¿mientras más población vacunada haya, menos gente va a ponerse grave y así el virus, del monstruo grande que era, se va a ir diluyendo hasta desaparecer?
Claro, como la gripe, de la misma forma. Por eso dicen que probablemente con ómicron sea el fin del virus.