“Hasta el momento tenemos 473 personas inscritas en el Registro Nacional de Pacientes Usuarios de Cannabis, a nivel nacional”, indicó Neptalí Santillán Ruiz, viceministro de Salud Pública. Sin embargo, según cálculos de los usuarios organizados, serían más de un millón y medio de potenciales pacientes. Una brecha que no es cortina de humo.
A 100 días de haberse aprobado el reglamento de Ley 30681, que regula el uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados, se trabaja en el proceso de implementación de licencias hasta el próximo 3 de julio. Y ahí se cuece el dilema.

De acuerdo con el reglamento, el Ministerio de Salud trabajará de la mano con el Ministerio del Interior y el Ministerio de Agricultura y Riego, para el “control de los procesos productivos de los sembríos”, explica Santillán. Se busca tanto garantizar el acceso como un uso racional. De saque se establece la eliminación del comercio informal de aceite de cannabis y “se descarta totalmente el pedido de solicitud del autocultivo por ser de alto riesgo”.
Los cultivadores independientes y colectivos están en pie de lucha para incluir el autocultivo en el reglamento. Ahí está el origen de todo: en febrero de 2017 la Policía intervino un local de San Miguel en el que supuestamente se comercializaba marihuana. Pero grande fue la sorpresa de agentes y reporteros al encontrarse con madres desesperadas. Lo que se elaboraba era el aceite que surtía a una organización de unas 60 familias que encontraron allí un paliativo para las enfermedades de sus hijos.

Cris Teachece Zebene (nombre falso) padecía de varices y no podía caminar. El ungüento de cannabis, explicó, “me ayudó a desinflamar y eliminar el dolor. En caso reaparezca la dolencia me aplico un nuevo ungüento que hemos preparado a base de aloe con cannabis y me calma de inmediato”.
En esa búsqueda se inició como cultivador y distribuidor de aceite de cannabis desde hace dos años junto a un grupo de cultivadores que, señala, tienen más de 20 años de experiencia. Cuenta que tiene aproximadamente 1,400 “pacientes” con diversas enfermedades como epilepsia, fibromialgia, cáncer, parálisis cerebral, Parkinson y dolores crónicos como artritis, artrosis, várices, cervical, asma, síndrome de Tourette, entre otros.
Allí entra la discusión de la dosis. El MINSA autorizará que la medicina tenga menos del 1% tanto de THC (tetrahidrocannabinol, principal componente psicoactivo del cannabis) como de CBD (cannabidiol, psicotrópico muy bien tolerado con propiedades terapéuticas). El primero lleva de viaje a los stoners, el segundo alivia a los pacientes: desde antiinflamatorio a anticonvulsivante, pasando por antináusea y ansiolítico. Los aceites de marihuana se venden en presentaciones que pueden ir del 4% al 15% de CBD. Varían las cepas y la composición del aceite cambia según la evolución del paciente.


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