El ministro de Transportes y Comunicaciones, Edmer Trujillo, –flanqueado por el gobernador regional del Cusco, Jean Paul Benavente, y las autoridades locales– anunció el inicio de las obras del aeropuerto de Chinchero para el próximo 20 de junio. Todo arrancará con un masivo movimiento de tierras, cuyo expediente técnico entregará el consorcio Korea Airports Corp. (KAS) la próxima semana. En marzo se contratará a empresas locales para la remoción del desmonte; en julio se firmarán los acuerdos con las comunidades campesinas del lugar; en el segundo semestre del año estará listo el expediente técnico del anillo vial que se planea construir alrededor del aeropuerto, y en enero del próximo año se convocará al comité técnico para evaluar la construcción de la autopista que unirá el aeropuerto con Cusco y el Valle Sagrado. Nadie se percató de que el titular del MTC hizo estos importantes anuncios el Día de los Inocentes.

El distrito de Chinchero es el actual epicentro del encuentro entre ancestrales tradiciones andinas y poderosos intereses económicos, entre sueños de grandeza y necesidades básicas insatisfechas. En medio de esos vientos cruzados, la localidad andina ubicada a 3,800 m s.n.m. y a 30 km de la ciudad del Cusco aguarda inquieta el inicio de las obras de construcción del aeropuerto ‘internacional’ en sus predios, un acontecimiento que transformará la vida de la comunidad radicalmente y para siempre.
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El 28 de diciembre pasado, el ministro de Transportes y Comunicaciones, Edmer Trujillo, viajó al lugar de los hechos y anunció el inicio de las obras para el 22 de julio del 2020. Habló asimismo de un anillo vial, de planificación urbana, de la autopista al Cusco y al Valle Sagrado; poco faltó para que también se pronunciara sobre el solsticio de verano.

El terreno donde se pretende construir el aeropuerto –polígono le dicen– está a menos de un kilómetro de la imponente iglesia colonial de Chinchero y de los impresionantes muros incaicos. Una enorme y verde loma, hacia el sur, deberá ser nivelada, mientras que hacia el norte, el terreno se hunde en una pampa húmeda y brillante al atardecer.
En total, el área expropiada a tres comunidades campesinas de Chinchero –Yanacona, Ayllopongo y Raqchi Ayllu– tiene siete kilómetros de largo por uno de ancho. El debate sobre la conveniencia de construir en ese lugar un aeropuerto remece al país entero.

A mitad de camino entre el mercado de artesanías y la iglesia colonial se ubica la capilla de Saq´arara. El domingo 22 de diciembre un puñado de ponchos rojos en ese espacio atrajo la atención de este cronista, que quería saber cuál era el punto de vista de los propios pobladores sobre el aeropuerto. Quiso el destino que aterrizara justo en la ceremonia de entrega de varayocs de la comunidad de Yanacona, precisamente la que vendió el 80% de las tierras para la obra, en 2014.
El ritual, en quechua, consiste en la entrega del bastón de mando y de los pututos o caracolas marinas con los que convocan al pueblo los regidores de cada uno de los seis pagos de Yanacona, habiendo finalizado el año de servicio.
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Cada pago está representado por dos regidores electos, el del lado derecho, o quien obtuvo la mayor votación en su pago, y el del lado izquierdo, o quien salió segundo. Las mujeres son esposas o familiares de los regidores. La estructura ritual sigue una jerarquía por edad y por sexo. La principal autoridad es el tasa inca alcalde, que este año ejerció Mariano Singona; luego vienen los curacas; los inca alcaldes y, por último, los regidores más jóvenes o wawas. La ceremonia es conducida solo por los varones; las mujeres, ubicadas en el flanco opuesto, la acompañan pasivamente. Una banda de música con guitarra, tambor y violín y unas cajas de cerveza eran el presagio de la fiesta que se avecinaba. Los comuneros obedecían la secular partitura con alegre devoción.

“La nuestra es una representación estrictamente ritual”, explicó Facundo Cusihuamán. “Por ejemplo, organizar el velorio de un comunero o las faenas para definir ritualmente nuestros linderos comunales”.
Así como asombroso es comprobar el arraigo de estos rituales andinos en el alma campesina, difícil es imaginar esta misma ceremonia dentro de cinco años, cuando unos 140 aviones despeguen diariamente del lugar.
¿Las oraciones en quechua en agradecimiento a la Pachamama se impondrán sobre el rugido de las turbinas de un Boeing 747? ¿La zona seguirá impregnada del aroma de la tierra húmeda y el maíz tierno u olerá al óxido de nitrógeno destilado por las aves de hierro?
Según se nos dijo, cerca de un 70% de los comuneros presentes se benefició con la expropiación de las tierras seis años atrás. El Estado pagó un total de S/ 218 millones o US$ 20 por metro cuadrado. En medio de la ceremonia, auditar a los favorecidos no era lo más adecuado.

Sin embargo, la aprobación del proyecto de aeropuerto sigue siendo materia de discusión entre los comuneros de Yanacona. Alejandro Quispe, 73, recordó que se prometieron obras de saneamiento y la pavimentación de pistas intercomunales. Wilfredo Corahua Aranzabal, 36, describió el patrón de siembra rotatorio dividido en siete sectores, hoy trastocado por las incipientes obras del aeropuerto. Facundo Cusihuamán, 54, no tenía claro cuáles serán en el futuro las obligaciones y responsabilidades de los operadores con la comunidad. “Dicen que se priorizará la mano de obra local”, señaló.
El aeropuerto de Chinchero, ubicado aproximadamente a la misma altura que la ciudad de Juliaca, será previsiblemente un pasaje de tránsito para los turistas que serán trasladados al valle del Urubamba o a la Ciudad Imperial. “Como pasa en Lima, todos se van a Miraflores u a otros distritos”, apuntó Jhon Callañaupa, 33, licenciado en turismo por la Universidad Nacional San Antonio de Abad.
Desde lo alto de la capilla se aprecia en todo su esplendor la pampa que tantas ilusiones y controversias ha desatado, y el pueblo de Chinchero, castigado ya por el boom inmobiliario.
Los vientos cruzados abaten el alma de la propia comunidad campesina. Pero este no era el momento de zanjar las diferencias. Invocar el manto de protección de san Nicolás Tolentino era lo importante. En el nombre del Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, amén.