El cúmulo de problemas generados por el propio Donald Trump atentan contra su máxima aspiración: lograr su reelección. Al ponerla en riesgo, parece claro que esté dispuesto a postergar las elecciones generando una crisis institucional nunca vista en Estados Unidos.
Es más que preocupante que la pandemia del coronavirus sea encarada por algunos dirigentes para obtener beneficios más que para colaborar con otros afectados para superar los terribles efectos sobre la humanidad. El caso más notable sigue siendo el de Estados Unidos que es hoy el principal afectado por el número de contagios y decesos. El triunfalismo de su presidente, sumado a la eliminación de la estructura que dejó su predecesor para encarar una pandemia como la ocurrida, fue determinante para arrojar al país en la grave situación que lo afecta.
Sus titubeos y falta de atención iniciales han sido determinantes para generar los problemas sanitarios actuales, a los cuales se ha venido a sumar otro de gravedad como es el racismo que provoca actos de brutalidad policial. Tal fue el caso de la muerte de George Floyd, en Minneapolis, cuyos detalles fueron filmados en un vídeo que se hizo viral en todo el mundo. El asesinato, del 25 de mayo pasado, provocó una ola de violencia contra el racismo en general. Nuevamente, Donald Trump no supo manejar la situación y fue asociado con supremasistas blancos que le dieron su apoyo cuando lanzó su candidatura presidencial.
La violencia ha continuado en ciudades importantes, la principal de las cuales es Portand del estado de Oregon. Tanto la ciudad como el estado están gobernados por demócratas; Trump considera que estos no están en condiciones de imponer el orden pues están infiltrados por socialistas de izquierda y ha decidido enviar tropas federales al estado, en contra de la voluntad del gobernador y del alcalde lo cual es inconstitucional.

La decisión de emplear tropas federales fue utilizada brevemente en Washington, DC, y ha amenazado con emplearlas en Chicago y otras ciudades para evitar desórdenes. Gobernadores y alcaldes consideran que logra el efecto contrario pues provoca reacciones violentas de la población. También militares de alto rango han rechazado esta medida pues consideran que las tropas son para defenderse de enemigos externos y no para actuar contra la población.
La incapacidad de Trump para enfrentar la pandemia, los problemas de inestabilidad económica derivados de la falta de actividad productiva y comercial y la persistente caída en las encuestas sobre las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, han llevado a pensar que una derrota electoral podría llevarlo a no reconocer el triunfo de Joe Biden, su contrincante demócrata. Ello provocaría una crisis de graves proporciones, tal como lo señalara el entonces abogado de Trump (Ver CARETAS “Las sorpresas de Trump”).
Observadores políticos -como Fareed Zacharia de CNN- estiman que hacía allí apuntan las persistentes observaciones de Trump sobre la posibilidad que las elecciones de noviembre sean fraudulentas. Al respecto Trump observó que el voto por correo es “substancialmente fraudulento”, a pesar que viene utilizándose desde tiempo atrás en numerosos estados y nunca ha sido objetado. Este voto será muy empleado para evitar problemas de colas y esperas en los lugares de votación. Según Trump, hasta países extranjeros imprimirán votos por correo para consumar el fraude. No existe ninguna prueba al respecto.
No obstante ello, el 30/7 Trump envió un tweet sugiriendo suspender la seleccione del 3 de noviembre hasta que ellas puedan celebrarse con todas las seguridades. Las dificultades, sin embargo, sólo existen en su mente y tropezara con la ley federal que establece la fecha de las elecciones presidenciales. Su suspensión, por tanto, sería ilegal.
El propio Joe Biden fue cuestionado sobre la posibilidad que Trump se negara a aceptar su derrota a lo cual respondió que ello llevaría a los militares a intervenir para preservar el orden constitucional. En un ambiente polarizado al extremo, que es la especialidad de Trump, es fácil provocar una crisis de proporciones de la que sería difícil salir. Sus obsesiones con China agregan inquietudes adicionales. Esto explica el subtítulo del libro de Mary Trump, sobrina del presidente, cuando se refiere al “hombre más peligroso del mundo”.