Raúl García Maca, 59 años, es un enfermero peruano que desde hace varios meses, está trabajando en un área COVID de una clínica privada en Milán, una de las ciudades más afectadas por este nuevo virus.
Cuando en América Latina ni sospechábamos que el nuevo coronavirus llegaría hasta acá, vimos imágenes de camiones militares, en el ciudad de Bergamo, alineados transportando cientos de cadáveres para ser incinerados.
Hasta ahora, García Maca, recuerda la llamada que recibió de una colega, justo cuando se preparada para salir hacia su guardia nocturna. “No te preocupes, después te cuento todo”. A pesar del mensaje en clave, nunca se imaginó lo que vendría después.

Cómo todos los días, camino hacia la estación del metro para dirigirse al Instituto Clínico de la Ciudad de Milán. En el trayecto de 10 minutos todo parecía normal. El tranvía estaba lleno porque “al comienzo nadie pensaba que tan grave era la situación”, dice y confiesa que él mismo tampoco. “Se pensaba que era un simple resfrío”.
Al llegar a su centro de labores, su piso se había convertido en área COVID y había un enemigo invisible. Ahora, después de todos estos meses, dice que “hemos tenido la oportunidad de tocar con las manos este virus”. Lo peor de todo es que “puede estar caminando en cualquier momento” porque ya está demostrado que hay personas que son absolutamente asintomáticas.
En esa primera guardia nocturna le tocó tres pacientes, “dos jóvenes y un anciano”. García Maca confiesa: “Sentí miedo. Me quería volver a mi casa, más por el miedo de contagiar a mi familia”. Aunque después “uno reacción y sabes que tienen que seguir para adelante. No hay otra alternativa”.
En las semanas de mayor crisis estuvo internado un reconocido periodista italiano. “Al inicio tuvo miedo de morir” pero se recuperó bien y al ser dado de alta hizo un reportaje para contar su historia y agradecer “a los ángeles con escafandra”.
Los equipos de protección individual (máscaras, guantes dobles, “triples”, gorros, casco) es la indumentaria que el personal médico debe utilizar ahora, cada vez que ingresan a ver a un paciente. Entre sonrisas, García Maca dice “nosotros mismos no nos reconocemos. Confundimos a los médicos o un enfermero con el propio director del hospital”.

A pesar de esa protección, en la etapa más difícil, que fueron dos meses, el miedo de contagiarse “es un pensamiento que siempre lo tenía presente” y a pesar de que “en nuestra profesión estamos habituados a ver la muerte, esto verdad no has golpeado tanto”.
García Maca emigró en 1995 a Italia junto a su esposa, Patricia Laguna, que era enfermera en el Hospital Dos de Mayo. Hasta el momento de decidir ir a buscar mejores oportunidades en el extranjero trabajaba como analistas de sistemas y su último empleo fue en el Instituto Nacional de Estadística. Los primeros años en su nuevo país fue de repartidor de miles de cosas en una camioneta blanca. Su esposa, “después de un tiempo logró ingresar a trabajar un gran hospital que hace investigación científica”.
Con un acento bastante italiano, Raúl recuerda cómo su esposa le propuso que estudie enfermería, algo que en la idiosincrasia peruana “no era una carrera de hombres”. Después de 13 años en Italia “mi idea fue cambiando” y apenas terminó sus estudios en el 2008 consiguió el trabajo en cual conserva hasta ahora.

Además de eso, hoy, Raúl García Maca es miembro de la Asociaciones Infermeri Santa Rosa. Una organización “que busca desarrollar todo el potencial” que tienen los asociados, realizando conferencias, congresos, además darles apoyo psicológico para poder soportar los estragos de esta crisis sanitaria.
Esta misma asociación, que en un inicio eran un grupo de enfermeros peruanos que festejaban su día el 30 de agosto, organizaron con la ayuda del Consulado peruano, en 1991, el primer convenio Internacional de Ciencia de Enfermería.
En esta asociación, hay ahora integrantes latinoamericanos y poco a poco se van incorporando profesionales de otros países. “En el mundo son más de 20 millones de enfermeros”, dice Raúl García. Lo que la asociación busca es tenga el rol que les corresponde. “Están en la lucha constante, en primera línea, pero a veces no nos consideran en la políticas de sanidad”.
Como uno de los líderes de la Asociación, Raúl García Maca señala que en Italia hay alrededor de 2,000 peruanos trabajando como enfermeros y asegura que “son bien considerados porque están bien preparados”.
Y desde el otro lado del charco, y teniendo unas semanas más de experiencia luchando contra el COVID, García Maca les manda un mensaje a sus colegas en el Perú. “Así como, hace unos años, el Organización Mundial de la Salud (OMS) dio por erradicada el sarampión, la batalla contra este virus también se puede vencer”. Para eso “Debemos estar unidos, lavarnos muchas veces las manos, usando todos las mascarillas evitamos contagiar a otras personas” y además “siéntanse orgullosos de lo que están haciendo. No tengan miedo pero cuídense”.