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Elecciones EE.UU.: no aptas para cardiacos

A una semana de las elecciones más reñida de la historia estadounidense, el analista internacional, Luis F. Jiménez hace una reflexión de lo que ha significado el triunfo para los demócratas y la derrota de los republicanos.

jueves 29 de octubre del 2020
en Mirada Internacional, Mundo
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Elecciones EE.UU: así van las encuestas a solo tres semanas del proceso electoral | VIDEO

Trump y Biden durante el primer debate. (AFP)

En las elecciones de Estados Unidos, ni los demócratas consiguieron el “tsunami azul” que pronosticaban ni los republicanos la derrota que algunos temían. La derrota de Trump fue el golpe más fuerte pero su gente gano cinco escaños en la Cámara de Representantes y las tendencias son tan parejas que todavía no ha quedado constituido el Senado que requerirá una elección adicional en enero, oportunidad en la cual los demócratas podrían quedar empatados con los republicanos dándole el desempate a la vicepresidenta Kamala Harris. Queda la sociedad estadounidense constituida a la medida de alguien, como Joe Biden, que ha llegado prometiendo el milagro de unir al país. Dios lo ayude.

Las tendencias profundas

La dinámica demográfica de la sociedad estadounidense está provocando profundas modificaciones a partir de los nuevos actores que influyen en el juego político; las numerosas “minorías” erosionan la preminencia de la mayoría blanca gracias a la integración que permite la flexibilidad del régimen democrático. Este complejo proceso genera una dramática lucha por el poder que resulta marcada por las características personales de los actores, en especial de sus líderes.

El Partido Demócrata revela una flexibilidad que le permite absorber las minorías derivadas de ser un crisol de razas: afroamericanos, latinos, asiáticos, indios, etc. A estas deben sumarse las derivadas de las preferencias sexuales (heteros, homosexuales, transgeneros). El discurso de Biden agradeciendo su elección fue una prolija mención del aporte de esas minorías, reflejada en su propia vicepresidenta, de madre india y padre jamaiquino, nacida en Estados Unidos y que se convierte en la primera mujer que asume ese alto cargo. El carácter de Biden refleja su capacidad de integrar personas de diversos orígenes y una tendencia a negociar para lograr resultados.

En el Partido Republicano, la influencia mayor es de la mayoría blanca y, dentro de esta, de los sectores que han sido desplazados por la globalización a la que adjudican haber provocado el deterioro de empresas tradicionales estadounidenses frente al avance de Europa y China. Los sectores sociales más fervorosos en su apoyo a Trump son los llamados “red necks”, por su origen cercano con los agricultores y que constituyen el grueso de los republicanos. Trump ha sabido transmitir su dosis de intemperancia a esos sectores que se asocian con una ideología marcada por el aislamiento comercial y su adhesión a lo que consideran un derecho constitucional a portar armas. Estos sectores son, a su vez, fuertemente marcados por el racismo y se superponen en muchas instancias con agrupaciones como el Klux Klux Clan.

La coyuntura post electoral

A través del apoyo de estos sectores, Trump ha logrado un control férreo del Partido Republicano lo cual ha provocado el distanciamiento de sectores republicanos tradicionales. La primera víctima del extremismo de Trump ha sido el propio Partido Republicano pues sus enfrentamientos internos posiblemente tenderán a agudizarse. Por ahora, sin embargo, los abrumadores 71 millones de votos obtenidos por Trump le conceden un dominio incontestable en materia electoral entre los republicanos.  

La derrota de Trump por Joe Biden, por algo más de cuatro millones de votos, no ha sido reconocida por el republicano, generando un problema institucional mayúsculo. Lo más grave es que Trump considera que el triunfo de Biden se ha debido al fraude electoral cometido por los demócratas. Con ello, Trump ha dañado gravemente la credibilidad del régimen electoral vigente. Como ha ocurrido con otras acusaciones, Trump no ha presentado ninguna evidencia del supuesto fraude pero le ha servido para iniciar los procedimientos previstos para identificar errores o fraudes en el proceso electoral a fin de corregir sus resultados. Este recurso les ha permitido a los republicanos a mantener su unidad, pero demora marcadamente la duración del proceso.

Debe señalarse al respecto, que el sistema electoral vigente en Estados Unidos es antiguo y si alguna vez se ha detectado algún error o incorrección, nunca ha tenido consecuencias graves. Esta es la primera vez que se realizan acusaciones de esta naturaleza, a lo cual ha contribuido la difusión de las redes sociales utilizadas para reproducir intensamente las noticias falsas de burdos fraudes inexistentes. Debe tenerse presente, además, que los organismos de inteligencia y el FBI habían alertado que existían países como Rusia, China e Irán que intentarían penetrar e influir en el proceso electoral en marcha.

Un elemento clave para entender las graves acusaciones de Trump ha sido el voto por correo, empleado masivamente en esta ocasión. Como se sabe, el voto por correo existe desde tiempo atrás en diversos Estados. En esta ocasión, y dada la pandemia existente, se previó que el voto por correo sería mucho más empleado que en otras ocasiones para evitar contagios. Esta previsión fue también advertida por Trump pero el presidente le agregó un elemento fundamental: el voto por correo sería empleado por los demócratas para cometer el fraude electoral más grande de la historia. Ordenó a sus seguidores que votaran en persona.

Lo ocurrido fue simple: muchos demócratas votaron por correo y la gran mayoría de republicanos en persona. Comenzados los cómputos, los votos republicanos fueron procesados más rápido dando una ventaja inicial a Trump. Luego, sin embargo, el más lento procesamiento de los votos por correo, utilizados tradicionalmente por los demócratas,  superaron los votos por Trump y le dieron el triunfo a Biden. Una secuencia normal pero que dio lugar a que Trump la invocara como prueba del fraude cometido por los demócratas. A ello se sumaron alegaciones de votos quemados, impedimento a republicanos de observar el conteo de los votos y otras anomalías indemostrables. Con ello se ha logrado demorar los cómputos finales y “embarrar la cancha”.

Ante ello, los demócratas han avanzado en los pasos que de ellos dependen participando en los procesos que les permitan ceñirse a la verdad de lo ocurrido en cada caso. Biden pronunció su discurso de aceptación del triunfo y ha conformado un grupo de científicos para enfrentar la pandemia de manera efectiva, algo que Trump dejó de lado. Trump sigue negando reconocer el triunfo de Biden y se teme que las demoras y tensiones provoquen disturbios a medida que avance un proceso tan innecesario como imprevisible. (Luis F. Jiménez)

Tags: Donald TrumpElecciones EE:UU.
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