Bajo el cobijo del canto de las aves, una vegetación tan densa como maravillosa y los pinchazos de los zancudos, CARETAS se internó en un largo recorrido en lancha por el turbio y crecido río Ucayali. La misión fue visitar dos comunidades shipibos-conibos, las cuales merecieron el Décimo Premio Ecuatorial 2019. Tras un paciente trabajo en equipo lograron detener la depredación de sus bosques de la mano de la tecnología. A saber, utilizaron drones que observan y alertan sobre su principal enemigo: la deforestación.
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Las comunidades son Nuevo Saposoa y Patria Nueva de Mediación Callería, ubicadas en el distrito de Callería, en la provincia de Coronel Portillo. En setiembre último ganaron el premio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que reconoce a quienes combaten el desafío del cambio climático. Los nativos se unirán a una red de 223 comunidades de 78 países que han recibido el Premio desde el 2002.

La primera comunidad cuenta con una población de 50 familias y, de acuerdo al convenio suscrito con el Programa de Bosques, está comprometida a la conservación de 8,324.04 ha. de bosques comunales. Por su parte, la segunda comunidad presenta una población de 44 familias y está comprometida a la conservación de 6,750 ha. Ambos grupos colindan con el Parque Nacional Sierra Divisor, área natural protegida por el Estado. Esta locación, creada el 8 de noviembre de 2015, fue reconocida por el Estado Peruano por tener los primeros custodios indígenas del patrimonio forestal. Desde 2018 reciben el beneficio por un programa de incentivos estatales, el cual es invertido en mantener su sistema de vigilancia y patrullaje.
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En el año 2015 sufrieron la amenaza de ser despojados de sus tierras por varias razones, como la expansión de los cultivos de hojas de coca derivados del narcotráfico, el tráfico ilegal de madera y la invasión de colonos que venían apropiándose de su territorio. Ante tal disyuntiva, se vieron en la necesidad de capacitarse en el uso de tecnología necesaria y, de la mano del Estado, iniciaron un entrenamiento para ambas comunidades.
CAZADORES DE LA DEFORESTACIÓN
Ante los diversos delitos ambientales que ocurríany sumado el peligro de perder el ‘Shihuahuaco’ (especie milenaria con más de 700 siglos de existencia), Tedy Cairuna Cauper y un grupo de comuneros vieron el interés de darle una solución a esta problemática. Con el asesoramiento de personal del Ministerio del Ambiente (MINAM) tuvieron acceso a la lectura de imágenes satelitales y a la alertas tempranas de deforestación GLAD (The Global Land Analysis and Discovery), producidas por Geobosques. Estas imágenes generaban mapas de deforestación con información de sus propios territorios y les sirvió para mejorar los patrullajes comunales.

Con esta información y por medio de GPS, los comités de vigilancia identifican en el mapa la ubicación exacta de las alertas. Acto seguido, salen al patrullar con el apoyo de los guardaparques del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP). En caso de detectar alguna una posible deforestación comunican a sus oficinas zonales para que sea reportado y lleven la denuncia del caso ante la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental.
MONITOREO POR AIRE
Este proyecto comenzó con la Fundación Rainforest a cargo de Tom Bewick en 2016. La fundación mantiene contacto con los comuneros de Nuevo Saposoa y Patria Nueva que han enseñado el manejo de drones y GPS. Gracias a estas enseñanzas, los nativos pueden tener ojos en el cielo. Y, gracias a un aplicativo digital llamado ‘Locus Map’, obtienen información de mapas y rutas que cuenta con un singular sistema de localización. Estas alertas son verificadas por los drones que sobrevuelan zonas inaccesibles y reportan en tiempo real las ocurrencias, y se monitorean desde un control remoto y pantalla led. Así lograron registrar la deforestación en sus bosques y recuperaron el control de sus territorios. Desde 2018 pueden decir que ya no existe la deforestación.
VOZ DE LIDERESA

La lideresa de la comunidad, Teresa Waya Ramírez, está muy concientizada sobre la mitigación del cambio climático. Ella propone que el Estado se comprometa a crear una escuela de monitoreo dirigida a los niños de su comunidad. También espera que los trámites burocráticos sean superados y que se desembolse el premio económico del PNUD, valorizado en 10 mil dólares. Además, la joven lideresa denuncia la precariedad de los servicios públicos. Los paneles solares no abastecen a toda la comunidad, no hay agua potable y la posta médica carece de medicinas.
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Aun así, la comunidad desarrolla actividades productivas sostenibles con el bosque como el turismo comunitario por temporadas o artesanías que rememoran sus ancestrales tradiciones. Estas ejemplares iniciativas deben replicarse en otras comunidades para defender y preservar la biodiversidad de nuestra Amazonía.