Nicolás Maduro recurrió a sus reservas más ideologizadas designando a Tareck El Aissami, gobernador de Aragua, como su vicepresidente. El estilo político de El Aissami fue siempre confrontativo, lo cual atrajo la atención de Hugo Chávez, de quien fue ministro del Interior y Justicia. Fue también próximo a Maduro y se lo considera cercano a Irán y a Hezbolá.
Según información periodística, El Aissami ha sido investigado en EEUU por tráfico de drogas. Su designación como eventual sucesor de Maduro representa tanto un freno para los intentos de revocar a Maduro –a quien sucedería- como una coincidencia entre La Habana e Irán e implica el desplazamiento del sector de militares nacionalistas que lidera Diosdado Cabello.
Su primera asignación es dirigir el recién creado “Comando Antigolpe” que busca, según Maduro, eliminar las posibilidades de “la derecha golpista” de desplazarlo de su cargo. Se presume que cumplir esta función conducirá a un endurecimiento de la represión en contra de los opositores.
LA OPOSICIÓN
La oposición, por su parte, renovó la directiva de la Asamblea Nacional(AN). El primer tema abordado fue declarar que Maduro ha abandonado su cargo y solicitó la convocatoria a nuevas elecciones.
Para que esta figura tome fuerza legal, sin embargo, debe ser apoyada por el Tribunal Supremo de Justicia que decidió que la AN no tiene facultades para llevar a cabo un “juicio” semejante contra Maduro. Ha considerado, además, que la AN se encuentra en desacato y no ha modificado su posición a pesar de las medidas adoptadas por los diputados afectados.
La oposición sólo tiene la movilización popular como opción ante la negativa del gobierno de arreglar nada en la Mesa de Diálogo. La cancelación del referendo revocatorio por parte del Consejo Electoral dejó a la oposición en una posición comprometida. La crisis humanitaria que afecta a Venezuela sería un incentivo para la movilización popular para lograr un cambio de gobierno. La población, sin embargo, parecería haber perdido motivación frente a la falta de metas claras por parte de la oposición que está reformulando su estrategia.
EL AMBIENTE INTERNACIONAL
Las dificultades del diálogo coinciden con la acentuación de las agudas tensiones entre gobierno y oposición, lo cual hace más necesario que nunca que un tercero pueda mediar entre las partes para lograr algún resultado concreto.
Al respecto debe tenerse en cuenta que la característica de un tercero que medie en una crisis es que sea imparcial y tenga la capacidad de influir sobre las partes a través del planteo de iniciativas. Un mediador difiere de un “acompañante”, papel asignado por el gobierno venezolano a UNASUR y al Vaticano respecto al diálogo.
La razón del “acompañamiento” es que el diálogo es visto por el gobierno como una oportunidad para ganar puntos politicos y mantener el control del proceso. En esta visión no hay “terceros impaciales” sino personajes que acompañen al gobierno en la consecusión de sus objetivos. La falta de claridad del Vaticano en este aspecto lo ha llevado al desencuentro actual.