El sabor y la nutrición son los pilares inmarcesibles de Pandino, la pastelería-panadería artesanal de la chef Deborah Carbajal.
Todo empezó vendiendo postres por WhatsApp durante la pandemia, pero el boca a boca —que nunca falla— provocó un crecimiento exponencial a razón del buen sabor de los productos, hasta que abrió su propio local en Surquillo.
“Dibujé el boceto de cómo lo quería y poco a poco el sueño se fue haciendo realidad”, dice Deborah convencida.
Los habituales clientes de Pandino tienen sus favoritos: los panes artesanales, las galletas rellenas de Nutella, compota de manzana y de mantequilla de maní.
Sobre la crisis sanitaria, que afecta directamente a su sector, Deborah la tiene clara: “Puede haber muchos problemas en el mundo, pero uno tiene que ser creativo y darle la vuelta a la situación y ponerle todos los sentidos para ver por dónde es el camino”.
Te irá bien, Deborah.