“Kuma es un sueño. Uno que se está cumpliendo”, afirma a CARETAS, Daniel Gonzáles, chef y fundador de KUMA ROLLS. Al lado, se esboza la sonrisa complice de Jorge Bonifaz, su socio fundador y cuñado. “Esto me hace feliz”, agrega. Una presentación atípica pero que refleja muy bien la identidad del emprendimiento que ambos jóvenes iniciaron en medio de la pandemia por COVID-19 buscando nuevos horizontales laborales.
“Puede ser un momento complicado para la industria, de hecho lo es; pero hay ventajas comparativas. Empezamos a buscar alternativas y vimos que era viable”, explica Daniel quien confiesa tuvo que paralizar su empresa de catering para reinventarse de todas la maneras posibles, situación que incluso lo llevó a preparar hamburguesas. Por su parte, Jorge detalla que la empresa donde trabajaba como piloto le aplicó una suspensión perfecta.

Pero para Jorge y Daniel la corriente en contra no fue excusa sino motivo, esto sumado a que el destino los juntó mediante lazos de familia, y decidieron fundar hace solo tres meses KUMA ROLLS donde se dedican a preparar makis; un sector gastronómico que incrementó sustancialmente en Lima desde hace varios años.
“Tito y yo ya teníamos en mente abrir un lugar de comida hace mucho tiempo. Siempre fue de la mano con los makis porque son versátiles, Lima tiene un gusto creciente por ellos, cada vez hay gente que pide makis y los pide con mucha calidad”, detalla Daniel.
Pero la historia de Kuma va mucho más allá del pasado reciente. Daniel, cocinero de profesión, se declara un apasionado de la comida y resalta que su peculiaridad es que le gusta ir a probar platos ya sea en casa de sus amigos o en otros lugares. “Me encanta la comida cubana, los barbecue americanos, la parrilla argentina o la feijoada brasileña. Es una cuestión cosmopolita, y el vehículo para trasladar toda esta memoria gustativa son los makis porque son versátiles”, explica.

Los detalles son tan cuidados que ambos mencionan a la vez que si bien los makis son versátiles tampoco hay que “hacer locuras” como uno de pollo a la brasa o ají de gallina. “Debe haber fusión, un crisol de culturas pero tampoco ser invasivo o prepotente y de pronto clavarle un foie gras al maki. No va. Esa es nuestra lectura, no nos creemos los dueños de la verdad pero consideramos que hay cosas que no van”, agregan y, de inmediato, risas. Muestra de complicidad.
La juventud de ambos emprendedores se refleja en la frescura con la que manejan al grupo humano con el que trabajan y que se compone de otras cinco personas. Las risas detrás de la barra de cocina lo demuestran. Un espacio de confianza.
Y es eso justamente lo que ofrecen con la calidad de los makis. Daniel y Jorge reconocen que las semanas de pruebas fueron intensas pero necesarias para encontrar los insumos precisos para darle calidad a los clientes. El maki Kuma es su plato bandera (palta, langostino furai, batayaki de pulpo con aroma humeado) pero el maki Tropical (con mango) no se queda atrás. Un boom de sabores.

“No puedes quedarte en una sola cosa. El trabajo constante, el esfuerzo y el empeño lo notará el cliente. Si haces un producto donde pones lo mejor de ti, con los mejores insumos y buscas crear para satisfacer el gusto del cliente entonces lo van a tomar a bien. Ahora, nos dan muestra d cariño y afecto”, comenta Daniel.
En efecto, el dúo no puede quedarse en una sola cosa y ya buscan expandirse. Pronto atenderán en un nuevo local en Lince y, el ojo empresarial, los estaría aventurando a moverse al distrito de Comas. “Tenemos mucha expectativa. Dejamos alma corazón y vida. Lo hacemos con cariño y respeto a nuestros clientes. A mediano plazo buscamos cubrir una buena parte de Lima”, adelantan.
La formidable intuición de ambos emprendedores asegura que Kuma se abra caminos en Lima, en el Perú, en el mundo y, así, sea una muestra más de que un sueño puede ser siempre real. ¡A comer!