Durante la cuarentena, pese al tiempo libre que existe para muchos, dormir poco y mal se ha convertido en un problema de la salud pública. El estrés, los turnos de trabajo rotativos (diurnos y nocturnos), así como abusar de bebidas como el café pueden afectar al sueño e impedir un buen descanso.
Todo esto puede provocar insomnio y problemas que afecten al desarrollo de las actividades diarias, incluyendo el desempeño laboral. Por ello, la Asociación Española del Sueño (ASENARCO) afirma que “dormir es una actividad necesaria porque se establece el equilibrio físico y psicológico básico de las personas”.
Según la National Sleep Foundation, la cantidad de horas idónea es de 7-9 horas diarias para adultos. Por lo tanto, dormir menos de esta cantidad de horas durante un período de tiempo prolongado significaría que tenemos falta de sueño, a menos que se encuentre en el pequeño porcentaje de la población considerada de “sueño corto”.
Si has pasado una noche dando vueltas, ya sabes cómo te sentirás al día siguiente: cansado, irritable y de bastante mal humor. Pero la ciencia nos ha demostrado que no contar con las 7-9 horas de sueño nocturno recomendadas provoca muchas más consecuencias que hacerte sentir aturdido y malhumorado.
Consecuencias de dormir poco
La falta continua de sueño se ha asociado estrechamente con hipertensión, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, obesidad, diabetes, depresión y ansiedad, disminución de la función cerebral, pérdida de memoria, un sistema inmunitario más debilitado, tasas de fertilidad más bajas y trastornos psiquiátricos.
Una persona se considera privada de sueño si duerme menos de lo que necesita para sentirse despierta y alerta, según los expertos, y hay personas que pueden sufrir daños físicos y psicológicos por no dormir lo suficiente.
Además, la privación de sueño se ha utilizado en algunos momentos de la historia como instrumento de tortura.
Alzheimer y demencia
Diversos estudios han concluido que pasar tres días consecutivos durmiendo cuatro horas o menos mata células del cerebro. Por si esto fuera poco, si nos pasamos 24 horas sin dormir nuestro cerebro también lo paga. Al no descansar,el órgano pensante es incapaz de limpiar las proteínas que forman las placas que causan la enfermedad de Alzheimer y la demencia.
Aumento de peso
Un estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) ha revelado que el Índice de Masa Corporal o IMC es un 3,6% mayor de media en aquellas personas que suelen dormir menos de cinco horas al día.
Presión arterial
La presión arterial también se ve afectada si dormimos menos de seis horas al día: la presión arterial sistólica aumenta hasta 132 (cuando lo ideal es tenerla por debajo de 120). Esto se consigue, en lo que concierne al sueño, durmiendo las horas adecuadas cada noche.
Problemas estomacales
De acuerdo a investigaciones de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU), dormir menos de cinco horas al día provoca que la hormona que nos hace sentir saciados y que regula el almacenamiento de grasa (la leptina), sea un 15,5% menor y, por tanto, nos lleve a comer a deshoras, aumentando el porcentaje de grasa en nuestro organismo.
Riesgo de ataque al corazón
La falta de sueño puede conducir a un aumento de la presión arterial y a niveles más altos de sustancias químicas relacionadas con la inflamación, que juegan un papel clave en la enfermedad cardíaca.
Disminuye el deseo
Los especialistas en sueño afirman que tanto hombres como mujeres con falta de sueño tienen una baja libido y presentan menos interés en el sexo. El agotamiento de la energía, la somnolencia y el aumento de la tensión podrían ser los responsables, en parte.
Los hombres con apnea del sueño -un problema respiratorio que interrumpe el sueño-, también sufren merma del deseo sexual, pues un estudio publicado en la revista Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism sugirió que muchos hombres con apnea del sueño también tenían niveles bajos de testosterona.