Es bien conocida la teoría de los juegos en la que hay uno denominado de suma cero: ninguno de los jugadores suma, tampoco resta. Simplemente se reconoce un entrampamiento que impide el juego. Esto es lo que está pasando en el Perú hace algunos años.
Claro que ese no es el caso de nuestra selección de fútbol. Contrariamente a lo que sucede en la política, ahí todos suman: el juego fluye, se hacen goles, se agregan puntos y el país –no solamente los aficionados- festeja con merecido júbilo. Lo más probable es que el Perú, otra vez, clasifique al campeonato mundial de Catar 2022. La teoría de los juegos funciona cuando no hay trabas en el equipo, existe una estrategia definida que se va cumpliendo, una dirección técnica solvente que la concibe, un equipo que juega como tal y una hinchada que alienta entusiasta para lograr el objetivo. Para el caso, no hay aliancistas ni cremas ni celestes, hay peruanos. Tampoco existen diferencias entre derechistas e izquierdistas, caviares y fascistas, hay ciudadanos con un propósito común. Por eso es que los triunfos los celebran todos, masivamente y con entusiasmo.
Pues bien, así como el fútbol y en cualquier otra actividad humana, incluida la política, la teoría de los juegos se aplica. Y en este último ámbito el Perú hace rato está en el juego de suma cero. El enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso sigue en el mismo punto muerto desde hace años. Entre la amenaza de la vacancia presidencial por parte del Legislativo y la del cierre del Parlamente por el Gobierno, el juego de suma cero se sigue repitiendo sin concitar el interés ciudadano.
Decir que ha habido seis presidentes de la República durante los últimos seis años, a razón de uno por año en promedio, una clausura del Congreso y dos vacancias presidenciales, se ha convertido en simples datos de la historia, sin advertir la enorme relevancia que cada uno concita en todo orden de cosas. El juego de suma cero es tan perverso e inútil que los comentarios que merece la situación del país –incluida esta columna- se han convertido en un lugar común.
Sin embargo, la solución está a la vista, las reglas son conocidas y de lo que se trata es de llevarlas a cabo. Como en el fútbol: hay que sumar, hay que ganar. Coincidir en un objetivo primordial: mantener el sistema democrático. Todo dentro de las reglas democráticas, nada fuera de ellas. Si el gobierno de Pedro Castillo no cumple su responsabilidad de gobernar –como lo viene haciendo con pasmosa omisión y no menos incompetencia- no solamente el Congreso sino el tantas veces invocado pueblo se encargará de hacerle saber su disconformidad. Lo mismo si el Parlamento no asume su función principal de legislar para asegurar que las cosas funcionen.
Se dirá que la receta es simplista e inejecutable. Sin embargo, la teoría de los juegos bien aplicada, como en el caso del fútbol, lo demuestra: no hay que jugar a suma cero.
*Abogado y fundador del original Foro Democrático.