Es difícil dejar de comentar acerca del ataque que Putin, el dictador ruso, ha ordenado contra Ucrania. Es un punto de inflexión en la historia de nuestro tiempo.
Hay un par de fenómenos que constituyen el trasfondo del conflicto, el primero de los cuales es el regreso de la humanidad a la ley de la selva, y el otro es una redefinición de los conceptos de democracia y derechos humanos en el mundo. El primer tema ha sido trabajado por el profesor Yuval Noah Harari (el autor del conocido libro “Homo Sapiens”), quien sostiene que la invasión de Rusia a Ucrania es un quiebre al proceso de cambio en el que estaba empeñada la humanidad: que las diferencias entre los pueblos no deberían resolverse por la fuerza, o, dicho de otra manera, que los más fuertes no deberían imponerse o sojuzgar a los más débiles movilizando sus ejércitos. La ley de la selva o el uso de la fuerza estaba cayendo en desuso, luego de las dramáticas consecuencias que todas las guerras causan siempre. La historia reciente lo venía acreditando: si bien es verdad la violencia sigue existiendo –y lo seguirá estando- no es menos cierto que las guerras de conquista estaban desapareciendo. Esto, señala con agudeza el profesor Noah Harari, estaba generando que los inmensos gastos de defensa se reorientaran para atender las necesidades de más salud y mejor educación para la gente, al mismo tiempo que incrementaba el nivel de cooperación entre los países. Y es que la guerra no es una ley natural como la gravedad, precisa con agudeza el mismo Harari. Pero la decisión de Putin de agredir a Ucrania con un despliegue impresionante de fuerza ha interrumpido, abruptamente, ese cambio de paradigma.
El otro fenómeno tiene que ver con una nueva visión de la democracia y los derechos humanos. Putin, días antes de la invasión de Ucrania, se reunió en Pekín con el presidente de China, Xi Jinping, y ambos emitieron una declaración en la que, entre otros temas, se refieren a lo que consideran una redistribución del poder respecto de la hegemonía occidental. Se trata, sostienen, de una nueva concepción que ya está en marcha y que ambos líderes comparten para proseguirla: no hay un único modelo democrático ni tampoco una sola definición de los derechos humanos. La democracia debe entenderse como el sistema que garantice el derecho de todos los ciudadanos, sus necesidades y proteja sus intereses. Es el pueblo el que decide si su Estado es democrático, agrega la declaración conjunta. De manera que no existe solo el sistema democrático occidental, aquel que reconoce la alternancia en el ejercicio del poder, la aplicación de pesos y contrapesos, la separación de poderes y el estado de derecho, sino otros modelos heterodoxos, con los cuales hay que contribuir.
El mundo está avisado, entonces: la disputa será entre regímenes autoritarios (de derecha o izquierda) y la democracia, que solo es una, aunque se pretenda redefinir su concepto. Y Putin se ha encargado de acreditar su primera regla: el uso de la fuerza, el regreso a la ley de la selva.
*Abogado y fundador de Foro Democrático