Vladimiro Montesinos ha sido un personaje nefasto para la historia del Perú, no solo por el daño que hizo, que fue bastante, sino por el lamentable legado que dejó. Montesinos hizo dos cosas especialmente siniestras y sin antecedentes conocidos: grabó sus propios delitos para convertirlos en prueba indiscutible, y sobornó congresistas para asegurar mayoría en el Parlamento.
Es necesario recordar ambos sucesos para compararlos con lo que viene ocurriendo ahora en la vida política nacional. La salita del servicio de inteligencia (SIN) se convirtió en el escenario de sus desaguisados: allí, Montesinos grabó a todos los políticos, empresarios y periodistas a los cuales sobornó para asegurar la estabilidad del gobierno de Alberto Fujimori. El legado de los vladivideos se convirtió en una curiosidad mundial para estudiar la patología humana.
Pues bien, ante los graves cargos que vienen formulándose sobre la eventual participación del presidente Pedro Castillo en diversos actos de corrupción, su defensa ha sido lacónica: no hay pruebas. Lo acaba de repetir en su mensaje a la nación de este pasado 28 de julio. Es decir, no importan los testimonios, resultan irrelevantes los indicios, no interesan las declaraciones. Debe aparecer el vídeo: aquel que la insania de Vladimiro Montesinos nos legó para acreditar la comisión de delitos en el país. Dicho de otra manera: si no hay vídeo no hay caso. Pero las cosas para el derecho no son así, tanto que la Fiscalía de la Nación, por primera vez en nuestra historia republicana, ha abierto hasta cinco investigaciones en las que está implicado el presidente Castillo, estando en el ejercicio de sus funciones.
Hagamos referencia, ahora, a la segunda herencia de Vladimiro Montesinos: comprar congresistas para asegurar mayoría en el Congreso. El caso es bastante conocido y no cabe abundar en él. Pareciera que lo mismo estaría haciéndose en la actualidad para que el presidente Castillo no sea removido por el Legislativo. Según ha trascendido, habría hasta doce parlamentarios, a quienes se les identifica como “los niños”, que, sin pertenecer a la bancada oficialista, estarían dando sus votos para que no prospere ninguna moción que pueda afectar la continuidad del actual mandatario. Claro, la invocación a la “estabilidad institucional” y “la gobernabilidad democrática” constituyen la defensa de quienes se prestan a este mecanismo, de la misma manera como en su momento lo hicieron los congresistas que fueron sobornados por Montesinos para garantizar la permanencia de Alberto Fujimori en el poder.
No hay que perder de vista, sin embargo, que los métodos de Vladimiro Montesinos (a los cuales hay que reconocer su calidad de legados por lo está ocurriendo), terminaron por hundir al régimen político al cual buscaban sostener, precisamente por su entraña criminal.
*Abogado y fundador del original Foro Democrático.