Ni el hincha más entusiasta de Alianza Lima podía imaginar que el clásico disputado con Universitario de Deportes, lo iba a favorecer de la manera en que se vio.
Y no era para menos, puesto que este clásico # 365 presentaba un contexto especial. Después de dos años se volvía a la algarabía de un clásico con público, que al igual que la última vez (8 de marzo de 2020), pero con triunfo crema por dos goles, se jugó en el estadio Monumental este domingo 17, a casa llena en la décima fecha de la Liga 1.
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Alianza Lima tenía la presión de ganar. La derrota con Colo Colo de Chile en la Copa Libertadores a mitad de semana ubicaba al entrenador argentino Carlos Bustos en el centro de las críticas. Además, los resultados no habían sido de los mejores en el comienzo de la Liga 1. Mas lo curioso era que la presión no la marcaba la hinchada, sino la dirigencia íntima, que en lo que va del año está ofreciendo las preocupantes señas ya vistas en 2020, cuando el club descendió. Es decir: no se estaba dejando trabajar a Bustos.
Por su parte, Universitario llegaba al clásico con un épico triunfo de visita ante Ayacucho FC en la fecha 9 de la Liga 1. En aquel encuentro, descolló la reciente contratación crema: el polémico Andy Polo.
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Con el arbitraje de Kevin Ortega y un estadio ataviado de crema, el DT uruguayo Álvaro Gutiérrez formó con Carvallo, Corzo, Alonso, Quina, Santillán, Barreto, Cayetano, Novick, Quispe, Polo y Valera. Por su parte, Bustos alineó con Campos, Rojas, Ramos, Míguez, Vílchez, Ballón, Lavandeira, Concha, Benítez, Benavente y Barcos.
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Los primeros minutos mostraron a un cuadro crema con ganas de no defraudar a su gente. Los ataques comandados por Novick causaron peligro en la zaga visitante, pero la dinámica del juego también anunciaba las futuras triangulaciones de Lavandeira, Concha y Benítez. Más de uno creyó que sería un partido disputado y con dientes apretados, pero no fue así. La superioridad visitante se hizo sentir en la confluencia del entendimiento de juego. A saber, Jairo Concha fue la metáfora de esa comprensión técnica, dejando su rúbrica a los 26’ y 30’ de la primera etapa. Ambas con asistencia de Lavandeira, también de gran partido.
En el segundo tiempo, la tranquilidad que se vivía en el equipo de La Victoria experimentó un momento de suspenso tras el autogol de Míguez a consecuencia de una gran jugada por la banda izquierda de Santillán. Corría el minuto 61’ y la esperanza crema se encendía ante una clara posibilidad de empate.
Como reza el dicho, el resultado favorable más engañoso del fútbol es la diferencia de dos goles y Universitario de Deportes tenía todos los recursos para empatar y voltear el encuentro. Sin embargo, este gol de Santillán también fue el reflejo —la desesperación— del juego crema. ¿Tanto podía cambiar un cuadro después de un triunfo en condiciones adversas como el de hace una semana en Ayacucho? Aquí las razones son más emocionales (interna de grupo) que técnicas y haría bien la hinchada en fijarse en la labor dirigencial en vez del comando técnico y los jugadores. Es decir: Si Gutiérrez deja el cuadro crema, también lo debería hacer el gerente deportivo Jean Ferrari.
Los huecos que dejaba el ataque local fueron aprovechados por la habilidad blanquiazul, que ya había detectado el apuro crema a la caza de la igualdad. Por eso, a los 69’ el colombiano Arley Rodríguez marcó el tercero de cabeza y a los 80’ Barcos aprovechó un error de Alonso para fichar el cuarto tanto.
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Esta es la primera goleada de Alianza Lima en el Monumental de Universitario de Deportes. Es un triunfo histórico para Alianza y a la vez un llamado a la autocrítica para la U. La autocrítica es la única manera de salir de las crisis, de cualquier crisis en verdad.