Conocido el resultado del pasado martes 7 de junio, en donde la selección de fútbol de Australia venció por 2 a 1 a su par de Emiratos Árabes, no pocas reacciones se apreciaron en las redes sociales. La especulación estuvo a la orden del día, canalizada principalmente en las virtudes de ambos combinados, subrayándose la cohesión de juego en el equipo de Gareca y la fortaleza física de los seleccionados de Graham Arnold.
Arnold, ni bien acabó el encuentro ante Emiratos Árabes, indicó que “desde mañana empezarán a pensar en Perú”. Declaración tajante pero que sintetiza muchas espinas a extirpar del espectro mundialista australiano, porque de sus seis repechajes disputados, ha perdido cuatro (Escocia/1986, Argentina/1994, Irán/1998 y Uruguay/2002) y vencido en dos ocasiones (Uruguay/2006 y Honduras/2018).

Las redes sociales y la prensa australianas comenzaron a destacar las virtudes de la Blanquirroja a cuenta de sus individualidades, pero como parte de la dinámica generada por estos encuentros marcados por el fervor emocional, estas no tardaron en buscar la desmoralización de los jugadores peruanos. Algunas de estas actitudes resultaron contrarias a los propósitos que las motivaban, como aquella imagen de la hincha australiana sosteniendo una banderilla de su país tras la clasificación a la repesca con Perú, de la que se hizo un meme al retirarse la palabra Australia para colocar nada más y nada menos que las señas, antecedidas de su cuota de insulto, del osito Paddington.
Este meme habría alcanzado la inmortalidad de la ironía si no fuera por dos factores: el primero, el osito Paddington es un personaje literario creado por Michael Bond en 1958. En la novela que da inicio a la saga de este personaje, A bear called Paddington, se precisa que su origen es peruano. Es decir, es un personaje de ficción posicionado en la tradición literaria inglesa del siglo XX e instaurado en el imaginario británico y mundial a razón de las novelas (traducidas a más de 40 idiomas, dato que evidencia los millones de ejemplares vendidos), series y películas que ha protagonizado, al punto que se hizo un video con él por los 70 años del reinado de Isabel II. En el referido video, tanto la monarca y el osito comparten té. Y el segundo factor, el osito Paddington no es un personaje ubicable por la gran mayoría de peruanos como para asumir el mencionado meme como una burla a la Blanquirroja.
A la par de este gracioso dislate, sumemos lo que la prensa australiana ha venido informando sobre el fútbol peruano. A saber, The Sydney Morning Herald señaló sobre la selección peruana lo siguiente: “No tienen la calidad individual o la reputación de los otros oponentes potenciales: Uruguay, Colombia y Chile. Y en términos de jugar con acciones, esto es cualquier cosa menos la “generación dorada” de Perú”, y acto seguido un detallado de la calidad de los jugadores peruanos (es cierto que Tapia juega en la liga española, que Advíncula y Zambrano en el gigante Boca Juniors de Argentina, y que muchos seleccionados lo hacen en ligas calificadas, en comparación a la competitividad europea, de menores; pero también es verdad que esta selección, aparte de haber clasificado a un Mundial luego de 36 años, ha disputado una final de Copa América) del bajo nivel de la liga local y de la pobre participación de los clubes peruanos en certámenes internacionales, como la Copa Libertadores, evento en el que desde el 2013 ninguno logra pasar a los octavos de final.
Las referencias al oso Paddington y la falsa y mezquina radiografía de la selección peruana, muestran el verdadero terreno en el que se disputará el repechaje del lunes 13: la dimensión emocional, porque en lo deportivo ya resulta verdad de Perogrullo aseverar la superioridad individual/colectiva peruana frente a esta selección del continente insular de Oceanía.
Por ello, la confianza no debe estar asociada a la dinámica de juego de los chicos de Gareca. Por ahí no debe depender nuestra esperanza, sino en cuán preparada está la Blanquirroja en la parcela anímica. Si bien el estadio Ahmad bin Ali de Doha cuenta con aire acondicionado –requisito que pidió la FIFA a Qatar para todos sus estadios si pretendía realizar un Mundial, a cuenta de las altísimas temperaturas que no bajan de la “normalidad” de los 40 grados, y que todos los encuentros se disputen en las noches de noviembre por ser el mes menos caluroso–, los australianos están más acostumbrados a las altas temperaturas y han manifestado exorcizarse del trauma de los repechajes perdidos ante precisamente la selección que los venció en el Mundial de Rusia 2018.
Ese es el factor en el que Gareca y su comando técnico deben estar trabajando en estas últimas horas. Australia tiene figuras estelares en su combinado, como Ajdin Hrustic, reciente campeón de la Europa League y autor del gol que puso a su selección en el partido con la Blanquirroja; también el arquero Mathew Ryan y el defensa Bailey Wright. Incluso con esos referentes, futbolísticamente la selección sudamericana no deja de ser superior, siendo su performance en el gramado un acontecimiento inusual porque no es reflejo de su campeonato interno, sino mérito exclusivo de Ricardo Gareca que no solo ha logrado objetivos incuestionables con sus dirigidos, sino que ha fortalecido a un grupo humano que mata por él por el simple hecho de que es coherente con sus postulados.
En el factor emocional descansa la posibilidad de que Perú participe en su segundo Mundial consecutivo –el primero se dio en 1978 y 1982–, que asegurará la gloria en vida a los seleccionados, en especial para los que estarían ante su segunda participación mundialista al hilo. En la fortaleza mental de nuestros jugadores está el único consuelo para los peruanos hartos de la crisis política, social y económica que se vive “gracias” a la nefasta gestión presidencial de Pedro Castillo, que también es percibido por la mayoría de población como corrupto.
Fortaleza mental y dientes apretados. Solo eso. En CARETAS no floreamos. Lo demás ya lo saben nuestros jugadores.