A poco más de un mes para que comience la máxima fiesta del fútbol, las casas de apuestas ya vienen anunciando las preferencias de la fanaticada, del mismo los medios especializados, siempre basados en data ineludible: el ranking de la FIFA, que posiciona a las selecciones nacionales de fútbol de acuerdo a los datos duros de su producción. Es decir: ciencia por ciencia.
Entonces, la estadística señala que el primer puesto lo tiene Brasil, el segundo Bélgica, el tercero Argentina y el cuarto Francia.
Pero el fútbol no representa lo que representa únicamente por hechos factuales, de ser así, no sería fútbol, sino cualquier cosa menos una pasión. La pasión le pone sabor (incidencias, anécdotas) a la historia. En esta ocasión a la historia en los mundiales de estas cuatro selecciones que, según el criterio cartesiano, tendrían las mayores posibilidades de alzarse con la Copa del Mundial Qatar 2022.
Pero veamos:
En Brasil todo es perfecto. Tienen a uno de los mejores arqueros del mundo, Alisson Becker, del mismo modo a hacedores de diabluras tipo Vinicius Júnior y a su estrella Neymar, este último con hambre de gloria. Un cachito, pues, de una constelación de estrellas que bien puede estar segura de conseguir el mayor galardón del fútbol mundial, sin embargo, por extraño que suene, el punto débil de Brasil pasa por su entrenador Tité, a quien no se le va a negar su récord —la mayoría del mismo yace en las competencias sudamericanas—, pero que ha demostrado tener serios problemas de planteamiento —vistos en el Mundial de Rusia 2018, en donde los brasileños llegaron de manera irregular (jugadores perdidos e incómodos) a los cuartos de final.
Si la lógica mandara en el fútbol, desde hace rato Bélgica sería una selección multicampeona, la reina de las copas mundiales, sin exagerar. Y hay razones para creer que Bélgica tiene chances de llevarse la copa de Qatar. Un racimo de lo que tiene el entrenador español Roberto Martínez: Thibaut Courtois, Kevin de Bruyne, Romelo Lukaku y si recupera su nivel: Eden Hazard. No hay mundial de fútbol —ha asistido a todos— en el que Bélgica no guste y no sea favorito. Pero al igual que Holanda, el fútbol aún no se ha impuesto en los belgas como tragedia nacional. El fútbol no es un bien de primera necesidad, no tiene la dimensión de impacto que sí para un sudamericano, africano, asiático y europeo promedio. La aparente perfección social los ha llevado a vivir las derrotas deportivas sin ese factor traumático capaz de sacarte de la rutina. Si Bélgica aún no redondea una participación mundialista, no se debe a taras futbolísticas, sino a la forma en que asumen las instancias decisivas del certamen, ¿acaso les importara campeonar? Aquí hay tarea para antropólogos y sociólogos, y claro, psicólogos también.
Tras el Mundial de Rusia 2018, Francia no sale del modo automático: viviendo de las luces de aquel campeonato en el que todo le salió a pedir de boca. En este sentido, no hay que negar lo evidente: Francia, con Bemzema, Mbappé, Varane, Hernández, Tchouameni, Kanté y Griezmann, es un claro favorito para ganar la copa de Qatar. Y el técnico Didier Deschamps lo sabe muy bien. Tiene a sus elementos en franca competencia, pero los problemas estarían en la interna del grupo humano, en especial, en la actitud de su estrella Mbappé, que ha estado muy distraído en los últimos meses por partida doble: por su continuidad en el PSG y por la difícil interacción con sus compañeros. No olvidemos los consejos que hace unos días le dio Thierry Henry. En los mundiales, los mínimos detalles deben cuidarse. ¿Lo hará Deschamps que anhela alzar su tercera copa mundial, la segunda en calidad de entrenador?
De este grupo de favoritos, es Argentina la selección que se acerca al Mundial de Qatar en un inmarcesible estado de gracia, tanto en lo individual y colectivo. Por ejemplo: Lionel Messi, quien disputará su último certamen, del cual pretende salir ganador; lo acompañan Ángel Di María, Rodrigo de Paul, Lautaro Martínez y Emiliano Martínez. Esta es la columna en la que el técnico Lionel Scaloni conduce su éxito (no olvidemos que la Copa América 2021 significó para los argentinos quitarse una mochila pesada desde la Copa América de Ecuador en 1993, tampoco pasemos por alto que en mayo último derrotó al vigente campeón de Europa, Italia, en la Finalissima celebrada en Wembley).
Las esperanzas de la fanaticada argentina están más que justificadas. No por nada ya hay más de 40 mil hinchas con pasaje asegurado a Qatar. Un repaso a la historia de Argentina en las copas mundiales y torneos internacionales regionales arroja un hecho incuestionable: su dirigencia ha cometido más de una locura. Verbigracia, lo que no se olvida: haber designado en su momento a Maradona y Sergio Batista para hacerse cargo de la Albiceleste.
El mundo futbolero ha visto más de una vez cómo la dirigencia argentina no ha aprovechado al máximo el potencial de su privilegiada generación de jugadores (Maxi Rodríguez, Javier Mascherano, Juan Pablo Sorín, Hernán Crespo, Juan Román Riquelme y más). Pues bien, tras la decepción de Sampaoli en el Mundial de Rusia 2018, la dirigencia nombró en el puesto de entrenador interino a Scaloni, de quien había más dudas que certezas sobre su capacidad a razón de su poca experiencia como entrenador. Todo indicaba que se repetiría la historia. Pero los hechos son claros: consiguió la Copa América 2021 celebrada en Brasil y la Finalissima ante Italia este año en Inglaterra.
Desde la selección conformada por Marcelo Bielsa para el Mundial Corea/Japón 2002, no se había visto a una selección argentina fuerte en todas sus líneas. Un datito: el punto débil de las anteriores representaciones, el arco, ahora tiene al seguro Martínez; en el medio campo cuenta con jugadores/obreros “todo terreno”, de los que destaca De Paul; y lo más importante: un Messi sintiéndose líder y respaldado por sus compañeros.
¿Qué hizo Scaloni? Nada del otro mundo: lo que no hicieron quienes lo antecedieron: jugar para Messi. Que Scaloni no haga lo que Bielsa en el 2002: romper el grupo con jugadores que no habían sido parte del exitoso proceso eliminatorio. Falta poco para el Mundial y las locuras deben estar proscritas.