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Mariana Enriquez: “Toda consagración es transitoria. A todos nos gusta ser halagados, pero debemos saber que son momentos” | Entrevista

Por: Gabriel Ruiz Ortega | Narradora argentina Mariana Enriquez conversa con CARETAS sobre su última novela "Nuestra parte de noche".

miércoles 28 de diciembre del 2022
en Cultura
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Mariana Enriquez: “Toda consagración es transitoria. A todos nos gusta ser halagados, pero debemos saber que son momentos” | Entrevista

Mariana Enriquez en estado de gracia. El saludo crítico a "Nuestra parte de noche es unánime". (FOTO: NORA LOZANO)

La literatura de terror y la cultura popular confluyen en Nuestra parte de noche, título que ganó el Premio Herralde de Novela 2019 y que sigue recibiendo el reconocimiento de la crítica y el contundente saludo de los lectores. Esta novela confirma a Mariana Enriquez como una de las voces estelares de la narrativa hispanoamericana del siglo XXI.

-Esta es una era en la que el artista/creador está muy expuesto. No eres muy activa en redes, pero se te menciona mucho a razón de tus libros. Siendo ya una autora consagrada, ¿cómo cuidas tu mundo creativo ante esta sobrexposición?

Yo no siento que la sobrexposición, que por supuesto existe, afecte mi mundo creativo. Sé que se me menciona bastante y a veces hablo con los lectores o comparto fan art que hacen en redes, pero en general —y siempre ha sido así— mi mundo y mis gustos suelen ser bastante impermeables al “afuera”, cualquiera sea.

-O siendo más específico: ¿Cómo llevas la consagración? Yo percibo que no te dejas marear por ella.

Me preocupa mucho más si la expectativa va a condicionar mi escritura de alguna manera; saber que se espera mucho de una es complicado, no voy a ser hipócrita y decir que no pienso en qué hacer de aquí en adelante. Espero que esa sensación se me pase, lo hablé un poco con Fernanda Melchor, le pasaba un poco lo mismo después de Temporada de huracanes, pero salió del atolladero con una novela breve, valiente, violenta. Ya encontraré mi manera. En cuanto a marearme… Mi vida, la verdad, es que sigue muy parecida, no tengo demasiado contacto con escritores ni me muevo en ese ambiente —tengo amigos, escritores a quienes admiro, pero mi vida no pasa por el mundo literario— y creo además que cualquier consagración es transitoria, lo mismo que el éxito. A todos nos gusta que nos halaguen, pero creo que debemos saber que son momentos.

-El título de tu última novela, Nuestra parte de noche, lo tomas de un verso de Emily Dickinson. Dickinson es la poeta de la conmoción cotidiana, recurso muy presente en toda tu obra narrativa.

Mi elección pasó porque quería que la poesía estuviese presente en el título y quizá por cuestiones autobiográficas de Dickinson, su encierro, su vida “gótica”, aunque su poesía no lo es. Finalmente, como casi todo lo que hago, lo elegí porque el verso (es medio verso igual) me gustó. Es la traducción de Silvina Ocampo, con cuya biografía había trabajado. Suelo ser bastante arbitraria y caprichosa con los títulos.

LEE | “La literatura se hace con literatura, no creo que haya que vivir de primera mano lo que se escribe”, dice Hernán Díaz, finalista del Pulitzer y PEN/Faulkner | Entrevista

-Ahora que acabas de mencionar a Silvina Ocampo, ¿qué es lo que te llamó la atención tanto de su biografía y vida para La hermana menor?

Me lo pidió Leila Guerriero, que es la editora del libro, porque sabía que yo tendría interés y conexión con Silvina. En ese momento no tenía muchas ganas de embarcarme en un proyecto así, que es largo y bastante arduo, pero Silvina me interesaba lo suficiente. La leía desde chica, me sorprendía su absoluta originalidad y su mundo tan brutal de muchas menores, incluso en el lenguaje, pero no sabía mucho de ella, salvo lo obvio: amiga de Borges, esposa de Bioy Casares, hermana de Victoria Ocampo. Quise saber más sobre esta mujer a quien intuía peculiar. Y lo era. Es muy asombrosa su falta de condicionamientos literarios: escribía con total libertad, mezclaba géneros (en el sentido de identidad de género: un personaje empezaba mujer, terminaba varón y a veces ni siquiera era una persona, era un trapo), no le importaba ser morbosa ni escribir decenas de cuentos sobre niños perversos y celos patológicos… A su manera era una escritora muy extrema, cosa que también creo le estaba permitida porque era rica, y el dinero da libertad. También puede ser una bella prisión si una decide ser una figura pública, pero ella era muy privada, no una reclusa, pero de ninguna manera una señora de sociedad. 

-¿Crees que el género de terror está dejando de ser visto como uno menor?

No lo sé. Siempre lo de “género menor” me dio un poco de vergüenza, como todo lo que se dice desde el elitismo y la pretendida superioridad estética e incluso moral. Nunca necesitó nada el género de terror para dejar de ser “menor”, solo críticos que abandonasen sus prejuicios. Hay una idea de que el género es solo entretenimiento que, creo, está siendo revisada —porque está claro que un género que trabaja con una emoción tan central en la existencia como el miedo no puede ser desechado como banal—. Por otra parte, el entretenimiento no me parece una mala palabra ni una condena. El otro prejuicio es que el género no tiene pretensiones literarias, o sea, que está mal escrito: bueno, todos los géneros tienen escritores muy poco competentes técnicamente, en especial el realismo. El terror es un género popular: supongo que eso también le ha jugado en contra en ciertas concepciones elitistas de la literatura.

Novela ganadora del Premio Herralde de Novela 2019. (FOTO: PATZY VALLES)

-La crítica ha sido unánime en la recepción de tu novela. ¿Consideras que Nuestra parte de noche es también un tributo a la cultura popular?

Claro. Hay Stephen King y novelón latinoamericano y televisión, y rock y cine y ocultismo y creencias orales populares folklóricas… Una constelación de narrativas populares que consumo y que marcan no sólo lo que escribo, sino mi sensibilidad.

-¿Desde cuándo comenzaste a idear Nuestra parte de noche? Su extensión permite que esta tenga muchas capas narrativas que desarrollen tópicos, siendo el factor político uno de ellos. Al respecto, ¿sigue siendo lo que sucedió en los años de la represión militar un hecho que aún no cicatriza, característica de la que algunos creadores no pueden obviar?

Que yo recuerde, alrededor de 2015 tuve la idea de una novela larga, una secta, un dios invocado… Una idea muy de género con mucha trama, empecé por ahí. De inmediato salieron los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego, a ese libro le fue bien y abandoné la novela, que debo haber retomado en 2017 y terminé en 2019, no fue mucho tiempo. Lo que sucede con la dictadura —que yo no creo que sea uno de los temas principales de la novela, quizá sí la política— es que aunque obviamente terminó formalmente, no terminó en cuanto a sus consecuencias sociales. La crisis económica y social en la que vive Argentina hace que mucha gente añore un gobierno autoritario, como si pudiese ponerle fin; los juicios por crímenes de lesa humanidad de las fuerzas armadas continúan hoy mismo, mientras escribo esto seguramente en algún lugar está por empezar, terminar o continúa un juicio. Algunas partes de la sociedad están muy divididas respecto al rol de los organismos de derechos humanos y creen que defienden a militantes armados que eran violentos; otros los consideran héroes de nuestra sociedad. La dictadura secuestró chicos, los hijos de esos militantes y se los entregó a familias a veces que no tenían idea —por ejemplo, gente que trabajaba para ellos como choferes— o a otros militares para criarlos lejos de la “influencia” de la familia. Esos chicos hoy son adultos de mi edad, muchos recuperan su identidad por el trabajo propio y de los organismos de derechos humanos, otros permanecen con la identidad de sus apropiadores. De modo que hay personas viviendo sus vidas sin saber realmente cuál es su historia o con una historia cambiada. Hace unos días el presidente estuvo en un acto en la ESMA, el mayor centro de detención clandestino de Buenos Aires, que hoy es un centro cultural y museo. La dictadura está muy presente y bastante más para los que la vivimos, como niños (es mi caso, con los relatos de mis padres sobre todo, y con todo el material de la posdictadura, que reveló lo que sucedía en libros, revistas, tele, todo, de una manera muy explícita) o los mayores que la transitaron como adulto. Supongo que no estará ya tan presente en las nuevas generaciones de escritores.

-A tus lectores les gustaría saber tipo de cine consumes y qué bandas/solistas escuchas mientras escribes.

No soy muy específica en mis gustos. Digamos que elijo diez películas y diez músicos, que escucho siempre, no solo cuando escribo. Mulholland Drive de David Lynch; Velvet Goldmine de Todd Haynes; La Ciénaga de Lucrecia Martel; El exorcista de William Friedkin; Apocalypse Now de Francis Ford Coppola; Trouble Every Day de Claire Denis; Mi mundo privado de Gus Van Sant; Rebelde sin causa de Nicholas Ray; Stalker de Andrei Tarkovski; Come and See de Elen Klimov. Músicos: Nick Cave, The Rolling Stones, Cat Power, PJ Harvey, David Bowie, Gabo Ferro, Suede, Manic Street Preachers, Nacho Vegas, Lucinda Williams, The Pogues, Prince.

-Uno de los temas que recorre tu obra y que se hace presente en esta novela, es la muerte. Tu novela obtuvo el Premio Herralde de Novela 2019 y ha tenido que circular durante una pandemia. Cada quien tiene una relación propia con la muerte. En este sentido, ¿cuál es la tuya en función a lo que has escrito y piensas en escribir en el futuro?

Creo que, como mucha gente, le tengo miedo a la muerte y aún más a la enfermedad y el deterioro del cuerpo, por eso me resulta tan extraño que el libro haya circulado y haya tenido buena recepción en pandemia. ¡No sé si yo querría leer algo así! También es cierto que la muerte me da mucha curiosidad: es el único real misterio. Ahora mismo me interesan las historias de fantasmas y aunque no estoy escribiendo ficción, sospecho que lo próximo puede venir por ahí, y también por el cuerpo como espacio que se rebela, que nos traiciona y contiene.

La literatura de Stephen King es uno de los referentes de Mariana Enriquez. Fuente: stephenking.fandom.com

-Acabas de decir que no estás escribiendo ficción. ¿Eso quiere decir que estás en un proyecto de no ficción o es que tu sensibilidad se ha visto afectada por la pandemia (no pocos autores indican que no están escribiendo ficción a causa de lo que estamos viviendo)?

Las dos cosas. Terminé dos proyectos de no ficción —uno es una ampliación más bien— y durante muchos meses la pandemia me tomó por completo la cuestión de escribir ficción, como si se hubiese apagado la lámpara de la imaginación. Esos proyectos que en rigor son híbridos ayudaron bastante. Aún no estoy escribiendo de todas maneras, sé cuándo debo esperar y además empecé otro proyecto de no ficción, también híbrido, no crónica periodística.

-¿Cómo convive la Mariana Enríquez autora de ficción con tu contraparte de no ficción? ¿O el discurso (tensión narrativa) es el mismo y solo cambia el método?

Yo siento que solo cambia el método, pero de una manera muy radical: la no ficción —en estos casos, además, puntualmente el periodismo, los perfiles, las reseñas— está atadas a dos cosas: la responsabilidad con el público y el apego a los hechos. Ninguna de estas dos cosas son esenciales en la ficción, ni necesarias. Entonces sí, el método es lo distinto, pero lo es de una manera ética y de posicionamiento, lo que es muy diferente.

-¿Cuán difícil fue configurar a un niño como Gaspar, uno de los personales centrales de Nuestra parte de noche? ¿Tuviste algún referente literario o cinematográfico o musical?

No tuve ningún referente, no soy madre ni tengo niños cerca así que Gaspar se configuró mucho respecto de su padre, es un reflejo deformado de él, deformado para bien quizá, que fue creciendo. En general, no modelo a mis personajes con referentes más que físicamente quizá, en plan musos, porque no me funciona para nada.

-Hoy se cuenta con no pocas escritoras latinoamericanas de nivel. Incluso, se podría decir que lo más atractivo del discurso de ficción lo vienen escribiendo las mujeres. Desde los inicios de tu obra has demostrado que eres fiel a tus temas (la muerte, el miedo, las referencias a la cultura popular), sin embargo, como escritora ¿sientes que has tenido que esforzarte el doble en comparación a tus pares varones? ¿Piensas que la recepción a lo que escriben las mujeres ha cambiado o solo es un saludo a la bandera?

La verdad, sin bajada de línea alguna, es que no. No siento que me tuve que esforzar más que mis colegas varones. Eso no quiere decir que mi caso no sea particular y esté atravesado por mi experiencia, o que por casualidad ocurrió así. Otras escritoras quizá sí han tenido que atravesar ese esfuerzo o incluso lo estén atravesando ahora. Creo que la recepción ha cambiado de verdad, además el cambio en la posición de la mujer se da en todos los ámbitos, es totalmente lógico que ocurra en literatura y creo que es absurdo (o quizá un deseo que algunos escritores varones esconden bien) pensar que es una moda.

«Reflexiones Bizantinas: Mujer, ciudad y muerte», exposición de Valia Llanos
Tags: Mariana EnriquezNuestra Parte De Noche
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