Susana Baca es una artista muy admirada y respetada en Perú. Además, este reconocimiento no es exclusivo para esta tierra rica en manifestaciones culturales, puesto que su trayectoria es saludada y apreciada en muchos países del mundo. En esta ocasión, CARETAS conversa con Susana Baca, que se encuentra en su casa de Cañete, haciendo lo que la apasiona: música.
-Aunque la pregunta pueda parecer ingenua, es inevitable: ¿cómo recibiste la nominación al Grammy Latino a Mejor Álbum Folklórico por A Capella?
He recibido esta nominación trabajando. Como sabes, estamos confinados, guardados. Y con mucho cuidado porque soy población de riesgo.
-¿Y cómo estás llevando esta llamada nueva normalidad?
Ahora trabajamos mucho más. Estoy ensayando, comunicándome permanentemente con mis músicos, haciendo mis ejercicios y también algunas grabaciones solidarias, como la que hice para una entidad maravillosa que trabaja con niños de Cusco. Esta entidad se llama Manos Unidas y harán un concierto para recaudar fondos. Todos los días estoy haciendo cosas.
-Cuando te llamaron para informarte de la nominación, ¿hacías algo en especial?
Eran días en los que estábamos grabando, además, acabábamos de hacer un especial de Chabuca Granda. Siempre estoy muy activa, haciendo clases, por ejemplo. No recuerdo qué estaba haciendo cuando me llamaron, era un día habitual y de pronto me llaman y me felicitan por la nominación al Grammy por A Capella. Andaba muy desconectada y empecé a ver las noticias y me enteré de la nominación también por los medios. Todo fue muy lindo, mi teléfono reventaba de saludos y felicitaciones.

-Y está el hecho mismo del contexto que estamos viviendo.
Este disco se hizo tras un fracaso total. En febrero viajamos a Europa y estuvimos en Barcelona. Este era un viaje de trabajo y en el que aprovecharíamos para visitar a los amigos, principalmente a los mayores. Estábamos de camino a Italia porque unos jóvenes músicos italianos estaban haciendo música con influencia del landó y me propusieron grabar con ellos. Estaba con esa fiebre de ir allá, hacer una clase maestra, ofrecer conciertos y grabar con ellos. Entonces se trunca todo. Y nos tuvimos que regresar. De haberme quedado allá no habría nada, no estaríamos hablando en estos momentos.
-¿Y cómo nace A Capella?
Ricardo Pereira, mi compañero, me pregunta un día por qué no cantas a capella. Fue muy curioso porque siempre estoy cantando ya fuera de mis ensayos. Por ejemplo, canto mientras cocino. Y mientras lo hacía, salió una frase, una especie de letanía: “quién dijo que todo está perdido”. Fue una luz, una revelación y nos pusimos manos a la obra.
-Lo técnico, se ve, no fue un inconveniente.
Con las justas tengo un teléfono y Ricardo me anima a que grabe. Entonces llamamos a un alumno nuestro, Jonathan Mendoza. Él vino a la casa. Esta casa es grande y se quedó en una habitación, siempre con distancia social y usando mascarilla para respetar los protocolos. Desde el primer momento hubo mucho corazón.
-Igual no deja de ser un trabajo que demanda mucha fuerza interior.
Es que grabé este disco imaginándome los ojos de mis amigos, imaginando la presencia de los músicos, imaginando como si estuvieran en esta casa porque aquí hemos pasado momentos maravillosos. Lo único que pude hacer con A Capella es mirar dentro de mí, sacar mi alma, mi sufrimiento y acompañar a toda la gente que está viviendo estos tiempos tan duros e inciertos.
-Hace un momento dijiste que no estás muy enterada de las noticias.
Recién hoy después de semanas escuché las noticias y me parece terrible cuánta gente ha muerto, amigos personales a los que no hemos podido despedirlos. Ha sido duro para todos, nadie puede decir que no se ha visto afectado por la pandemia. Lo que podemos hacer por esta gente y nuestros amigos es no olvidarlos. Si te olvidan es que estás muerto de verdad.
-Su factor sorpresa configura aún más la pesadilla.
En la vida pensábamos que esto iba a pasar. Nosotros hemos celebrado al recibir este 2020, estábamos en la casa de una amiga, con músicos, bailando, proyectando lo que sería este año de retos e ilusiones. Y después viene esta pandemia terrible que se come a la gente. Hemos tenido que sufrir mucho. Solo queda cuidarse porque este virus te mata si te dejas. Ahora cada quien es dueño de su propio cuidado.
-Esta pandemia también ha reflejado nuestra precariedad como país.
La pandemia ha desnudado muchas carencias. Nuestro país es un bello lugar, hermoso, con gente buena, que es mayoritaria en comparación con la gente corrupta. La gente que quiere este país es gente buena. Hemos visto la precariedad de nuestro sistema de salud y nos preguntamos en qué se han gastado los fondos de salud, cómo es posible que estemos en esta situación. Con estas carencias han muerto miles de peruanos.
-Precariedad en el sistema de salud y todo lo demás.
Es que como estamos tan dolidos por el Perú porque hemos visto una cadena de desgracias, miremos la educación.
-Y hay mucho desempleo.
Y no hay trabajo. Yo trabajo apoyando a otros, pero lo que es mi trabajo, no lo tengo. He perdido mis giras, mis presentaciones. Lo he perdido todo. Tenía planes para celebrar mis 50 años en la música en toda América Latina, Estados Unidos y Europa. Y así están muchos compañeros. Es una lástima lo que sucede con los músicos que trabajaban los fines de semana. Ahora en los fines de semana no hay chicha, salsa, música folklórica. Esos días de felicidad para miles de peruanos no existen más.
-En este sentido, ya que fuiste ministra de Cultura, ¿cómo ves el apoyo a los artistas por parte del Ministerio de Cultura?
Hay una convocatoria para un bono especial para los artistas y me parece muy bien porque hay compañeros que necesitan de ayuda inmediata, están pasando muchos apuros. En lo que sí se debe mejorar es en el reglamento que los artistas deben llenar, es un reglamento demasiado técnico y muchos no lo han completado porque era muy difícil; es natural que sea algo complejo para que no haya gente que se aproveche de la situación y se garantice que quienes se beneficien sean artistas genuinos. Yo creo que hay que enmendar ese error y hacer una prórroga. El Mincul está haciendo este esfuerzo para poder paliar la crisis que están viviendo los artistas.
-La cultura como tal ha revelado en esta pandemia su importancia. ¿Es la cultura para ti un bien esencial?
La cultura es un bien esencial. A mí, por ejemplo, me gustó mucho escuchar a la canciller alemana Angela Merkel decir que la cultura es un elemento de primera necesidad. La cultura es un alimento para el alma. Es un artículo de primera necesidad porque enriquece tu espíritu, tu alma y tu mente.
-¿Y qué te dice la gente sobre A Capella?
La gente es muy buena y generosa. Me decían que los temas de A Capella les había levantado el ánimo. Para eso está la cultura, que ayuda a paliar el sufrimiento de la gente. Eso es lo que hacen los artistas y la cultura. En la red puedes ver grandes museos, buscar conciertos, charlas, conferencias, debates. Cultivar el espíritu es un alivio para los tiempos difíciles. La cultura te fortalece. En esta época, leer poemas sobre el Perú ha sido estimulante. Los poetas han estado publicando sus poemas en las redes, se ha compartido cultura.
-¿Cómo te ves para los jóvenes artistas?
Acá en cañete tenemos gente muy valiosa, con mucho talento y energía. Yo creo que soy un estímulo para ellos, hasta un referente. Si Susana lo puede hacer, yo también lo puedo hacer, piensan.
-Hablando de referentes, ¿qué recuerdas de Chabuca Granda?
Me he alimentado de una relación muy hermosa, casi de madre a hija, con Chabuca Granda. Estar cerca de ella cuando cantaba, corregía y ver cada paso de su proceso creativo. Ella es una mentora para mí. Yo aspiro a ser mentora de muchos en la música. Estuve en california y me tocó cantar con músicos jóvenes que sabían mis canciones desde niños, siempre me encuentro con jóvenes que conocen mi trabajo, como es el caso de René Pérez de Calle 13, porque su madre tenía un casete mío de mis canciones y él de niño me escuchaba. Tengo hijos de la música en muchas partes del mundo.
-Hace poco se te mencionó en el contexto del caso Richard Cisneros. Tú hiciste una aclaración y de ahí no más.
Claro, porque desgasta, te quita tiempo, en vez de estar polemizando, si tienes razón o no, mejor te lees un buen libro. Yo adoro a todos los novelistas porque te sacan de la realidad y hay libros que leo y estoy metida en el tiempo, las descripciones de época y los personajes.
-Lees muchas novelas.
Leo mucho. En el caso de la novela, esta te desconecta y refresca el alma. La dejas de leer y haces cosas como hacer el arroz, calentar el tamal y vuelvo al libro….
-¿Alguna novela peruana que te haya gustado?
He leído La Perricholi de Alonso Cueto. Es una novela tremenda, maravillosa, que habla de los caracteres de la gente del siglo XVIII. La Lima de antes no tiene mucha diferencia con la Lima de hoy.
-Es que hay una línea “emocional” que recorre la cultura peruana y que se registra mejor en la ficción: el trascendido, el chisme, la habladuría.
La carnicería… Tienes razón, Lima es un lugar de habladurías, se inventan cosas a cada rato.
-A muchos les gustaría saber cómo es tu día de trabajo artístico.
Me levanto temprano y hago mis ejercicios antes de desayunar. Desayuno y a las 10 de la mañana ya estoy viendo mi agenda que es un poquito apretada. A las 12 almuerzo y después de una pequeña siesta, sigo ensayando. Mi disco A Capella se hizo en días de delirio creativo y su producción estuvo a cargo de Ricardo, que ha hecho un maravilloso trabajo.
-Aparte de la música, ¿estás en algún proyecto distinto?
Tengo pendiente mi autobiografía. La estoy escribiendo. Yo creo que es importante dejar este testimonio porque hay muchos jóvenes que quieren ser artistas. Es una tarea difícil, pero hay que hacerla. He tenido etapas durísimas en mi vida que he superado con mucho esfuerzo y sacrificio. Quiero compartir lo que sé, lo que he aprendido y lo que he superado.
-Como en toda autobiografía, en esta hay momentos de todo tipo. En tu recuento de vida, están factores que también reflejan la cruda realidad peruana, su tara mayor: el racismo. A eso se le suma el hecho de que eres mujer. Todo un combo en contra para salir adelante.
Así es. El racismo, el clasismo y el machismo. Todas las dificultades las he superado con la cultura, con la lectura de muchos libros. Desde muy temprana edad he leído. Me marcó mucho Soledad Brother de George Jackson. Esta es la historia de un muchacho negro de Estados Unidos, en la que se cuenta cómo el racismo lo mete en una cárcel y no lo deja salir. Él comete un robo y tiene que pagar por esa falta, pero por 39 dólares lo castigan 11 años, los cuales nos los hace vivir. Él ahí se da cuenta de que la cárcel se convierte en el aprendizaje de su vida al momento de conocer a otros presos y deja una enseñanza de vida para que a otros no les ocurra lo que a él.
-La cultura negra es rica, pero ha debido pasar mucho tiempo para que el reclamo sea atendido.
He seguido con atención a Angela Davis, también la lucha de los derechos de los negros, movimientos como el Black Power. Todo este aprendizaje me hizo ver que los negros hemos contribuido a esta nación. Soy mujer y me siento orgullosa de mis raíces. En el Mincul dejé un proyecto en contra del racismo. Hay que propiciar todos los diálogos sobre interculturalidad, porque hemos contribuido a la cultura de este país, por ejemplo, los negros lucharon en muchas ocasiones para defenderlo. Tenemos un lugar en la historia peruana de todas maneras.
-No siempre sucede esta saludable combinación: ser reconocida en el mundo y a la vez una buena persona.
Tú tienes una verdad y estoy segura de esa verdad, y sé lo que soy. Tengo a Ricardo, un compañero maravilloso que me ha hecho crecer. La música que hago es una muestra de la riqueza de la cultura negra. Hay que integrarnos más.