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Rescatan «Engranajes», la primera novela de la escritora peruana Rosa Arciniega

Por: Gabriel Ruiz Ortega | La obra de la escritora peruana, que en España fue muy conocida por los lectores y saludada por la crítica a inicios del siglo XX, viene siendo requerida y estudiada. Para tener mayores luces de la publicación, CARETAS se comunicó con Inmaculada Lergo, literata española, editora y difusora de la poética de Rosa Arciniega. Además, Lergo anuncia la edición peruana de otra novela de Arciniega, "Mosko-Strom", a cargo de Pesopluma.

sábado 16 de enero del 2021
en Cultura
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Rescatan «Engranajes», la primera novela de la escritora peruana Rosa Arciniega

Arciniega se posicionó enseguida a su llegada a Madrid como una mujer moderna, de ideas avanzadas y afín ideológicamente a tendencias de izquierda; por eso al llegar se vinculó con el grupo de otros peruanos afincados en la capital de tendencia similar, como lo era el grupo de César Falcón, los hermanos Abril de Vivero, César Vallejo, Félix del Valle o Teresa María Llona entre otros, así como al de otras mujeres de izquierda como Concha Méndez, Maruja Mallo, Ernestina de Champourcín, Victoria Kent, etc.; y encajó muy bien con los aires de renovación respecto al papel de la mujer en la sociedad propiciados por la II República. Fuente: El País

Cuando en 2019 se publicó/rescató la novela Mosko-Strom (Editorial Renacimiento) de Rosa Arciniega, no pocos lectores y especialistas en la historia de la literatura peruana mostraron un ánimo más que favorable. El entusiasmo no era para menos. Para unos se trató del descubrimiento de una autora cuya obra fue muy saludada en España durante la primera mitad del siglo XX, mientras para otros este rescate supuso la oportunidad de acercarse a la riqueza de una poética de la que solo se conocía de oídas y referencias sueltas.

Mosko-Strom, publicada en principio en 1933, supuso un acontecimiento. En este sentido, los debates y conversatorios sobre esta novela y la vida de Arniciega estuvieron a la orden.

Inmaculada Lergo, crítica española y conocedora de la literatura de la escritora peruana, y editora de Mosko-Strom, es también la responsable de que tengamos a Arciniega nuevamente de regreso, pero esta vez con el rescate de su primera novela: Engranajes, de 1931, y publicada en 2020 por Ediciones Espuela de Plata.

CARETAS se contactó con Lergo para que ofrezca mayores luces sobre esta novela de Arciniega, que sin duda alguna va a generar la misma discusión de cuando la conocimos hace dos años.

Lo pequeño no es sinónimo de brevedad. CARETAS le hizo llegar tres preguntas a Lergo, pero las respuestas de la crítica son un cristalino río. No es para menos. La obra de Arciniega se ha impuesto a cantadas campañas de silenciamiento y no pocas inquietudes brotan a partir de la lectura de sus libros. Una de varias: ¿Por qué descubrimos tarde una obra valiosa?

-Aparte de su valor literario, ¿qué valor documental tiene Engranajes en la galaxia poética de la escritora Rosa Arciniega? Tras el éxito de Mosko Strom, ¿el interés por la obra de Arciniega está creciendo?

Engranajes fue una obra muy importante en la trayectoria personal y literaria de Rosa Arciniega. Fue su primera novela larga, y de manera arrolladora le trajo el reconocimiento general y la fama. Su extraordinario valor literario se vio inmediatamente refrendado, pues a los pocos días de su publicación, en mayo de 1931, fue valorado como «El mejor libro del mes», reconocimiento que otorgaba un jurado compuesto por escritores de la talla de Azorín, Ramón Pérez de Ayala, José María Salaverría, Enrique Díez-Canedo, Pedro Sáinz Rodríguez y Ricardo Baeza, y que la ponía, por citar solo dos ejemplos, en paralelo con Pío Baroja o Miguel de Unamuno, que fueron los que recibieron la misma distinción el mes anterior y posterior a ella.

Pero más allá de su valor literario, como me preguntas, o digamos que junto a él, está el testimonial; tanto el personal de esta primera época –la mejor y más prolífica literariamente–, como el del lugar y circunstancia histórica que la envolvió y que le fueron muy propicios.

Arciniega se posicionó enseguida a su llegada a Madrid como una mujer moderna, de ideas avanzadas y afín ideológicamente a tendencias de izquierda; por eso al llegar se vinculó con el grupo de otros peruanos afincados en la capital de tendencia similar, como lo era el grupo de César Falcón, los hermanos Abril de Vivero, César Vallejo, Félix del Valle o Teresa María Llona entre otros, así como al de otras mujeres de izquierda como Concha Méndez, Maruja Mallo, Ernestina de Champourcín, Victoria Kent, etc.; y encajó muy bien con los aires de renovación respecto al papel de la mujer en la sociedad propiciados por la II República.

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Quiero decir con esto que, dentro del universo literario de la autora, esta primera novela en especial tuvo el valor de haber dado cabida –e inicio–, y haber sido vehículo de expresión tanto de su compromiso social a nivel ideológico como de una concepción muy definida sobre la literatura.

Decía Todorov que toda literatura es arte e ideología juntas, que es un medio a través del cual el escritor se posiciona frente a los valores de la sociedad en que vive. Esto es algo muy claro en la producción de Arciniega, y muy especialmente en las cuatro novelas –Engranajes, Jaque Mate, Mosko-Strom y Vidas de celuloide– escritas y editas en España, y también en muchos de sus cuentos de esos años. Es en esta su primera novela, Engranajes, donde –solo por una vez porque no lo repite– abre con un “Preliminar” –breve y contundente– teorizando sobre la labor del escritor y del artista, quizá para justificar la crudeza de la historia que le ofrece al lector en las páginas de su novela.

Considera Arciniega que negar la existencia del dolor es “absurdo” además de “antihumano”, y que si el arte y la literatura se han despojado al fin de su ornamento forzado, no puede ahora el escritor quedarse “con la pluma en alto”, sino que debe tener valentía y audacia a la hora de crear, abriendo nuevos caminos. Y ella lo hizo desde luego, especialmente en Engranajes, abordando la problemática obrera de plano y con fuerza, con una prosa ágil, personalísima y de trazas vanguardistas.

Cierto que la vanguardia literaria englobaba política, arte, literatura y pensamiento, pero bajo el casi incuestionable precepto de instrumentalizar la literatura. La llamada “cuestión social” marcó en esas primeras décadas del siglo XX el rumbo de intelectuales y artistas, pero Arciniega no gustó de plegarse a imposiciones partidistas, su condición era sobre todo esencialmente humana, como la poesía de su compatriota César Vallejo, a quien sin duda admiraba –antes de ser reconocido y afamando– y cuyo nombre lleva uno de los personajes de Engranajes.

Es en este sentido en el que el periodista José María Rondón, –en revistamercurio.es (20-12-2019)–, comenta que el impulso de su arremetida contra el progreso sin alma que se muestra en Mosko-Strom y en Engranajes nos muestra a una intelectual vigorosa y convencida de que la acción cívica es una de las mejores formas de la decencia, y que por ello escribió con convencimiento, “sin dios ni amo”, dice, razonando sin temor y a la vez rechazando toda aquella ortodoxia que marcase un surco único por el que transitar. Todo esto le fue reconocido en su momento, y la prensa, de forma unánime, se hizo eco sobre todo de su “valentía”, “atrevimiento al abordar una novela de obreros”, “objetividad”, “descarnar el problema y presentarlo, mudo y escueto y crujiente, en toda su honda y dolorosa verdad”, “profunda humanidad”, etc.


Engranajes es una novela de obreros que, a través del recorrido vital de sus dos personajes principales, presenta de forma llana, cruda y descarnada esa realidad en la que no hay esperanza para el obrero, que se ve reducido a ser un engranaje, solo una pieza más de una máquina, sin libertad de acción, sin posibilidades de redención. (FOTO: PATZY VALLES)

Me preguntas también si el interés por la obra de esta autora está creciendo. Pues puedo responderte categóricamente que sí, y que lo está haciendo sin cesar desde ese primer rescate de su obra que, salvando los años de olvido, llevó a cabo la editorial sevillana Renacimiento, bajo el sello Espuela de Plata y de cuya edición me hice cargo. Esa edición de Mosko-Strom, que tuve la alegría de poder presentar en primicia en la Librería Sur en marzo de 2019, antes incluso de que se estuviera distribuyendo en España, fue el pistoletazo de salida, valga la expresión. A ambos lados de Atlántico, la crítica fue y es unánime en el reconocimiento de la escritora. Por ejemplo, en El País (23-3-2019), Jacqueline Fowks encomia su “asombrosa capacidad de anticipar fenómenos actuales muchas décadas antes de que se produjeran”, o en ABC XL Semanal (20-5-2019), Juan Manuel de Prada comentaba que aunque muchas veces los elogios a los escritores en la prensa “revelan palabras vacuas, hijas de compadreo”, en esta ocasión se ha topado “con una escritora extraordinaria […], tan penetrante como llena de bondades literarias, que está pidiendo a gritos una rehabilitación que la saque de los yacimientos del olvido donde ha sido sepultada”.

Han sido muchas las reseñas, comentarios, entrevistas en revistas y en TV que se han producido desde entonces, y que continúan, prueba de ello es esta misma conversación sobre el papel que estamos manteniendo.

 Y te puedo adelantar ya que pronto saldrá la primera edición peruana de Mosko-Strom, que he trabajado conjuntamente con la editorial limeña Pesopluma (de no ser por la pandemia estaría ya hace meses en las librerías). También, que Espuela de Plata tiene ya en marcha, dentro de la “Biblioteca Rosa Arciniega” inaugurada por Mosko-Strom y de la que Engranajes es la segunda entrega, la edición de Vidas de celuloide para el primer trimestre del año, y un primer volumen de cuentos para el último de este 2021. Además, está igualmente en marcha la primera traducción al inglés de la autora, que será de Mosko-Strom, y que llevará a cabo la editorial estadounidense Dulzorada que me buscó para ello y cuyo sello ha sacado traducciones muy hermosas de, por ejemplo, José María Eguren o Martín Adán.

-¿Qué diferencia ves entre Engranajes y Mosko-Strom? ¿Qué le dirías a los lectores peruanos que aún no descubren a esta tremenda escritora?

Pues es una interesante pregunta, porque cada una de las dos novelas es singularísima, al igual que lo serán, con temas muy diferentes, Jaque mate –un relato «político-social» que previene del peligro de la subida de los totalitarismos, especialmente del fascismo, y el de una sociedad que se encamina hacia una futura guerra mundial, hecho que tardó solo unos años en producirse–, y Vidas de celuloide. La novela de Hollywood –centrada en la cara oculta de ese glamuroso y anhelado –pero engañoso– mundo que se ofrece en las pantallas de cine y contrasta con la realidad de las vidas de actores y actrices de moda. Todas ellas tienen un eje común, su perspectiva social tan poderosa, pero dentro de ellas hay niveles y como digo historias muy diferentes.

Mosko-Strom es una distopía, una distopía de la deriva que puede tomar la modernidad.  Presenta una sociedad que, por un lado, avanza orgullosa de sí misma y a pasos agigantados, a través de la técnica y la modernidad, hacia lo que cree que será la liberación del hombre y su felicidad, pero que, por otro lado y principalmente, cuestiona, a través de la reflexión de dos de los personajes, la base de dichos principios, mirando la realidad por detrás de los brillos deslumbrantes de dicha modernidad, revelando así y dejando al desnudo el coste de soledad, desamor, insatisfacción y, en definitiva, deshumanización, que esconde.

Inmaculada Lergo: «Engranajes fue una obra muy importante en la trayectoria personal y literaria de Rosa Arciniega. Fue su primera novela larga, y de manera arrolladora le trajo el reconocimiento general y la fama».. Fuente: Diario de Sevilla

Engranajes es una novela de obreros que, a través del recorrido vital de sus dos personajes principales, presenta de forma llana, cruda y descarnada esa realidad en la que no hay esperanza para el obrero, que se ve reducido a ser un engranaje, solo una pieza más de una máquina, sin libertad de acción, sin posibilidades de redención. Por eso el final de la novela es tan impactante. Hay dos mundos que se enfrentan en esos años de imparable industrialización, imponiéndose el uno sobre el otro, ganando terreno el progreso y la modernidad, pero a costa de un enorme sacrificio humano, un tremendo coste social, un reparto injusto de los beneficios y hasta un embrutecimiento del espíritu.

Pero la gran diferencia entre ambas es para mí la lectura desesperanzada de Engranajes, que encamina a los personajes por un túnel sin salida, sin posibilidad de vislumbrar alguna luz al final del mismo, y que, por ello mismo, termina con su sorprendente final; mientras que en Mosko-Strom sí parece que estemos a tiempo de revertir el proceso y, a través de la transformación del propio protagonista como metáfora, imaginarnos que igualmente es posible ese viraje para la toda la humanidad. Se abre pues una vía en ella a la esperanza.

Lo que les diría a aquellos que no han leído aún estas obras es que se adelanten al nuevo boom que provocarán, y que tendrá la autora en no mucho tiempo, para poder presumir de ello después (jajá). Pero, fuera de mi boutade entre veras y bromas, aparte de todo lo comentado aquí y en otros foros, que yo creo abren necesariamente el apetito lector, lo que puedo decirles a nivel personal es que invariablemente recibo las “gracias” de todos aquellos a quienes recomiendo su lectura, de una u otra forma nadie sale indemne de estas dos historias que consiguen, además de hacernos pensar –¿hay algo más imprescindible; cada día que pasa y en la situación mundial por la que estamos atravesando, más imperiosa e ineludible?–, de conmovernos, de enfrentarnos a una realidad que soslayamos pero que sigue presente o de sorprendernos con su modernidad; consigue además engancharnos de esa maravillosa manera que engancha un buen libro, que nos disgusta tener que dejar por unas horas para abordar nuestras obligaciones, y que nos entristece llegar a la última página y cerrarlo porque nos crea un vacío. Eso es algo único e insustituible que consiguen solo los grandes escritores.

-Al igual que hoy, en un mundo signado por los cambios, Engranajes es también una metáfora del impacto del tiempo en las personas. Esto demostraría que Arciniega era una autora con una lectura atenta a la realidad.

Muy atenta a la realidad que la rodeaba y le tocó vivir, desde luego, y con una atención nada ensimismada sino activa y proyectada hacia los demás y hacia toda tragedia humana. Muchos de sus artículos periodísticos abundan en situaciones de marginalidad, de desigualdad, soledad, etc., así como sus crónicas de viajes y sus cuentos.  Pero además esa realidad observada no se quedaba fuera, no se le muestra como una pintura, sino que le penetraba muy dentro, de ahí la necesidad de transmitirla, de denunciarla. Y más allá también de actuar: prueba de ello es que fue ella quien atendió a su compatriota el poeta puneño Carlos Oquendo de Amat, que murió de tuberculosis en la miseria en un sanatorio de la sierra de Guadarrama en marzo de 1936, y quien dedicó más tarde el sentido homenaje “Llanto de quenas sobre una sierra castellana” (La Prensa, Lima, 4-3-1937).

Y efectivamente, Engranajes es una dura metáfora del impacto del tiempo, de la inevitabilidad del mismo en las personas y también en las sociedades. Es una llamada a darnos cuenta de ello para así incitarnos a abordar cuestiones que pueden tener solución o mejoría antes de que no haya vuelta atrás salvo con mucho sufrimiento y dolor. La autora piensa que pueden evitarse, y que el primer paso en esa dirección es que esa realidad sea visible, por eso Engranajes la muestra tal como es, no hace arengas ni proselitismo, no categoriza buenos y malos, ofrece la imagen neta pero cruel de la máquina que esclaviza tantas vidas humanas en pro de un supuesto bien que no se ve, de un supuesto progreso que se está trazando por una senda equivocada. Y también lo es Mosko-Strom de la nueva forma en que la modernidad afronta el tiempo vital, de su aceleración y angustia por controlarlo y no ceder un solo minuto. De ahí también la relación directa de los “engranajes” de Engranajes –valga la redundancia–, que atrapan a Manuel, a su compañero y al resto de obreros, con aquellos otros que atrapaban a Charlot en las ruedas dentadas del conocido filme Tiempos modernos, que se estrenó unos años después, en 1936, en Nueva York. La reflexión es la misma en los dos casos; Charles Chaplin la aborda a través de la ironía y el humor ácido e inteligente y Arciniega trayendo esa realidad a un primer plano que la muestra en todos sus trágicos y dolorosos detalles.

Y puesto que hablamos del paso del tiempo, quisiera recalcar que Engranajes, al igual que Mosko-Strom, es una lectura de plena vigencia. Las novelas de Arciniega son libros jóvenes, porque sus reflexiones no se ajustan a un momento histórico, son universales, son y serán siempre actuales mientras haya diferencias sociales e injusticia; y hoy en día parece que temerariamente volvemos a caminar, con la reconversión económica y el mundo en crisis en que estamos inmerso, volvemos a caminar, digo, en la dirección que muestran estas novelas, por el tipo de vida que llevamos y el imparable consumismo excesivo e irresponsable que se ha apoderado de nuestro mundo global. Es por eso que, pese a la fecha en que Engranajes y Mosko-Strom fueron escritas, su lectura resulta inquietantemente cercana.

Comentario al último libro de Juan Carlos Ubilluz: «Sobre héroes y víctimas. Ensayos para superar la memoria del conflicto armado»
Tags: EngranajesRosa Arciniega
       
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