Todas las sospechas sobre los premios literarios son ciertas y falsas a la vez. Si hubo ayuda del agente, presión de alguna vaca sagrada o si sencillamente el jurado se encargó de leer anillados y no al plumífero famoso del momento, no importa —así lo asume quien escribe—: es la obra la que responde por sí sola.
De poco sirven las campañas de promoción y el reseñismo direccionado si no están sustentados por el favor del lector, el verdadero juez en medio del cambalache editorial.
Sirva esta introducción para sugerir El tercer paraíso (ETP), título con el cual el escritor argentino Cristian Alarcón obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2022. La razón de la recomendación es muy sencilla: ETP se sale de los parámetros comerciales que rigen a los premios literarios más pintados y suculentos. Hasta pudo publicarse en una editorial independiente, sin ningún problema.
Veamos: no es lineal, menos efectista. Es híbrida, poética, quieta y “biográfica”.

Alarcón cuenta la vida de un escritor en tres capas narrativas, conformando un nudo: el pretérito de la saga familiar (sur de Chile) del protagoinista, el presente de la primera persona del narrador (pandemia) y la saga botánica con la que se identifica (cultiva un jardín). Nada del otro mundo, pero gracias a la sensualidad poética de la prosa, cuya transparencia suscita epifanías, se justifica este nudo estructural. De no ser así, estaríamos ante una fisonomía insustancial, de mero trámite narrativo.
De esta forma, Alarcón guía al lector por los senderos del dolor silencioso, la identidad, el amor y el siempre peligroso recuerdo. Se colige entonces que la fuerza de ETP no está en lo que se relata, sino en las sensaciones que despierta mediante una prosa poética que se impone como tal en los silencios y en la lentitud del ritmo.
Que se haya premiado una novela de estas características le hace bien a la novelística latinoamericana actual.
No todo es rompe y raja.