Una visita en diciembre a la entrañable Arequipa me transportó diversos libros de poesía en la maleta.
Visibilicémoslos.
Arlequín ajusticiado (Hijos de la lluvia, 2022) de Juan Yufra (Ilo, 1977), que toma el título de una obra plástica de Víctor Humareda, está dividido en tres partes: “De la poesía inversa” (once poemas), “De la tristeza cotidiana” (dos poemas) y “De la forma extraviada” (nueve poemas). Su discurso dialoga con la pandemia desde la intertextualidad poética universal (Baudelaire, Eluard, Vallejo, Perse, Montale, Quasimodo, Cisneros) como en estos versos finales de “Dibujo animado”: “Te vi, Oswaldo [Chanove,] muchas veces / En ninguna dejaste las cosas prohibidas / A pesar de todo / La pandemia nos hizo ver que los salmos no sirven para nada / Que uno muere y que nadie canta” (42).

Otredad (Náufrago, 2021) de Flor de María Pachari (Arequipa, 1985) comprende veinte poemas en los cuales “el cuerpo es solo una excusa para la textura”, en palabras del prólogo de Jimmy Barrios. Circulares (Deshuesadero, 2021) de Moria Balarino (Arequipa, 1986) está conformado por treintaitrés poemas en los que “la chispa de humor pone de lado la retórica de la pena y se deja atrapar en la cifra irónica que confiesa: una lívido mitómana” según señala Laura Benetti en el prólogo.
Entelequia (La Travesía, 2018) de María del Pilar Carreño Gutiérrez (Arequipa, 1981), bellamente ilustrado por Fernando Arce, está dividido en cuatro secciones: “Campeo vigilante” (siete poemas), “Distante cercanía” (cinco poemas), “Urgencias rotas” (cuatro poemas) y “Réclame” (siete poemas). “Arcoíris, luciérnagas, caminos circulares, claroscuros y un constante juego de cercanía y lejanía son los motivos poéticos” del libro, tal y como señala Alessandra Tenorio en la contratapa. Mis cafés (Gaviota Azul, 2021) de Yeni Tejada (Arequipa, 1961) comprende cuarenta poemas breves a modo de epigramas en los que el café da pie al eterno tema del amor y sus ausencias.
(Paolo de Lima).