Como acaba de señalar a inicios de este año el crítico mexicano Christopher Domínguez Michael en Letras Libres, “las traducciones de Marcelo Zabaloy son ciertamente extraordinarias y colocan al argentino, como antes a su compatriota José Salas Subirat y al polígrafo valenciano José María Valverde, en el muy selecto elenco internacional de los traductores de James Joyce”.
Zabaloy (Bahía Blanca, 1956) acaba de acometer una nueva empresa joyceana, Odiseo (HC Editores, 2022), motivo de la siguiente entrevista.
—Una de las cosas que más me gustan de Ud. es el hecho tan gratuito, por así decirlo, de llegar a Joyce. Una relación que considero ideal: la del lector acercándose libremente al maestro. Como traductor, Salas Subirat era agente de seguros; Ud. proviene de la ingeniería industrial.
La traducción de Salas Subirat fue la verdadera epopeya. Los demás corrimos con ventajas enormes. En mi caso, heredé de mi padre un negocio de máquinas de oficina. Arreglé y vendí máquinas de escribir, calculadoras y computadoras. Tuve que aprender el oficio y traduje todo tipo de manuales técnicos. Fueron años muy duros, me casé joven y a los 29 años ya tenía seis criaturas, así que tuve que defenderme como gato entre la leña. La lectura siempre fue mi pasatiempo y desde chico siempre me gustó escribir; traducir cuentos que me gustaban era un entretenimiento y un taller literario gratuito. Así llegué a Joyce; solo había leído dos cuentos suyos en la escuela secundaria.

—Acaba de publicar Odiseo, el nombre griego original del que en romano es Ulises, título original de la novela de Joyce. ¿De qué se trata esto? ¿Cómo debe entenderse esta empresa con relación a la tradición de la traducción de Ulises?
Odiseo es un lipograma en A. Es el Ulises de Joyce, sin A. Odiseo es una traducción en serio, pero hecha con una gran sonrisa. Respecto de las traducciones creo que todas son valiosas. Alguien sugirió que la única solución era una ‘Traducción Panhispánica del Ulises’ definitiva, dirigida por él, claro. Odiseo es una declaración de principios y un ejercicio de estilo. Todas las traducciones tienen errores y aciertos. No hay una traducción definitiva de nada.

—Desde Stuart Gilbert a Carlos Gamerro, Ulises cuenta con importantes libros a modo de guías de lectura. ¿Considera fundamental que un lector se agencie de este tipo de obras?
Si uno quiere estudiar el libro, las guías son imprescindibles. Si se quiere ver qué tan difícil es el Ulises, lo mejor es leer sin detenerse en lo que uno no comprende y seguir, siempre que el texto lo siga atrayendo. La recompensa es enorme.
—¿Por qué es necesario leer Ulises?
La literatura, según Aira, es un arte sublime pero innecesario, en el sentido más general del término. No creo que el Ulises sea más necesario que ningún otro libro, pero sí que es bueno leerlo. No sé si tengo razón. Más allá de cualquier análisis, cuando uno termina de leer el Ulises siente una paz enorme. Y a veces es mejor tener paz que tener razón.