La leyenda de la guitarra andina, celebra unos largos y sinuosos 50 años de trayectoria artística. El concierto conmemorativo será en el Gran Teatro Nacional, el próximo lunes 9 de diciembre a las 8 de la noche. Junto a Orquesta Sinfónica Nacional del Perú y destacados invitados, prepara lo mejor de su repertorio.
¿Qué es lo mejor que le ha pasado en su carrera artística?
Los mejores recuerdos tienen que ver con el público, la familia, el país, la historia difícil de nuestro querido Perú. Tienen que ver con las posibilidades de nuestra música, con la identidad. Esto ha implicado llevar nuestra música al mundo entero. Hay anécdotas de diferente índole. En una oportunidad estaba tocando y se me arrancó una cuarta cuerda. Motivo suficiente para suspender el concierto, pero tuve que buscar otra. Hay otras historias que me suceden a cada rato con mis paisanos quechuahablantes, taxistas, camioneros. Pasando por el Centro o Miraflores, me saludan: “wayki” (hermano en quechua). Eso me causa una gran felicidad. Es un puente de identidad, puede que nunca haya visto a ese paisano. Otra anécdota muy interesante fue mi encuentro con Jimmy Page. Hablamos sobre todo de las posibilidades de la guitarra. Mi amigo Fredy Uchpa me hizo escuchar Led Zeppelin en las alturas de Andahuaylas.
¿Y qué es lo peor que le ha pasado en estos 50 años de trayectoria?
Los prejuicios seculares que todavía aletean en nuestro país. Prejuicios tontos contra nosotros mismos. Eso siempre me recuerda a Einstein que dijo: “desintegrar un átomo es fácil, vencer un prejuicio… He ahí el problema”. Desafortunadamente, vivimos entre prejuicios que no permiten profundizar el conocimiento. Esto sumado al racismo son taras que no se superan. Las nuevas generaciones tienen que superar necesariamente todo esto. Personalmente, cuando me hacían problemas por ser serrano lo resolvía a golpes. Cuando vine a los 16 años a terminar la secundaria se daba mucho el choque cultural. Los músicos teníamos que escondernos para tocar un yaraví o un huaino, ahora ya casi no. Eso es positivo.

El Perú no es primordialmente un país amigable para los músicos, ¿cómo se mantiene durante tantos años en esta profesión?
Hay que ser perseverantes, tercos. Hay que navegar contracorriente. En alguna medida, es estar seguros de tu identidad que eres parte de una gran cultura como la andina. Nosotros somos herederos de dos grandes culturas. La andina que nos es cercana y la gran Grecia occidental. Ellos nos traen la guitarra, las religiones y muchísimos elementos culturales. El pensamiento andino debe fortalecerse con lo occidental. No creo que debamos seguir impulsado fundamentalismos ni separatismos. Hay que tender puentes. El gran reto de las nuevas generaciones es apoyarse en las dos grandes columnas: la andina y la occidental.
A nivel técnico, los expertos y musicólogos dicen que su mayor contribución a la música es haber traducido los elementos andinos del arpa y el violín a la guitarra, ¿usted considera cierto? ¿Cómo llega a esto?
Por lo general, la guitarra es un instrumento urbano y mestizo. Yo viví en un ambiente rural, quechua. Mi madre fue maestra de la primaria, teníamos que viajar a pie para que dicte sus clases en quechua. En esos viajes escuchábamos música andina. Para mí la música no se traduce en instrumentos, sino que viene de la naturaleza. Por ejemplo, el tañer de las campanas o los manantiales que bajan cantando de las peñas de las montañas. Yo escuchaba eso y era música. Los insectos, abejorros que rompen con el silencio hermoso de la puna. Las aves cantarinas ya ni hablar. Todo esto forma parte de mi baraje. Los sonidos onomatopéyicos con la guitarra te capturan, no los puedes dejar.
¿Qué le diría a un muchacho que quiere hacer música peruana, pero quizás no tiene los recursos, ni la disciplina para lograrlo?
Como todo quehacer en la vida, la música es un oficio. No es tan difícil si es que hay cierta pasión. Suficiente con dedicarle una o dos horas de todo el día. Si un joven empieza a los 15 o 16, a los 3 años se va a convertir en un experto, pero tiene que trabajar a diario y sin parar. Cuando fui profesor en la Católica era muy interesante y ordenado. Había un abanico de géneros para que los alumnos se inspiren y se enriquezcan. Esa es la tendencia, la de profesionalización de la música. Yo soy autodidacta. No he tenido maestros. Me hubiera gustado estudiar y tener esa guía. Hay que ir a la raíz. Mis amigos rockeros me dicen que sin tocar blues no se puede hacer un buen rock. El blues andino es el huayno. Debemos hurgar en las raíces para tocar.
A su amigo el maestro Raúl García Zárate, ¿qué le diría si lo tuviera enfrente?
Tendríamos que agradecerle. El Perú, Ayacucho le debe mucho al maestro. Él intentó totalizar la experiencia musical peruana en su conjunto. Tiene unos logros importantes que las nuevas generaciones deben utilizar. Un gran maestro como otros grandes también. Hicimos un concierto hace 10 años exactamente. Recordar es volver a vivir.