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César Antonio Molina: “Lima es una gran capital, muchas ciudades reunidas en una sola” | Entrevista

Por: Gabriel Ruiz Ortega | CARETAS conversa con reputado autor sobre su última publicación, en la que manifiesta su admiración y amor por la capital peruana, la cual este martes 18 de enero cumple 488 años.

miércoles 18 de enero del 2023
en Cultura
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César Antonio Molina: “Lima es una gran capital, muchas ciudades reunidas en una sola” | Entrevista

"Lima es producto también de muchas culturas y civilizaciones. Y de todo ello debe sentirse orgullosa. No sólo de una parte, sino de todo". Fuente: ABC.es

El español César Antonio Molina es un hombre polifacético. Escritor, poeta, traductor, político (ministro de Cultura entre 2007 y 2009; diputado en el Congreso), profesor, gestor (director del Círculo de Bellas Artes, el Instituto Cervantes y La Casa del Lector) y viajero. El prestigio de Molina parte de una prosa sugerente en su sencillez, con la que comparte una oceánica cultura que, en lugar de intimidar, motiva al lector a querer conocer más. Su libro Lima, la sin lágrimas (La línea del horizonte), es un maravilla textual y un tributo a la tradición cultural de la capital peruana. Molina no solo ha leído de Lima, sino también la ha recorrido y respirado. El autor reflexiona sobre Lima como si se tratara de su propia ciudad, dejando constancia de una incuestionable verdad emocional.

—En Lima, la sin lágrimas hay un evidente asombro por la capital peruana. En más de un pasaje te preguntas por qué los limeños no valoramos la ciudad.

A lo largo de mi vida he dado la vuelta al mundo varias veces. Excepto lo que se conoce como el África negra, el resto del planeta lo he visitado profusamente. Por ello puedo decir que Lima es una de las ciudades más interesantes que conozco. Su historia es milenaria y abarca todo desde las culturas prehispánicas, el virreinato, la república… Una ciudad que tiene varios cientos de edificios declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. ¿Cuántas ciudades hay así? Yo creo que la ciudad debe reconciliarse consigo misma. Asumir todo lo que ha sido y es. La riqueza del mestizaje cultural. César Moro y Salazar Bondy, dos grandes poetas, le hicieron un daño tremendo al calificarla como “la horrible”.

Cuando en este último viaje dije que me iba a Lima, mis amigos —gente muy culta— me respondió con esa misma monserga. Y el escribir este libro surgió de mi amor por la ciudad y su cultura, pero también, en la medida de mis posibilidades, para borrar ese insidioso e injusto calificativo que jamás ningún extranjero vertió. Y los limeños son los primeros que tienen que contribuir a rescatar su propia historia. Todos los españoles e hispanoamericanos, incluso diría iberoamericanos, somos demasiado antichovinistas. ¿Por qué? Siempre con la culpa a cuestas. Ya es hora de destacar nuestras grandes proezas y contribuciones a la historia de la humanidad. Perú es un gran país y Lima una gran capital. Yo diría que muchas ciudades reunidas en una sola.

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—¿Cómo fue tu primer acercamiento con Lima como tópico? Al respecto, pienso que tu interés parte de la poesía. Prácticamente conoces la obra de los más grandes poetas peruanos.

Yo escuché la palabra Lima muy jovencito. Estudié el bachillerato en un colegio dominico de mi ciudad natal de La Coruña. En la iglesia, además de estar las estatuas de los santos más representativos de la Orden, estaba la de San Martín de Porres, Fray Escoba. Una reproducción de la misma que está en el convento de los dominicos de Lima. Nuestros profesores nos lo ponían de ejemplo y, a la vez, resaltaban que, por aquellos tiempos, Lima era tan importante o más que Madrid, Sevilla, Nápoles o, incluso, México. De todas estas ensoñaciones infantiles surgió esa idea de Lima como una ciudad mágica.

También a ello contribuyó la película de Ramón Torrado, Fray Escoba (1961), donde René Muñoz hacía un gran papel. Pero quien nos llamaba más la atención era la belleza de Irán Eory haciendo nada menos que de Santa Rosa de Lima. Después, con el tiempo, ya en la universidad y metido en los movimientos antifranquistas, la poesía de César Vallejo fue fundamental. Vallejo supo explicar muy bien el drama de España. Y a partir de ahí mis lecturas de escritores y del arte peruano ha sido permanente. Y a muchos de ellos he tenido la suerte de conocerlos y tratarlos según cuento en el libro.

A pesar de mi agnosticismo, la primera vez que visité Lima lo primero que hice fue dirigirme al Convento de los dominicos. Cuando me planté delante de la estatua de Fray Escoba me emocioné. Después de tantos años podía retornar a uno de los orígenes mitológicos de mi infancia.

—Es evidente que cuando estuviste en Lima te sentiste muy cómodo.

Uno no elige las ciudades y los lugares, sino al revés. Y en Lima, inmediatamente, me sentí como en casa. Incluso al encontrarme paseando por el Casco antiguo virreinal o por Barranco, tuve varios ataques de “déjà vu”. Sí, me eran familiares. Incluso llegué a pensar si en alguna de aquellas casas había vivido anteriormente. Mi relación con los lugares es muy irracional. Por ejemplo, en Madrid, o en mi propia ciudad de La Coruña, hay zonas en las que inmediatamente me siento mal, incómodo. Y nunca he acertado a saber el motivo. En Lima, en todo momento, me sentí bien, alegre, atento y de ese estado de ánimo surgió también el libro. Y algunos de los lugares que visité no eran muy recomendables por su peligrosidad, pero yo me sentía incluso protegido. A lo mejor era el Santo.

Vargas Llosa, uno de los más grandes escritores de nuestra lengua, me manifestó su satisfacción por escrito. Entre otras cosas me dijo: «Parece como si hubieras vivido toda tu vida allí». (FOTO: PATZY VALLES)

—Resulta curiosa la belleza de la arquitectura limeña. Hay una sensibilidad en la descripción del detalle, que se impone al desorden en que la ciudad ha crecido.

No hay ciudad en el mundo que tenga un orden urbanístico perfecto. Los siglos y el tiempo van dejando distintas huellas en el rostro de la ciudad. Baudelaire en un verso dice: “El rostro de la ciudad cambia más rápidamente que el rostro humano”. Por lo tanto, Lima en esto se parece a cualquier otra capital del mundo. Pero es que además a mí me gusta ese desorden, esa convivencia entre épocas y estilos diferentes. Eso sí, se deberían respetar los edificios importantes de cada época y estilo. Me satisfizo mucho ver en el Casco antiguo carteles que anunciaban la rehabilitación de muchas zonas. También en San Isidro, en el bosque de los olivos, me encantó cómo se pedía respeto hacia aquellos árboles inmemoriales. En los colegios se debería explicar este amor que todos tenemos que tener a nuestro pasado múltiple.

—Hace un momento hice referencia al asombro que transmite tu libro. Este asombro parte de la cultura viva que en ti despierta Lima.

La Cultura es la seña de identidad de un país, y el Perú tiene una riqueza extraordinaria. Y debe rescatarla, estudiarla y enseñarla. De la misma manera que los españoles estamos orgullosos de ser una mezcla de iberos, celtas, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, suevos, visigodos, judíos, árabes y demás; todo el mundo iberoamericano debe ver en estos conglomerados una riqueza extraordinaria. Y Lima es producto también de muchas culturas y civilizaciones. Y de todo ello debe sentirse orgullosa. No solo de una parte, sino de todo. Y sus escritores y artistas han contribuido a ello. Casi todos los años un grupo de poetas vamos al cementerio de Navacerrada a rendirle tributo a Oquendo de Amat que murió entre nosotros en alguna de las estancias del antiguo hospital de San Carlos, hoy Museo Reina Sofía. Y cuando estuve esta última vez en Lima fui a visitar la tumba de Corpus Barga, un gran escritor español del exilio. Eso es para mí lo maravilloso de nuestra comunidad: seguir compartiendo nuestra existencia a un lado y al otro del Atlántico o del Pacífico.

—Un limeño promedio piensa que Lima es hermosa mientras está vacía. Esta característica pudo apreciarse durante la cuarentena impuesta inicios de la pandemia. ¿Crees que a los limeños nos falta reconciliarnos más con nuestra ciudad?

Sí, los limeños tienen que reconciliarse con su gran ciudad, que también es nuestra. El mundo ya es muy pequeño y tenemos que cuidarlo entre todos. Ya lo hemos sometido a demasiadas destrucciones. Estoy muy contento de que estas páginas mías hayan encontrado muy buen eco entre los amigos peruanos. Vargas Llosa, uno de los más grandes escritores de nuestra lengua, me manifestó su satisfacción por escrito. Entre otras cosas me dijo: “Parece como si hubieras vivido toda tu vida allí”.

-En el libro también destacas la intensa vida cultural de Lima. Hay pasajes muy generosos sobre escritores peruanos actuales, por ejemplo. Para un limeño interesado en la cultura, la dinámica cultural de la ciudad roza la medianía.

La vida cultural de una ciudad lleva mucho tiempo descubrirla, pero cuando tienes tantos y tan buenos amigos introducida en ella, todo se hace más fácil. A mí me gusta estar con gentes conocidas y desconocidas. A mí me gustaría, como hizo Ramón Gómez de la Serna al hablar de Lisboa, citar a gentes que en su tiempo eran completamente ignoradas como fue el caso de Fernando Pessoa. Martin Adán podría ser un caso semejante.

La cultura es insaciable tanto para quienes la crean como para quienes la consumen. Palabra esta última horrible. Por lo tanto, Lima podría tener más actividad, pero a mí no me pareció poca. Por ejemplo, tiene una magnífica red de librerías, museos, y otras muchas más infraestructuras. En fin, yo ahora deseo que esta pandemia pase pronto y pueda volver a Lima y seguir descubriéndola. Y así reencontrarme con Alonso Cueto, Gustavo Rodríguez, Mirko Lauer, Luis Fernando Chueca, Hugo Yuen, y tantos y tantos grandes escritores y amigos.

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Tags: César Antonio MolinaLima La Sin Lágrimas
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