Reza el dicho que los libros a perdurar deben generar más de una lectura. Libro que se cierra en una sola impresión tiene como destino inmediato el nicho del olvido. Este, obviamente, no es el caso de Archivo Itaka (Meier Ramírez, 2020) de Gonzalo Olmos, quien en esta publicación fotográfica va más allá de la representación, abocándose a la búsqueda de una sensibilidad que conmueve e irrita en sus silencios, es decir, ajeno a la indiferencia del lector/espectador. Sobre esta publicación (aquí el Book Trailer), CARETAS conversa con Olmos.
—Por su título, Archivo Itaka encierra no pocas referencias culturales. Mediante tu libro, uno saca cuenta de que no solo eres un hombre de imágenes, sino que estas también guardan un discurso no escrito.
El libro esta compuesto por tres ensayos que se integran y proporcionan el contexto general a mi libro. Primero, el del curador Carlo Trivelli con su ensayo “Espejo Mercurial”, en donde explora la historia de la fotografía de viaje y proporciona un marco poético y filosófico al libro. Segundo, el ensayo de la antropóloga Valeria Biffi, que comenta el uso de la fotografía y la noción de archivo desde las ciencias sociales. Y por último, mi ensayo llamado “Reflexiones”, en el que abordo mi experiencia personal del proceso creativo del Archivo Itaka desde una mirada más intima. Creo que estos tres ensayos fueron claves para entender también mis discursos no escritos.
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Es importante señalar que la fotografía en general tiene una “inestabilidad representacional”. Pues solo adquiere significado a través de la mirada subjetiva del espectador, y su propio conocimiento, bagaje subjetivo y exposición a distintas culturas. Los textos buscaron minimizar la ambigüedad de la representación y secuenciación de las imágenes presentadas. Dar un conjunto de elementos a modo de un sistema de aparejos conceptuales que permitan al lector navegar el libro en total libertad. Sin proporcionarle un anclaje o lastre final a todo el libro. Así que definitivamente no soy solo un hombre de imágenes. Pues también me especialicé en ciencias sociales en el Reino Unido. En resumen, creo que el libro entendido como un conjunto holístico de fotografías y textos amplían el lenguaje en un discurso no escrito.

—¿Cuánto tiempo estuviste fuera de Perú y cuánto te ayudo precisamente la distancia para configurar este trabajo?
Estuve cerca de 20 años fuera de Perú. Archivo Itaka me tomó desarrollarlo cerca de cuatro años. La distancia fue clave para inspirar el trabajo y para construir un archivo fotográfico importante. Pues, los seres humanos somos mas propensos a encontrar evocaciones inspiradoras en espacios en donde ni la identidad, ni las relaciones, ni la historia tienen sentido. Nuevos espacios en los que la soledad se experimenta igual a una sobrecarga o descarga de la individualidad. De esta manera lo teoriza el antropólogo Francés Marc Augé. La distancia entendida como el movimiento constante en el mundo nos permite reflexionar de nuestra propia existencia y quizás vislumbrar un poco nuestro futuro.

—Y también hay mucho desarraigo existencial.
Tal y como lo comento en detalle en el libro, me alejé de las raices familiares durante mucho tiempo. Y creo que el libro presenta fotografías como destellos efímeros que denotan múltiples relaciones y experiencias vividas. Es ciertamente un período iniciático lleno de aventuras antes del retorno a casa. Existe inconcientemente una busqueda de encontrar un significado y sentido a toda la odisea de la vida. Cruzar fronteras y salir del confort de tu propia historia y cultura. Vivir y experimentar nuevas relaciones con personas e ideas. El sentido de la vida siempre está cambiando, nunca cesa.Está siempre avanzando en proceso de convertirse en “algo”. Es la condición humana existencial, la incompletitud esencial de la persona.
—La mirada, el flâneur, ¿es lo que inspira tu poética fotográfica?
Alguna vez leí que el flâneur es entendido como el botánico del asfalto que le ayuda a generar una “conciencia especial” de la experiencia estética, espacial y cinética de la ciudad. Creo que es el goce, los colores, las formas, las emociones, la belleza de ese momento, el fluir. Me inspiró también las diversas y eclécticas ciudades del mundo. Solo basta cerrar los ojos y utilizar la imaginación como fuente de inspiración para dar sentido a la ciudad. Las distintas metrópolis metafóricamente pueden ser entendidas como un laberinto y denso bosque de símbolos. La ciudad es un estado de cosas y eventos confusamente intrincados. Con cargas simbólicas muy poderosas y a su vez muy complicadas y disonantes. Con un cúmulo tortuoso de personas, identidades y formaciones espaciales fantásticas. Eso es lo que intento fotografiar.

—Hay una notoria mirada íntima en tus fotos. ¿Te han dicho que parece un diario visual?
El título de la nota en la versión impresa de CARETAS se llamó precisamente “Diario visual”. Y efectivamente me comentaron que parece un diario visual muy personal. Sin embargo, un diario denota el esfuerzo de un registro que sea plasmado con mayor regularidad (diariamente). En cambio, creo que en mi caso se debería ver más como un archivo visual que se ha desarrollado a través de los años. Que retrata lo que he sentido, lo que visto, oído. Un cúmulo de diversas experiencias vividas en un contexto muy particular.
El libro está concebido como una estructura atemporal de espacios liminales divididos. En donde el espacio-tiempo es entremezclado y puede que nos sintamos en una suerte de fuera de órbita al no presentar el libro una estructura lineal tradicional. Por ejemplo, gracias la acertada sugerencia del editor Andrés Marroquín Winkelmann de Meier Ramirez, el libro no posee numeración. El lector podrá abordar el libro desde cualquier parte gracias al excelente trabajo de diagramación a cargo del director de arte Humberto Delgado.

Archivo Itaka es más bien un libro-objeto de representación fotográfica contingente o de transición. Hay elementos muy subjetivos y constitutivos que deben ser negociados y redefinidos constantemente. Entender el libro como una estructura en movimiento, ajustando constantemente nuestra perspectiva espacial y temporal. Incluso el lector podría experimentar una desconexión momentánea entre un contexto de significado y otro. Un jazz visual abierto a la experimentación con texturas, disonancias, armonías, melodías y contrapuntos fotográficos.
—Después de Archivo Itaka, ¿estás en otro proyecto parecido o en uno muy distinto?
Soy un fotógrafo “chapado a la antigua” que le gusta todavía tomar fotografías con rollos fotográficos que requieren revelarse en un cuarto oscuro. La tentación de migrar a lo digital está siempre ahí. También está en el tintero publicar un libro teórico de la fotografía aplicado en un “objeto fotográfico muy particular” para ser desarrollado en profundidad a través del mágico e intrincado funcionamiento de la fotografía, la sociología, la memoria y la nostalgia.