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La atracción de lo abyecto en “El orden del Aleph” de Gustavo Faverón

Escribe: J. J. Maldonado | “El orden del Aleph” es un interesante y puntilloso ensayo que se presenta como una nueva lectura de El Aleph de Jorge Luis Borges, a casi 80 años de su publicación en la icónica Revista Sur.

domingo 07 de agosto del 2022
en Cultura
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La atracción de lo abyecto en “El orden del Aleph” de Gustavo Faverón

El Aleph es uno de los cuentos más famosos del escritor argentino, el cual fue publicado por primera vez en 1945, fecha que anunciaba el fin de la II Guerra Mundial. Fuente: composición.

¿Qué estaba haciendo Jorge Luis Borges el año que el Ejército Rojo liberó a los prisioneros moribundos de Auschwitz? ¿Qué ideas cruzaban por la mente del escritor ese mismo año cuando, meses después, cayó la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki? ¿Qué leía, veía o escribía Borges mientras Alemania y Japón se rendían ante el mundo? ¿Cuánto influyeron los hechos finales de la Segunda Guerra Mundial en la literatura del escritor argentino? Aunque parezca puramente fetichista, responder estas preguntas no es un ejercicio gratuito o superficial, sino más bien resulta ser una consigna insoslayable para poder entender y visualizar mejor uno de sus cuentos más célebres: El Aleph, publicado en el histórico año de 1945.

Estar al tanto de todo ese contexto y especialmente entenderlo, ha sido al menos una de las muchas variables que el polémico escritor peruano Gustavo Faverón Patriau ha utilizado para estructurar su último libro: El orden del Aleph (Editorial Candaya, 2022), un extenso ensayo en donde analiza, desde diferentes ángulos, la complejidad discursiva, histórica, narratológica, política e, incluso, simbólica, de El Aleph.

Más de trescientas treinta páginas han sido necesarias para entrever y revelar las fuentes originales del relato de Borges e hipotetizar a través de la teoría cuáles eran sus intenciones finales respecto no solo a la vastedad del Universo, sino también a los horrores del “yo”, a la atracción por lo abyecto, al orden dentro del caos, al malestar humano frente a un posible apocalipsis a causa del poder atómico, entre otras muchas cosas.

En el prólogo del libro, Faverón Patriau se pregunta: “¿Cómo hace Borges para transformar esa historia de amor y de humor [El Aleph] en un alegato sobre la historia mundial y la turbia inhumana humanidad de 1945?”. Para responder esa cuestión, el ensayista se vale del único borrador conservado del cuento y de cada uno de los cambios, añadidos y tachaduras que Borges hizo en 1945, solo para poder confrontarlos con los hechos y tragedias más importantes que ocurrieron ese mismo año, en pleno fin de la II Guerra Mundial. Apoyándose de un apreciable soporte teórico (Kristeva, Blanchot, Derrida, Agamben, Arent, Steiner, Wittgenstein, entre los más citados) y de un alto nivel de interpretación y de riesgo intelectual, Faverón elucubra diversas teorías que, por su novedad y controversia, invitan a una inmediata relectura de El Aleph.

El orden del Aleph es el último libro de Gustavo Faverón, publicado en España este 2022 por la editorial Candaya. Fuente: Editorial Candaya.

Por ejemplo, está la teoría del incesto de los personajes. Para sustentar su idea, Faverón encuentra pistas en el borrador del cuento, en referencias bíblicas tan afines a Borges o en la vida privada de la mujer a quien está dedicado El Aleph: Estela Canto. Si bien en el relato publicado y que todos conocemos la idea del incesto está velada y oculta debajo de muchas capas aparentemente invisibles, Faveron la saca a la luz para demostrar que con El Aleph Borges decidió por fin encarar la visión del tabú para llevarla hasta sus últimas consecuencias.  

Del mismo modo, El orden del Aleph propone que los personajes principales del cuento: Borges, Carlos Argentino Daneri y Beatriz Viterbo no son entes individuales, sino más bien son un mismo personaje. A esta suerte de Trinidad, Faverón llama Dreifachgänger y utiliza el término acuñado por él mismo para develar otra característica esencial, pero fuertemente disimulada de El Aleph: el horror por la búsqueda del infinito, es decir, la abyección del saber.

Faverón aprovecha esta última idea de lo abyecto para dar forma a una nueva teoría: “Lo inmirable”, o sea, esa especie de atracción visual por lo atroz, por lo perturbable, por lo horrendo. El ensayista encuentra en el relato de Borges diversas instancias de lo “inmirable” y del vértigo que sufren los personajes atraídos por la morbosidad. La más clara y obvia, desde luego, es la inclinación sensual, infame e inmoral por “mirar” el infinito a través del Aleph. En este punto, Faverón expone diversas escenas del cuento en donde lo “inmirable” está presente como posible influencia de dos de los hechos más importantes que ocurrieron en 1945 y que, al parecer, no escaparon de la sensibilidad de Borges: la liberación de Auschwitz y el bombardeo nuclear a Hiroshima y Nagasaki.

Al igual que estos ejemplos mencionados, el lector de El orden del Aleph podrá hallar diversas teorías sobre el cuento de Borges, las cuales muchas veces resultan deslumbrantes e inauditas, pero otras tantas –sobre todo al final del libro– un poco extravagantes, aunque no por eso menos atendibles. Hay que reconocer que Faverón sabe sustentar y proteger con fuentes confiables sus ideas, de modo que a pesar de que algunos de sus conceptos sean debatibles e insólitos, jamás llegan al nivel de caprichosos o disparatados. Y eso se agradece.  

Pero quizá el Talón de Aquiles del libro esté precisamente en esa exigencia intelectual del autor, quien por momentos se deja llevar por el dato docto o el exceso de erudición, y en lugar de dar luz, obtura el texto a causa de digresiones ­­–por cierto, muy interesantes– que se desprenden de la idea central, discurren sin freno, devoran páginas y finalmente obligan al ensayista a disculparse cada tanto con el lector y a recordarle cuál era su punto de partida. Por ejemplo: “Dije que iba a hablar sobre la abyección y sobre el dreifachgänger que forman Borges, Beatriz y Daneri, y de pronto me encuentro hablando sobre mapas, alegorías y el repudio obsesivo de Borges por Baltasar Gracián”, etc. Pero pese a estos hiatos discursivos, Faverón se las arregla para encontrar vínculos con el concepto central y solidificar el libro en un todo organizado, enriqueciendo así la experiencia de lectura.

Jorge Luis Borges es uno de los mayores escritores del siglo XX, considerado por muchos como un autor a la altura de Dante, Cervantes o Shakespeare. Murió el 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza. Fuente: El Clarín.

Sin duda, el punto fuerte del libro es el análisis de la “enumeración caótica” que Borges realiza casi al final de su cuento, cuando coloca el ojo en el Aleph. Si en una primera lectura el orden de los elementos citados podía resultar meramente estético o de carácter acústico, después de terminar El orden del Aleph el lector tendrá, sin lugar a dudas, una nueva interpretación. El triunfo de Faverón está en darle sentido a cada frase, palabra, cita, referencia dicha o referencia oculta de la “enumeración caótica” del cuento para descubrir el fin último de Borges. En otras palabras, Faverón encuentra el orden dentro del caos, le da forma y nos muestra su lógica colmada de sorpresas.

Así el autor no solo propone un orden, sino también una gramática y una sintaxis propia que obedece a una visión apocalíptica del mundo, influida por los hechos históricos de 1945 que circundaron a Borges mientras escribía el relato: Auschwitz, Dachau, Treblinka, Buchenwald, la muerte de Hitler, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, etc. Pero también, un orden propuesto por otras variaciones de índole más personal e inimaginables en Borges: la atracción por lo abyecto o lo inmirable que, al parecer, y contra su propio gusto y proverbial pudor, le producían gran placer.

En algún momento del libro, el escritor peruano hace alusión a su trabajo como a una pesquisa. Nada más exacto. Con el espíritu obsesivo y delirante de un detective, Gustavo Faverón inspecciona ese gran laberinto verbal y simbólico que Borges dejó en El Aleph con el fin de que algún inspirado encuentre su centro, entienda su orden y especule sobre su significado. Ese inspirado es lector y El orden del Aleph su guía de navegación sobre el universo, ese universo llamado Borges. 

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Tags: gustavo faverónJorge Luis Borges
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