Jose Bao (Lima, 1981) es de una trayectoria más silenciosa de lo debido. Tiene una obra extraordinaria en la que se suma el placer visual de sus paisajes y las especulaciones teóricas en torno a la naturaleza, la política y la comunicación. Considero que esta es una de las exposiciones de mayor interés en este año de broncas.
—Formas parte de la promoción 2005 de la PUCP, lo que hace de ti un representante del milenio. ¿Hay una característica propia de los artistas peruanos de tu generación en este siglo?
Quizás podría ser la gran inquietud por explorar nuevos —o no tan nuevos— medios que puedan ser incorporados a las respectivas prácticas artísticas, desde técnicas artesanales, milenarias, hasta el uso de nuevas tecnologías.
—Estás viviendo en Querocancha, Urubamba, que es un lugar que te aísla de las tendencias hegemónicas de Lima. Es un espacio, digamos, mágico para la reflexión. ¿Qué ha aportado a tu carrera tu residencia cusqueña? ¿Ha enriquecido tu formación en la Universidad Católica?
Vivir durante algunos años en la sierra, en un valle, entre montañas, tormentas y ciclos que se repiten cada año, me ha permitido establecer nuevas relaciones entre los dos polos en los cuales resido desde hace más de una década: la naturaleza y la tecnología. Específicamente esta experiencia me ha permitido alimentar mis procesos a partir de los cuales construyo imágenes. Esta experiencia sin duda ha enriquecido mi formación. La reacción frente a todos estos eventos excede los límites de la representación y la plástica. Se suma un componente de adaptación y el cual va acorde con todo el resto de experiencias previas, y toda la información recopilada en ellas.
—Tú egresaste como Bachiller con mención en Pintura, sin embargo, tu obra es multidisciplinaria pues abarca además el arte digital, el video, la fotografía, la instalación, etc. ¿Cómo has ido derivando de una formación académica a una concepción multidisciplinaria?
Se otorgaron libertades, o licencias en todo caso, en mis últimos años como estudiante, y las aproveché como espacios de experimentación, sin haberles dado necesariamente un uso correcto en dicho momento al medio utilizado. Simplemente me quedé fascinado del solo hecho de poder ampliar mi rango de posibilidades para seguir creando. Esa curiosidad empírica traducida en acciones individuales luego se convirtió en colaboraciones con artistas cuya práctica reside en otras disciplinas y de los cuales aprendí.

—Tu obra tiene mucho de las vanguardias conceptualistas de los años 70 del siglo anterior. Esa búsqueda de lo nuevo a través de la ruptura con la pintura y la indagación con otros medios nos remite a esos tiempos. Con la posmodernidad la palabra vanguardia cayó en desuso y lo nuevo pasó a ser una quimera. Las palabras “vanguardia” y “nuevo” fueron satanizadas, sin embargo, ese espíritu sigue vivo allí en tu trabajo.
No sé si hablar de vanguardia. Siempre está la idea de descubrir algo nuevo, o un lado nuevo; hago mención de esto último ya que eso hago con los dibujos, pinturas e imágenes con las cuales construyo los ensamblajes.
—Hay en toda tu obra una marcada preocupación por la naturaleza y otros medios expresados de manera poco ortodoxa, como lo hace un artista al que —no sé si erróneamente— le encuentro paralelo en tus indagaciones. Me refiero, salvando distancias, al gran Alejandro Jaime, que si bien en los últimos años se ha mantenido silencioso entre nosotros tiene una obra espléndida. ¿Consideras que en cierto modo puede haber un paralelo entre las propuestas de ambos?
Creo que en ambos se puede leer hasta cierto momento un interés entre el espacio/experiencia y la imagen/simulación. Cabe mencionar que ambos tenemos una formación pictórica, relativamente cercana y el paso por acciones que derivan del Land Art.

—Tienes un espléndido dibujo que he podido ver tanto en algunas piezas en tu web www.josebao.net como en pinturas sobre metal que se encuentran en La Galería. Sin embargo, tus individuales son más dedicadas a indagaciones “sobre la imagen como fenómeno social, con énfasis en su producción y circulación” que pudieran resultar herméticas para los no iniciados. Entre el impúdico placer visual de los paisajes y los procesos conceptuales hay una distancia que revela un camino a definir. ¿Hacia dónde te diriges en este proceso de búsqueda, digamos, definición de identidad?
La naturaleza siempre ha sido el primer peldaño dentro de mi proceso y en muchas ocasiones se mantuvo como un espacio dentro del cual formulaba cuestionamientos deseados alrededor de la representación. Estos años viviendo en Urubamba e interactuando directamente con dicho entorno han volcado mi interés específico en la naturaleza como un proceso a imitar. Estas simulaciones son las que me permiten considerar el error como algo admisible, generando variantes con pocos recursos visuales y similitudes para la creación de nuevas imágenes.
—El uso de soportes y elementos ajenos al lienzo son de extremo interés: papel, fotografía intervenida, aluminio, offset, etc. manifiestan una valiosa búsqueda que se acentúa en esta exposición, que considero el arribo a una meta importante. Aquí incluyes obras bidimensionales junto a una instalación en video que está fuera de nuestras convenciones. Considero muy valiente la actitud de La Galería al asumir un riesgo con una obra ajena a los cánones del mercado, sin embargo ¿no crees que hay obras más orientadas a espacios institucionales donde tendrían un alcance más adecuado?
Sin duda, hay obras más orientadas a espacios institucionales, y definitivamente el alcance es mucho mayor que al de una galería comercial, en términos de visitas. Lo interesante es ver cómo las galerías están apostando por artistas y propuestas que exceden las demandas del mercado y eso es bastante loable, dadas las responsabilidades que tienen. El querer ir de la mano con lo que está sucediendo a nivel artístico es una declaración sobre su intención de mantenerse vigentes con una función similar a una bisagra que conecte a los artistas y sus inquietudes actuales con el público espectador.

—En el texto curatorial Carlos Zevallos afirma, acertadamente, que “por sus aparentes intereses formalistas, estos proyectos parecen llevarnos al campo discursivo de la abstracción; sin embargo, al pasar esta primera capa de sentido vemos en ellas un carácter procesual y performativo”. ¿No crees que el riesgo de todo proceso como el tuyo podría radicar en que el espectador quedara seducido por los resultados y permanecer con lo que pudiera ser lo más epidérmico, que es la belleza final, resultante de esa “lógica algorítmica” que es muy difícil de percibir?
Pienso que una obra siempre puede abordarse o leerse desde estos dos lugares que mencionan ambos; puede seducir por la estética propia del resultado, omitiendo el proceso, o puede leerse como el objeto que es y el proceso que guarda detrás. En todo caso, ni la obra ni el texto condicionan al espectador. Quizás la repetición del proceso pueda ser la variable que determine ese momento y esa decisión.
—He visto en tus propuestas en la web y luces muy seguro en lo que estás haciendo. Sin cuestionar a Carlos Zevallos, ¿necesitabas a un curador para una muestra como esta que es sin duda la más importante de tu trayectoria profesional?
La participación de Carlos Zevallos, como curador de esta muestra, ha sido fundamental en cuanto me ha permitido acercarme a información nueva para soportar la inexactitud de mi proceso y las similitudes en el resultado, dándole la estructura necesaria que he mantenido y aplicado para todas las piezas que conforman la muestra. Creo que su lectura ha sido muy acertada y se refleja en lo digerible y entendible del texto, como resultado de una serie de reuniones virtuales y una tonelada de material visual compartido. Cabe mencionar que esta es la segunda muestra individual en la que participa como curador; ambas con un fuerte interés sobre la imagen, pero con soluciones muy distantes entre sí.
—¿Hacia dónde se encamina Jose Bao como artista?
Aún hay mucho camino por recorrer en torno a mi interés sobre la producción y los procesos alrededor de la imagen, y específicamente en torno a este proceso al cual someto toda imagen para construir nuevas, además de un mayor interés en la exploración del video y el uso de ciertas tecnologías para su reproducción y proyección.