Si nos referimos al Perú como el último bastión del poderío español en ser liberado, también es importante hablar de unos de los primeros bastiones en América del Sur que lo consiguió: Argentina. Antes conocida como Provincias Unidas del Río de la Plata, este territorio formó parte del Virreinato del Perú hasta 1776, año en el que Carlos III lo transforma en el Virreinato del Río de la Plata.
La magnitud territorial y política que comprendió el Virreinato del Perú es enorme. Para el investigador Francisco Cabrejos, es necesario “resaltar que el Virreinato del Perú duró tres siglos y estuvo unido al incanato y sus tiempos, los cuales duraron cinco siglos. El Virreinato del Río de la Plata duró solo 34 años, desde que se desanexara del Perú en 1776”. En esta línea, sostiene una tesis polémica: “quienes nacen antes ese año deberían ser considerados criollos peruanos, y no argentinos”.
En palabras suyas, “no vinieron argentinos o venezolanos a independizarnos. Fueron los nacidos en el Virreinato peruano antes de 1776 los que lo hicieron. Uno de ellos podría ser Pedro Domingo Murillo, quien nació en La Paz cuando era parte del Virreinato del Perú en 1757, y terminó ahorcado por los realistas luego de una fallida insurrección. Otro fue el Gran Mariscal Toribio de Luzuriaga. Pero hay muchos más”.
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Uno de ellos es el arequipeño José Ignacio Álvarez Thomas, cuyo “padre fue un peninsular de confianza para el rey, y eso le concedió a Ignacio un estatus de élite no criolla en el Perú”, refiere el historiador David Velásquez.

El prócer estuvo presente durante la invasión inglesa a las costas rioplatenses, en la Revolución de Mayo en 1810 y en las primeras campañas al Alto Perú. Además, fue el líder, en 1815, del levantamiento de Fontezuela. Velásquez cuenta que en dicha gesta, “Álvarez Thomas se rebeló contra el entonces Director Supremo de las Provincias Unidas, José María de Alvear”, quien buscaba aumentar el control centralista que ejercía Buenos Aires sobre el resto de provincias. Enrique Paillardelle, de quien hablaremos más adelante, entra a colación aquí, pues estuvo al mando de una débil resistencia para evitar el derrocamiento de Alvear.
Con 28 años Álvarez Thomas llegó a ser Director Supremo interino luego de derrocar a Alvear, puesto que ocuparía por un año. “Entre 1825 y 1827, fue embajador de la Provincia de Buenos Aires en Perú y luego en Chile”, comenta la historiadora Cristina Mazzeo. Ante las continuas divisiones y luchas en las jóvenes Repúblicas, decide retirarse de la vida pública, y en 1857 finalmente fallece por un ataque de apoplejía.

En segundo lugar se encuentran los hermanos Paillardelle. Franceses de nacimiento, de padre francés y madre peruana, ellos fueron importantes tanto para la independencia peruana como para la argentina. “Juan Francisco fue el emisario del general Belgrano para provocar la segunda rebelión en Tacna, donde se encontraba también su hermano Enrique, en 1813”, señala Mazzeo.

“El plan ideado consistía en provocar un levantamiento tanto en Tacna, Arequipa y Moquegua. La rebelión duró apenas 27 días, del 3 al 31 de octubre y fue sofocada por el intendente de Arequipa, José Gabriel Moscoso”, agrega la historiadora. Para Cabrejos, la importancia de este levantamiento se centraba en que los “patriotas querían liberar al Bajo Perú del yugo español, envalentonados por el éxito de la Revolución de Mayo, y porque Tacna fue el único que se levantó”. En sus últimos años, Francisco Paillardelle se mantiene al margen de las luchas civiles en el Perú independizado, y finalmente fallece en Lima en 1858.

Por su parte, Enrique se traslada a Buenos Aires buscando otras formas de ayudar la causa independentista. Allá, Paillardelle llega a ser comandante de la Fortaleza de Buenos Aires por su cercanía con Alvear. “Cuando Alvear es obligado a renunciar, Enrique también se ve afectado. Es así que el peruano es fusilado en mayo de 1815 en Buenos Aires. Por apoyar a Alvear”, indica Cabrejos. Su legado es bastante recordado en Tacna, prueba de ello es la existencia de varios colegios con su nombre.

Para cerrar, están los hermanos Luzuriaga. Manuel, nacido en 1776 en Lima, llegó a Buenos Aires poco antes de las invasiones inglesas, y en la Revolución de Mayo tomó parte activa. “Manuel peleó junto a San Martín en la revolución de 1812. Ya independizadas las Provincias, seguían habiendo revueltas por cuestiones geopolíticas. Esta revolución [de 1812] terminó en la creación de la Asamblea Constituyente, por ejemplo”, señala Francisco Cabrejos. Manuel de Luzuriaga no tendría otra participación militar o política más adelante, y terminaría sus días en la ciudad de Buenos Aires el 4 de noviembre de 1841.
Por otro lado, el huaracino Francisco de Luzuriaga, participó en el combate de Montevideo en 1807 y tiempo después “llega a ser Sargento Mayor de un regimiento del Ejército de los Andes, con el que cruza los Andes junto con San Martín”, indica Cabrejos. En un texto de 1956, Vargas Ugarte señala que la memoria del prócer se perdió y su nombre no figura en la plana de Oficiales y soldados que fueron parte de la expedición libertadora del Perú.

En aras de revalorizar la identidad nacional, recordar a peruanos que contribuyeron en la independencia americana, hay que reflexionar acerca de lo difícil que fue conseguirla. Por eso, también “es necesario escarbar en el rol de las mujeres durante las guerras de independencia, pues estas siguen perteneciendo al lado oculto de la historia”, concluye Cristina Mazzeo. Definitivamente queda mucho por hacer.