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Fernando Otero: un artista fuera de encasillamientos en La Galería

Escribe: Luis Lama | "La pintura es la oportunidad de una meditación en donde las palabras sobran, los objetos encontrados en cambio te ponen en una situación de humildad porque traen sus propias historias y hay que hablar de eso con ellos, de historias callejeras y muy humanas", dice Otero.

domingo 14 de agosto del 2022
en Cultura
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Fernando Otero: un artista fuera de encasillamientos en La Galería

Fernando Otero: "En mi producción ha habido una evolución de lo muy silencioso hacia temas que la tomaron por asalto, son procesos que sé de manera orgánica e inesperada y se termina convirtiendo en un espacio de meditación donde convergen las ideas que nos son relevantes e inevitables".

Fernando Otero (Vigo, España, 1972) es un artista de muy larga trayectoria local e internacional. Uno de los artistas más respetados por una obra ajena a toda complacencia, caracterizada por un rigor que elude toda moda establecida en un mercado de arte que lucha por la supervivencia. Su muestra en La Galería (calle Conde de la Monclova 255 – San Isidro) hace propicia esta entrevista.

—La idea de una nueva ciudad surge durante un sueño de madrugada. Luce como un título alucinatorio en esta nueva muestra. ¿Tiene algo que ver con la realidad en la cual estamos inmersos?

Efectivamente, releyendo mi producción he descubierto cierta intención subversiva en mí que no sospechaba al inicio, creo que alguna instancia simbólica en mí sí está deseando que una vieja estructura sucumba ante su propio peso, del mismo modo que nuestra sociedad ha llegado a decir “que se vayan todos” más de una vez en tiempos recientes. Hay subyacente la necesidad de una renovación profunda y la arquitectura desde hace mucho es para mí la metáfora de aquello que ordena nuestras vidas.

—Tu obra luce ajena a los movimientos hegemónicos que se establecen en el mercado de arte del Perú. Has elegido un camino férreamente independiente a lo largo de tu trayectoria. ¿Consideras que tu decisión de una u otra manera ha determinado que seas un artista silencioso fuera del marco de la moda local?

Creo que la primera fidelidad debe ser para con uno mismo, a pesar de que eso te cueste gustar o no a cierto público. Finalmente de eso depende la función terapéutica del arte, la cual considero primordial. Esa conversación psicoanalítica entre artista y obra generará necesariamente individualidades marcadas en el resultado, pero creo que en ese ejercicio y en la práctica de ese silencio y distancia se gana mucho en términos de salud mental.

“Ese día imaginabas que alguien te oía”, pintura acrílica sobre papel, 2022, 70 x 70 cm.

—Tu pintura se suele identificar como geométrica erróneamente. Estás lejos del filo duro que tiene gran acogida comercial —temporalmente— y más cerca de la abstracción europea y norteamericana de los años cincuenta que Greenberg inicialmente acogió.

En mi producción ha habido una evolución de lo muy silencioso hacia temas que la tomaron por asalto, son procesos que sé de manera orgánica e inesperada y se termina convirtiendo en un espacio de meditación donde convergen las ideas que nos son relevantes e inevitables. Recuerdo una frase escrita en la pared del taller de un amigo pintor que decía: “El cuadro tiene sus propias reglas, hay que aprender a oírlas”.

La arquitectura que fue la carrera que quería estudiar y que al final quedó como algo a lo cual solo admirar desde fuera (dejándole todas las dificultades del diseño en sí a los arquitectos) fue uno de esos temas tratados en mi pintura, ahora pinto signos los cuales son presentados casi como personajes y que sirven de punto de partida para la reflexión de asuntos arquetípicos.

“Sin título”, 190 x 130 cm.

—La vertiente arquitectónica se evidencia con mayor claridad en la cerámica que veo por primera vez. Sin embargo, siento que si de alguna manera hay geometría en tu pintura esta no es su característica fundamental. Es como hablar de geometría en la obra de Sean Scully o de Robert Ryman. En tu caso son apenas signos sobre una superficie nerviosa. ¿Cuáles son tus referentes pictóricos?

Mis referentes van desde Jan Van Eyck hasta Brice Marden, son artistas en los que he visto cuán amplia puede ser la gama de lo bello y de lo atemporal y esto le da a uno la esperanza de que aún habrá algo por decir en pintura. La pintura aún se siente muy viva, hace poco el crítico Jerry Saltz indicó que “decir que la pintura está muerta es como decir que la conciencia ha muerto”. De hecho queda mucho por decir, lo curioso es que eso que se dice en la pintura quizás sea infructuoso intentar trasladarlo a palabras. Quizá pintar sea ese ejercicio en el que tratamos de acercarnos a lo esencial, aunque nunca se alcance tocarlo más que por pequeños momentos. Siempre post analizo mi pintura para que en principio fluya libre de planes predeterminados, recientemente en ese trabajo de post análisis he reconocido la búsqueda de formas arquetípicas que hablan ideas duales, contradictorias y complementarias, como la de pliego/biombo, un pliego se abre para mostrar su contenido un biombo lo hace para ocultarnos algo.

—Eres un pintor de silencios que en cierto modo se ha reservado para un público más exigente que busca una obra más allá de los vaivenes y las tendencias. ¿Sientes que tu obra está siendo lo debidamente acogida en nuestro país?

Hay varias instancias en las que uno puede sentirse acogido: público, critica, instituciones… Yo he tenido satisfacciones en todos los campos en distintas medidas. Creo que un pintor que puede vivir su trabajo ya es en cierta forma una persona privilegiada por la libertad que implica esta profesión. En la última subasta del Mali, por ejemplo, se incluyó una pintura mía de gran formato, y fue bonito ver que encontró comprador cuando se atraviesa un momento difícil para el mercado del arte contemporáneo.

“Sin título”, pintura acrílica sobre papel, 2022, 70 x 70 cm.

—Paralelamente a tu trabajo pictórico hay una búsqueda de la objetualidad del ready made al que asignas un nuevo contenido a partir del análisis de las formas. Son piezas que de alguna manera rememoran al dadaísmo más cercano a Marcel Broodthaers.  En nuestro medio el riesgo de la incomprensión al objeto encontrado es alto. Siempre queda el riesgo de decir “Esto lo puedo hacer yo”.

Mis cajas e instalaciones que acogen objetos disimiles y prosaicos siempre han tenido más éxito fuera del Perú y han sido por años el principal interés de mis galeristas en el extranjero, que las han expuesto por el mundo con buena acogida, hay piezas por ejemplo hasta en un museo en Estambul… El público peruano prefiere la pintura, creo que cada territorio te propone un diálogo distinto y hay que saber escuchar. Pero sí podríamos hablar de una sacralización de la pintura que lleva a cierto público a confiar ciegamente en todo lo que se hace sobre un lienzo.

—Hay obras tuyas que partiendo el objeto encontrado las transformas en arte. Como ocurre con los martillos o las hormas de zapatos que transfiguras de manera esplendida. ¿Cómo concilias ambas vertientes de tu trabajo?

La pintura es la oportunidad de una meditación en donde las palabras sobran, los objetos encontrados en cambio te ponen en una situación de humildad porque traen sus propias historias y hay que hablar de eso con ellos, de historias callejeras y muy humanas. Para mí son comunidades a las cuales hay que darles solo un poco de orden, es como ser arquitecto y ellos el cliente. Creo que esta exposición tiene mucho de eso, de comunidades de objetos que dan testimonio de lo que somos o lo que queremos ser como sociedad.

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Tags: fernando oterola galería
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