La frase de Frida Kahlo en su cuadro de 1946 (“Árbol de la esperanza mantente firme, que no lloren tus ojos al despedirme”) me resulta ideal para esta nota sobre la nueva temporada de concursos. Vivimos tiempos en los que muchos consideran una frivolidad pensar en arte creyendo que se trata de la decoración de la vida. El arte, compréndanlo de una vez, también es vida, o por lo menos un refugio para ella.
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El MUCEN, del Banco Central de Reseras, acaba de inaugurar la XII edición de un concurso en el que participó un respetable número de artista. Se diferencia de la mayoría de concursos porque privilegia a la pintura en lugar de la ambición multidisciplinaria.
El jurado integrado por Claudia Coca, Moico Yaker, Ángela Delgado y Vera Tyuleneva, ha hecho una selección que permite apreciar cómo los pintores se están desplazando por vertientes inagotables y, sobre todo, demostrando que la pintura no es una sola cosa.
El mejor ejemplo es el primer premio otorgado a Felipe Coaquira, un destacado acuarelista que ganó con la obra bordada a máquina Historias de sonata en el reino Viringo. Él demuestra lo que pudiera ser una perogrullada: bordar es pintar con hilo. Una tradición que practican más hombres que mujeres en determinadas regiones de nuestro país. Su innovación consiste en remontarse al pasado y traer al presente el bordado a máquina, como ocurre en el Colca. En Arequipa, Nereida Apaza hace lo mismo pero con una iconografía más introspectiva.
Angie Cienfuegos obtuvo el segundo premio con su Representación del mundo según la cultura Afrolítica peruana. Piezas para un museo posible. De mayor interés me resulta la notable participación de Ana Cecilia Farah, quien recibió una mención honrosa por una pintura densa, casi un tapiz de un paisaje de oscuridades que me resulta notable. A partir de una tela impresa con una imagen del siglo XIX, ella interviene con acrílico y óleo árboles y ríos, la naturaleza en suma, con la intención de recuperar la memoria de aquello que hemos perdido.

Otros finalistas ameritan ser destacados. Particularmente Hugo Salazar, Natalia Revilla, Raúl Chuquimia, Sebastián Cabrera y Javi Vargas.
Coaquira ha recibido 30 mil soles y una exposición individual, Angie Cienfuegos mereció 20 mil. Los premios tienen carácter de adquisición, lo que hace menos generosos a estos montos.
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La Alianza Francesa tiene el concurso más ambicioso que se realiza entre nosotros. Pasaporte para un Artista cuenta con 26 ediciones y un carácter nacional, pues abarca a las regiones que cuentan con una sede de la institución.
Desde hace varios años el concurso ha derivado en una gran exposición curada por un especialista que va orientando a los pocos seleccionados, con lo cual la exposición final gana en coherencia pero pierde en espontaneidad. Ya no es más esa suerte de encuesta de lo que ocurre en el país y que permitía la elaboración de un diagnóstico de nuestra producción visual.
El año pasado, en las muestras celebratorias por sus 25 años, vimos a ganadores en diversas categorías y cómo han permanecido menos de los que deberían. Nuestro medio es implacable y suele agotar a los artistas que no estén empecinados en la lucha.
Como en todo concurso, se recuerda más el evento que a los ganadores. Y como suele ocurrir, los jurados nunca dejan satisfechos a los artistas. Pero eso es inevitable. Sucede que el concurso es demasiado complejo para tener un solo premio. Reúne fotografía, pintura, grabado, escultura, dibujo, arte digital, videoarte e Instalación. Es virtualmente imposible comparar la excelencia de las obras de cada disciplina para determinador quién es el ganador entre ellas. Quizá se pueda solucionar dedicando a cada disciplina una edición, bajando las pretensiones y ampliando el espectro de participación.
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El ICPNA ha tenido múltiples concursos dedicados a diversas disciplinas. Desde hace un lustro apuestan por un Premio de Arte Contemporáneo, que al igual que Pasaporte… es multidisciplinario y presenta las mismas complejidades. Hay un solo premio y como suele ocurrir, se han quedado en el camino notables participantes. Recuerdo la participación del monumental Antonio Páucar que no salió favorecido. Es muy difícil equiparar obras notables de pintura, instalación, videos, grabados, etc. para elegir entre ellas a la mejor.
Hay ganadores memorables como Iosu Aramburú (2018). En las antípodas podría encontrarse Venuca Evanán (2020) con Rikchary Warmi, un trabajo que recoge la tradición andina.

Como es costumbre, no todos quedan satisfechos con la decisión del jurado, pero a diferencia de otros concursos, el del ICPNA tiene el mérito de haber mantenido la atención de quienes cada año renuevan la esperanza con su participación. Otros concursos suelen decaer a medida que la frustración va alejando a los artistas del evento.
Premio Wiels
El otro concurso del ICPNA con ARTUS es el Programa de Residencia Artística WIELS, un laboratorio internacional para la creación y difusión del arte contemporáneo. Durante su estadía en Bruselas, los ganadores contarán con tutorías individuales y orientación para la realización de sus proyectos. El ganador es el brillante Sergio Pacheco. Ver El laboratorio. (https://www.facebook.com/delaboratorio/videos). Pacheco recibirá pasajes, un estudio de 40 m2, alojamiento en apartamento equipado y 800 euros mensuales. Un lujo.
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El Cultural Británico ha sido muy activo en materia de concursos. Resulta memorable el Concurso de Acuarela John Constable, que permite mantener en vigencia una disciplina que se va perdiendo entre limeños, entre otras cosas por razones de soporte y mercado. En Arequipa, por ejemplo, los acuarelistas son brillantes y constantemente renuevan una formidable tradición. La última edición fue en el 2021 y se encuentra en proceso de reestructuración.
El concurso de dibujo del CB contempla dos generaciones (“consagrados” y “emergentes”, hasta 35 años) para hacer la competencia más equitativa. Se convoca cada dos años y los resultados son altamente positivos. En un medio donde se considera al dibujo como un trabajo preliminar a la pintura o a la escultura, el concurso ha ayudado a revalorizar la disciplina luego de que el ICPNA reemplazara su antiguo concurso por otras disciplinas.
Finalmente, el concurso de escultura del CB es el único que existe en el país. Es destacable, pues allí hemos visto muchas propuestas valientes y otras debatibles. Anteriormente algunas esculturas ganadoras se construían en gran escala, como ocurrió con el giroscopio de Iliana Scheggia en San Miguel. Está auspiciada por IPAE y es un premio empresarial. En marzo, sabremos los ganadores de la última edición.