Hace 30 años, tenía dos años como reportero gráfico cuando me tocó cubrir el horror de Tarata. Esa tarde acababa de renunciar al semanario Meridiano de Lima, pero cuando estalló el coche bomba, yo tenía 8 rollos blanco y negro película Tri X en el bolsillo, así es que salí disparado hacia el lugar para que mi cámara lo registrara todo. Durante las primeras horas fue imposible hacerlo, el humo negro que impedía enfocar y el caos generalizado, hicieron que me colgara la cámara al hombro y ayudara a las víctimas. Ese fue mi primer contacto cercano con la violencia terrorista.

Poco después, pasaría a formar parte del equipo de investigación de la revista SÍ y fueron otros los rostros de la violencia y otras las historias que debí cubrir, una de las más dramáticas, el caso Cantuta. Todavía están grabados en mi memoria la oscuridad, el frío y el sonido del viento en los cerros del camino a Cieneguilla. Bajo el pseudónimo de Simeón García y dirigido por el ojo sabueso de Edmundo Cruz y José Arrieta, abordé una de mis comisiones más desafiantes.
Después de la revista SÍ pasé a la agencia de noticias Reuters y en febrero de 1995 iba por río camino a cubrir la guerra del Alto Cenepa. En esa ocasión fui testigo de excepción del valor y la determinación de jóvenes soldados dispuestos a dar su vida por la patria, una experiencia que me impactó particularmente.
Hace 8 años, llevé a mi hijo al Morro Solar, él tenía 9 años y yo quería mostrarle el monumento al soldado desconocido que rinde homenaje a los cientos de soldados muertos en combate.
–Papá, son los héroes de la guerra con Chile… ¿No ha habido otros héroes desde entonces?–, preguntó sorprendido.
—Claro que sí–, le respondí.

En ese momento dirigí la vista hacia la explanada del LUM y surgió en mí la necesidad de realizar aquí un proyecto que reconociera públicamente a los héroes anónimos de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, víctimas de la violencia terrorista. El primer paso fue clave, contactar a Sandra García viuda de Morales, presidenta de la Asociación de Viudas, Madres y Sobrevivientes de Miembros de la Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional (AVISFAIP). De la mano de Sandra fui llegando a las familias y sus historias.
No fue fácil para estos familiares abrir las puertas de sus hogares y sus corazones a mi insistente convicción, años de espera y de expectativas siembran desconfianza y acaban con la esperanza de un reconocimiento, pero con la misma entereza de sus héroes, no han renunciado a preservar su recuerdo. El resultado de esta primera aproximación es lo que verán en esta muestra fotográfica.