“El circo es cultura. Es alegría. El ambiente del circo lo conforma gente muy peculiar, valiosa, es una familia”, dice convencida Andrea de La Rosa Chirinos de Prodartes.
Lo indicado por Andrea calza con lo que se presencia: la adrenalínica acrobacia del matrimonio ucraniano compuesto por Julia Galenchyk y Dmytro Turkeiev junto a su pequeña hija Liliya. En este acto aéreo confluyen la poesía del movimiento y un amor irrefrenable por el riesgo. Este es uno de los actos más llamativos de Love de El Gran Circo.
“Por la situación del conflicto entre Rusia y Ucrania, hemos hecho todos los esfuerzos para tener este espectáculo de gran calidad a nivel internacional, también tenemos artistas de China, Israel y Mongolia. Todos, contorsionistas, acróbatas, bailarinas, malabaristas y payasos, son reconocidos y muy premiados. Hablamos de un equipo de 45 personas en escena”, precisa Andrea.
Pero detrás de la magia de Love, la cual no es fruto del azar, está su director y creador: el ruso Alexander Grimaylo, o como se le llama: Sasha, “El genio del circo”.
Para tener una idea de su dimensión y radiación en el imaginario circense mundial: es como si el Pep Guardiola estuviera en Lima, si nos refiriéramos al fútbol.

La experiencia y la exigencia se perciben desde su mirada. Y no es leyenda lo que se dice de él: trabaja desde las 7 de la mañana hasta la 1 de la madrugada.
“Es una situación triste la que vemos en el mundo, que necesita amor y solidaridad. El circo nos devuelve a la esencia del amor. Esta es la razón del espectáculo”, dice Sasha, quien solo piensa en mejorar lo que para el ojo común es perfecto.

“Hay que trabajar duro, cada espectáculo es único”, indica Sasha mientras se impone la melodía del francés Pierre Pichaud como un manto que termina desconectando al espectador, situándolo en un mundo simplemente mejor.
Pero esta exigencia de Sasha no solo se ve en Love, sino también en Tsaurios, una aventura fantástica, que antes de presentarse en Lima, cautivó al público piurano a fines de junio. La mayoría de los artistas de Tsaurios son jóvenes peruanos, que como tales no dejan de exhibir recorrido circense tanto en Perú como en el extranjero.
“Instalar una carpa de circo demora entre tres días y dos semanas, hay muchas personas involucradas en lo que es el circo, el tiempo pasa y no te das cuenta”, asevera Andrea, a quien le es imposible ocultar la emoción de la dinámica circense.
Izquierda: en Love: un par del famoso trío Equivokee (George Kirichenko, Yuri Pavlychko y Dmitry Nikolenko). Derecha: simios psicodélicos: ritmo y fuerza. (FOTO: VÍCTOR CH. VARGAS).
“Me gusta ver a los niños y adultos encantados con Tsaurios”, dice el costarricense Armando Palacios, quien da vida al científico Boris en esta puesta que recrea la era Mezosoica con imponentes dinosaurios.

“Llevo diez años en Perú, me gusta, estoy adaptado y estoy agradecido por hacer lo que me gusta”.
Por su parte, la coprotagonista Nicole Carrión, Nina en la ficción, señala que “somos un grupo humano muy comprometido y el esfuerzo trae frutos”. Y razón no le falta, porque la carpa Tsaurios en cuestión de media hora experimentó un lleno total con más de 1200 personas, que no solo quedaron obnubilados por el espectáculo, sino también desconectados por la música de Pichaud.

“El circo es tradición y me alegra que haya vuelto tras tres años de haber estado alejados del público; todos los involucrados en este sector estamos comprometidos con brindar lo mejor”, enfatiza Andrea.
Las pruebas se imponen solas.
Regresemos a los circos.