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El Mundo del Mudo

Jorge Coaguila presenta Ribeyro, una vida, biografía definitiva sobre el escritor peruano. Adelanto exclusivo. Partida de nacimiento.

martes 03 de septiembre del 2019
en Cultura
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Ribeyro, una vida (Revuelta Editores, 2019) saldrá a fines de noviembre, a días de conmemorar los 25 años del fallecimiento del mayor cuentista peruano. Antes, en el Hay Festival, se presentará un libro con las acuarelas del narrador, cortesía de la Fundación BBVA Continental, Cosas y la Universidad de Lima. Y por su lado, Víctor Aguilar publicará un cómic de 100 páginas con Editorial Panamericana. El sábado 31 de agosto el autor habría cumplido 90 años. Este fragmento cuenta el primer año en Europa del narrador limeño (1952-1953). Una vida austera entre Madrid y París. Y un amor frustrado.

Coaguila lo entrevistó seis veces.

Ribeyro llega por vez primera a Europa el 14 de noviembre de 1952, después de 25 días de travesía en el barco italiano Amerigo Vespucci. Lo acompañaban Alberto Escobar, Leopoldo Chariarse y Michel Grau. En una carta a su hermano Juan Antonio anota: «Aquella vez con qué emoción recorrimos las calles de Barcelona, hasta la madrugada. Era la primera ciudad europea que veíamos. Estábamos mudos, trastornados, poseídos de un extrañísimo delirio. ¡Qué momentos tan puros y tan espontáneos!».

Con Chariarse, autor del poemario Los ríos de la noche (1952), Ribeyro viajó a Madrid en la tercera clase de un tren correo. «No dormimos toda la noche. Caminamos muchas veces de la locomotora al último vagón muy emocionados y conversamos con los demás viajeros, quienes nos invitaron a comer, a beber vino de botas», recuerda el poeta.

Entonces España era gobernada por Francisco Franco, cuyo régimen, inaugurado en 1936 se prolongaría hasta 1975. Este periodo se caracteriza por la grave crisis económica posterior a la Guerra Civil (1936-1939), su inicial cerrada política comercial con el exterior, la regulación de los precios, su postura de autoabastecimiento y el intervencionismo estatal.

BECA EN MADRID

En la capital española, Ribeyro pasaría una temporada hasta julio de 1953. Se instaló, en los primeros meses, en las residencias para estudiantes del Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, donde convivió con diversos iberoamericanos. Su compañero de habitación fue el colombiano Jorge Eliécer Ruiz (más tarde director de la Biblioteca Nacional de su país). La beca para estudiar Periodismo concedida por el Instituto de Cultura Hispánica consistía en 35 dólares mensuales. En el cuento Solo para fumadores, el narrador recuerda: «La beca que tenía era pobrísima y después de pagar el cuarto, la comida y el trolebús no me quedaba casi una peseta».

La extensa correspondencia a su hermano Juan Antonio (nacido el 5 de julio de 1928) se inicia en esta época. El 3 de marzo de 1953, Ribeyro menciona que ha entrevistado al poeta sevillano Vicente Aleixandre. Este reportaje, que inaugura sus colaboraciones para el diario El Comercio, se publicaría el 22 de ese mes con el título de Coloquio con un poeta célebre.

Ribeyro visitó al célebre poeta español acompañado de Alejandro Romualdo, Alberto Escobar y Leopoldo Chariarse, quien me comentó en una visita a Lima: «Aleixandre parecía convaleciente de alguna enfermedad. Casi siempre permanecía recostado en un canapé. Pese a su estado, era muy claro mentalmente, buen conversador y de una vasta cultura».

Años de estudiante.

Su siguiente colaboración para el diario limeño es Lima, ciudad sin novela, del 31 de mayo de 1953, en que señala que a la capital peruana le falta un libro que lo retrate. «Tres son los defectos capitales del escritor limeño aspirante a novelista: su escaso sentido de la dramaticidad, su excesivo espíritu crítico y su poca capacidad de trabajo», agrega.

En una carta de junio de 1953, Ribeyro lamenta su situación económica y comenta: «Todos los peruanos acá reciben dólares de su casa en cantidades fijas y respetables». Unos, como Hernando Cortés, reciben 100; otros, como Chariarse, 30. Este dinero servía para costear todos los extras. Ribeyro recuerda que ha recibido dinero de su familia solo dos veces: una para viajar a París y otra para curarse.

«Durante meses he pasado sin jabón, sin pasta de dientes, sin peine, sin ropa limpia, sin cigarrillos, sin viajes. Y cuando he querido proveerme de estas cosas, he tenido que empeñar mi ropa de invierno –lamenta Ribeyro–. Calzoncillos me quedan dos, y yo mismo tengo que lavarlos de un día para otro».

¿Cómo era Madrid por aquella época? En carta de abril de 1953 señala que la capital española cuenta con un millón de habitantes en un espacio reducido, el área de Miraflores y San Isidro juntos, aproximadamente. A diferencia de Lima, la gente vive en edificios de seis a ocho pisos de altura, como la avenida la Colmena (hoy Nicolás de Piérola), y no en casas.

Encuentro de escritores. Berlín, 1966. Primera fila: Ciro Alegría, Borges y Roa Bastos. Ribeyro posa detrás del argentino.

YOLANDA, LA NOVIA ESPAÑOLA

Durante su estancia en Madrid Ribeyro conoce a Yolanda Gálvez, cuya relación fue «una hermosa aventura interrumpida de una manera súbita, arbitraria y brutal». En el cuento Nuit caprense cirius illuminata, fechado en Capri un año antes de su muerte, el protagonista recorre con una muchacha en 1953 «por el parque del Retiro, por el viejo Madrid, en una España franquista con sus serenos, su prensa censurada, sus mutilados de guerra que vendían cigarrillos en canastas».

Yolanda fue en cierta ocasión a la pensión del joven escritor. El narrador observa: «Durante largo rato conversaron en la pequeña habitación, cuya única ventana daba a un sombrío patio interior, hasta que de pronto, sin saber cómo, se encontraron enlazados en la cama».

¿Qué pasó finalmente entre ambos? El final de este episodio, después de intercambiar varias cartas, transcurrió el último día de diciembre, meses después.

HOTELITOS EN PARÍS

Aunque ya había visitado París mientras vivía en Madrid, en 1953 Ribeyro llega a la capital francesa para residir una temporada, gracias a una beca para estudiar en La Sorbona, con el fin de redactar una tesis sobre uno de sus autores predilectos (Gustave Flaubert). Esta beca le otorgaba una «apreciable cantidad de dinero»: 150 dólares, pero el despilfarro le pasa factura.

En su diario, agosto de 1953, Ribeyro apunta: «No recibo de Lima cartas ni dinero. Situación de indigencia. Si no fuera por préstamos recibidos de compatriotas, objetos empeñados o invitaciones a comer, estaría muerto de hambre. En el hotel Jeanne d’Arc tengo asegurado el techo, pero ¡qué difícil procurarse todos los días el pan, el café y los cigarrillos!».

Durante aquellos años Francia se sobreponía al desastre de la Segunda Guerra Mundial (1939-1944), en que París fue ocupada durante cuatro años por los nazis. El socialista Vincent Auriol gobernaba desde 1947 y lo haría hasta 1954. Sería sucedido por el conservador René Coty, que tendría el poder hasta 1959.

En estas condiciones, Ribeyro escribe algunos relatos que formarían su primer libro. En una carta de setiembre de ese año, reflexiona: «En todos mis cuentos hay siempre un lastre de retórica recogida de la literatura francesa del siglo XIX y algo del portugués Eça de Queiroz, que procuro a toda costa eliminar».

La revista La Novela Peruana, en 1953, le publica a Ribeyro el cuento «Interior L», de corte realista. La historia es dramática: mientras bebe un té, un colchonero que había perdido a su esposa y a un hijo por tuberculosis recuerda que su hija de 15 años estuvo embarazada de un albañil. Este, un zambo fornido, evitó ir a prisión a cambio de dinero, el cual le permitió al colchonero abandonar su trabajo durante varios días para embriagarse. Poco después, la adolescente sufre un aborto inesperado. Por ello, le pide a ella repetir la relación con el albañil.

Ribeyro en Europa, circa 1998. Derecha, noviembre, 91: en la tumba de Vallejo, en Montparnasse.

En su diario personal, octubre de 1953, Ribeyro comenta: «La primera lluvia de otoño me sorprende en mi hotel, muy de mañana, sin un franco en el bolsillo y el estómago vacío hace veinte horas». Dos meses después reflexiona: «Emocional y racionalmente me aproximo cada vez más al marxismo».

Así es, sus relatos adquieren una fuerte crítica social. Esto, sin duda, tiene que ver con su mala situación económica. Cambia de hotel nuevamente, esta vez se aloja en un hotelito de la rue de Buci. En esta época frecuenta los cafés Old Navy y Mabillon, del bulevar Saint-Germain, a pocos pasos de donde vive, en el Barrio Latino.

En octubre anota en su diario que recibió de Madrid carta de Yolanda, Yola, «mi linda catalana», lo que levantó su «espíritu». Sin embargo, semanas después, apunta: «Olor a mujer en mi cuarto. En la cama Marie-Jeanne. De ella solo sé su nombre y nada más. Situación enojosa, pues no hay amor de mi parte. Sin aquel ingrediente, el acto es animal y causa desazón. No veo las horas de que se vaya».

La historia con la española acabaría mal. Ribeyro llega a Madrid, después de intercambiar correspondencia con ella, con la promesa de reunirse ambos para celebrar juntos la llegada del año nuevo. Sin embargo, Yolanda no asiste a la cita. Milagros, la amiga de ella, saboteó la relación, pues estaba interesada en él. Una frustración que sería llevada a su obra de ficción, como varios hechos que viviría.

Tags: Escritor peruanoJorge CoaguilaJulio Ramón RibeyroParís
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