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“Cuando un crítico afirma que la crítica actual es mala, parece sugerir que la única buena es la suya”, dice el literato español Juan Antonio Masoliver Ródenas | Entrevista

Por: Gabriel Ruiz Ortega | "No creo que los escritores son superiores a los bomberos, a los médicos e incluso a los jugadores de fútbol", afirma el autor.

miércoles 13 de enero del 2021
en Cultura
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“Cuando un crítico afirma que la crítica actual es mala, parece sugerir que la única buena es la suya”, dice el literato español Juan Antonio Masoliver Ródenas | Entrevista

"La escritura nos proporciona un inmenso placer, pero también un enorme sufrimiento. El esfuerzo de escribir bien, en todos los sentidos que la palabra “bien” pueda tener". Fuente: Fundación José Manuel Lara.

Hablar del trabajo literario del catalán Juan Antonio Masoliver Ródenas (1939) es referirnos a la poesía, la narrativa, la traducción, pero ante todo a la crítica literaria, parcela en la que se ha dirigido como uno de los mayores críticos de nuestro tiempo. En esta ocasión, Masoliver Ródenas conversa con CARETAS sobre sus esperadas memorias Desde mi celda (Acantilado, 2019).

-Una de las impresiones que me dejan sus memorias, es su adicción por la letra impresa y sus variantes.

Incluso cuando no sabía leer me fascinaba el papel. Lo que escondían las letras. Con mis hermanos, el libro era como un juego. Incluso hoy me fascina no solo el texto, sino también el cuerpo del libro, la portada, el tamaño, el número de páginas, el tipo de letra, la calidad del papel. También me apasiona la escritura, la caligrafía, desde la ilegible de Antonio Gamoneda a la clara de mis amigas que estudiaron en un colegio de monjas. Si visito las librerías, no es solo para ver si están mis libros, sino para ver su disposición. Y todo esto es lo que invita a leer y a saborear mejor la escritura.

-En Desde mi celda, hay mucho humor y también crítica.

Si hay humor, la crítica no es discursiva y permite tanto la crítica como la autocrítica. Siempre he dicho que los españoles somos muy buenos para reírnos de los demás, pero no aceptamos que se rían de nosotros, que nos critiquen. Es una lección que aprendí desde pequeño, y cuando me reía de mí, mis amigos quedaban desarmados. Si hago caricaturas, ¿por qué no puedo hacerla de mí mismo, tan fácil de caricaturizar?

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-Tampoco es ajeno al ajuste de cuentas.

Es un ajuste de cuentas relativo. En general es un homenaje a la amistad, a las mujeres siempre tan misteriosas, a los escritores. Y una celebración de la vida. De este modo, las pocas veces que hay un ajuste de cuentas, el contraste se hace más visible. Si cuento con los dedos de una mano las personas por las que realmente siento rencor, me sobrarán dedos. Si en el libro salen tantos escritores como amigos míos es porque es el mundo en el que me muevo. No creo que los escritores son superiores a los bomberos, a los médicos e incluso a los jugadores de fútbol. Pero cuando hablo de Cabrera Infante, Vila-Matas, Gamoneda, Sánchez Robayna, Monterroso y tantos otros, no lo hago solo por lo que escriben sino por lo que son. Por otro lado, la necesidad de los amigos está en nosotros ya desde muy pequeños. Queremos tener amigos y además ellos nos enriquecen. Y para mí, tenerlos de los distintos países donde he vivido, ha sido doblemente enriquecedor.

“Es un ajuste de cuentas relativo. En general es un homenaje a la amistad, a las mujeres siempre tan misteriosas, a los escritores. Y una celebración de la vida”.

-¿Es cierto que después de este libro ya no piensa escribir más?

Es la sensación de alivio que tenía al escribirlas. La escritura nos proporciona un inmenso placer, pero también un enorme sufrimiento. El esfuerzo de escribir bien, en todos los sentidos que la palabra “bien” pueda tener. El ajustar lo que queremos decir a lo que decimos. El crear un mundo que no niegue el que vivimos, es decir, que no sea evasión. El saber comunicar y a quién comunicamos. Tener lectores y qué tipo de lector. Cuando decía que no voy a escribir más, no estaba pensando en los dos libros casi por terminar, uno de poemas, con el provisional título de El cementerio de los dioses, y uno de prosa o prosas en la línea de El ciego en la ventana, titulado Tonismos (Tono es el nombre con el que se me conoce), como El ciego se subtitulaba Monotonías. Acabados estos libros, mi liberación será total, sobre todo porque casi coincidirán con mi muerte.

-¿Y cómo ves a la crítica literaria actual?

Cuando un crítico afirma que la crítica actual es mala, parece sugerir que la única buena es la suya. Cuando hago un análisis de nuestra crítica, comparada con otras, como en mi caso con la inglesa –pues en Inglaterra he vivido unos cuarenta años–, me incluyo. Veo mis defectos como parte de los defectos de los demás, para poder así superarlos: falta de un “pensamiento crítico”, conocimiento pobre de otras lenguas, no tener en cuenta a qué tipo de lector nos dirigimos. Criticamos a ciertos críticos por demasiado elementales, pero no es lo mismo escribir para un periódico, con lectores tan diversos, que para revistas especializadas. Soy, desde hace muchos años, crítico del periódico La Vanguardia, de Barcelona, pero también lo he sido en publicaciones académicas o, por ejemplo, en Vuelta, la revista de Octavio Paz, dirigida a un lector mexicano culto, o en la londinense South. ¿Y si hubiese escrito en Caretas? Yo la tenía mitificada cuando escuchaba a mis amigos peruanos como Antonio Cisneros o Max Hernández hablar con el mismo entusiasmo con el que los mexicanos hablaban de Vuelta o los argentinos de Crisis. En todo caso, lo que conviene es ver, dentro de nuestra crítica, cuáles son los competentes, los que vale la pena leer y que te estimulan a ser mejor crítico.

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Tags: Desde Mi CeldaJosé Antonio Masoliver Ródenas
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