Un breve repaso a la carrera musical de Karin Zielinski arroja una impresión a considerar: su trabajo destaca por su cuidado estético, el cual ha sido galardonado en diversos certámenes internacionales de cine. Así es, Karin es una de las compositoras peruanas más relevantes de hoy y su poética musical la hemos podido escuchar en las bandas sonoras de películas peruanas como El limpiador (2013) de Adrián Saba, Dos besos (2015) de Francisco Lombardi, La última tarde (2016) de Joel Calero, entre otras; y en obras de teatro como Un fraude epistolar de Fernando Ampuero bajo la dirección de Giovanni Ciccia.
“Mi interés por la música empezó desde muy joven. Estudié guitarra clásica, hice jazz y llegué al cine a medida que iba descubriendo mis intereses. Este es un trabajo que toma tiempo y me gusta porque la música es un lenguaje que puede ser apreciado por muchas personas sin tener que saber cómo es su proceso. Además, provengo de una familia apasionada por la música. Entonces forjé desde pequeña una inclinación por la música, en el colegio asistía mucho a los cursos extracurriculares”, dice Karin, quien no oculta su satisfacción por la nominación de su último trabajo: la banda sonora de la película El corazón de la luna (2021) de Aldo Salvini, en el marco del Boston Sci-Fi Festival.

Karin no es ajena a sus influencias y se declara admiradora de Ennio Morricone y Bernard Herrmann (Taxi Driver), pero su memoria emocional la transporta a los 12 años, cuando quedó obnubilada por la banda sonora de James Horner en Corazón valiente (1995) de Mel Gibson. “Fue esa película, a esa edad temprana, la que marcó algo dentro de mi estilo y en mi proceso creativo. Con esa película supe lo que en verdad es una banda sonora. La escuché muchas veces. Me afané con escuchar la música completa. La música es subliminal y ejerce una influencia en ti. Por ejemplo, El corazón de la luna es una película que no tiene diálogo y en donde la música cumple un rol fundamental. Salvini le da una importancia a la música y no todos los directores le dan esa importancia”.
Además: “Yo tuve la suerte de que mi primer trabajo en una película (El limpiador) haya sido nominado a un Premio Platino y eso permitió que los directores y productores me vean de otra manera. Donde sí he sentido más prejuicio ha sido en el extranjero, pero más allá de ello, lo que sí estoy viendo últimamente es que hay más mujeres que componen para películas, de a pocos vamos avanzando. Ahora tengo 22 largometrajes entre películas y documentales y en este rubro la modestia es importante. La música para mí es un modo de vida”.