¿En qué pensamos cuando pensamos en la migración? ¿Cómo debe abordarse este fenómeno que pauta a la historia de la Humanidad? Estas son algunas preguntas que encuentran atendibles respuestas en la que vendría a ser una de las mayores exposiciones del año del Centro Cultural de España de Lima: Pasajeros del hispano-iraní César Dezfuli.
En su tránsito expositivo —la muestra ha estado también en Australia, Etiopía y Uruguay—, Pasajeros ha conseguido lo que pretendía Dezfuli: generar discusión y mediante ella entender la dimensión de la migración.
—¿Cómo nace este proyecto?
Estudié periodismo y siempre me ha gustado contar historias y también la fotografía. El periodismo te permite llegar a muchas historias distintas. En el 2015 me fui a los Balcanes a hacer un proyecto que llamé Hijos de las sirenas, con el que entrevistaba a jóvenes que habían sido niños en las guerras balcánicas —1991-1999— y así recoger sus recuerdos y sensaciones de los sonidos de las sirenas antiaéreas. Mientras estaba haciendo esta historia, me encuentro con la ruta de los refugiados sirios atravesando los Balcanes. Publiqué un reportaje al respecto en El Mundo. Publiqué otra historia, en donde entrevisté a un traficante que llevaba personas desde Belgrado —fuera de la Unión Europea (UE)— a Viena —dentro de la UE.
—Esta experiencia en los Balcanes resultó determinante.
Sí, porque a partir de ello empiezo a trabajar a profundidad en temas de migración. He tenido una evolución, he ido deconstruyendo ideas que tenía sobre la migración, incluso en lo personal porque soy hijo de migrantes —padre iraní y madre española—. La palabra migración, como concepto, se ha manchado mucho. La migración tiene muchas cargas positivas y gracias a la migración el mundo es lo que es.

—¿Qué ha sido lo que más te ha marcado de la migración?
Ver a las personas en el límite de la supervivencia.
—Tal y como lo muestras en Pasajeros con los africanos que cruzan el Mediterráneo central.
Había visto imágenes de lo había estado pasando en el Mediterráneo, pero lo traumático no es lo que sucede ahí, sino lo que impulsa a toda estas personas a cruzarlo. El Mediterráneo es el último tramo de una ruta mucho más compleja y perversa. Que haya personas que tengan que subirse a un barco que se hunde por el peso, sin saber a dónde van, engañados, muchos de ellos no saben lo que es Europa, es algo que te marca.
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—Tu proyecto se enfoca en una sola barca, que llevaba 118 pasajeros.
El proyecto empieza en 2016, cuando me subo a un barco de salvamento alemán, el Iuventa, de una ONG alemana. En ese momento buscaba dos historias: la historia de la ONG que se va a salvar personas en el Mediterráneo, creada por un chico de 19 años, y la situación de los migrantes africanos.

—¿Qué diferencia a esta muestra sobre otras del mismo tenor?
Pasajeros presta atención a las personas. Las imágenes que se estaban tomando del Mediterráneo eran de personas en masa, inidentificables, a las que se les ponía la etiqueta de inmigrantes y que nadie sabía quiénes eran, de dónde venían… Yo hago una apuesta personal para fotografiar esto de manera más humanizante. Si hacía un reportaje convencional, no aportaba nada nuevo al debate de la migración. Antes de hacerles las fotos, ellos en un papel me apuntaban sus nombres completos, edad y país de origen. Los he contactado por Facebook porque no tenía otra forma de contactarlos porque había una protección de datos. Los busqué durante meses hasta que di con la primera persona. Hasta ese momento no sabía que haría una segunda parte del proyecto.
—¿A cuántos tienes localizados?
A 105 de 118. He visitado a 73. Pasajeros se está convirtiendo en un trabajo antropológico de lo que acaece. Lo que quiero es que se mire a la migración de una manera más cercana. La migración ocurre diariamente en todos los países. Que una persona no encuentre trabajo en la periferia de Lima y se mude al centro para encontrarlo también es un efecto migratorio. Hay que ver este tema de otra manera. Por eso hice esta muestra fotográfica, para reflexionar no solo el viaje, sino también cuando el migrante llega a su destino, que no siempre es definitivo. Intento profundizar en estas historias en concreto, con personas que tienen rostro, con escenas de su vida cotidiana en la que también nos podemos sentir reflejados.