Es imposible precisar cuándo se jodió el Perú, pero es muy fácil comprobar lo jodidos que estamos. Si uno analiza cada una de las ofertas que hacen los candidatos a la Alcaldía de Lima Metropolitana llegamos a la conclusión de que creen dirigirse a una manada de borregos incapaces de distinguir entre sus mentiras y la realidad.
De una u otra manera todas las elecciones son así. Pero lo más grave radica en la constatación de que a ninguno de los candidatos le importa el aspecto cultural del país. Puede ser un prejuicio, pero ninguno tiene la mirada inteligente como para avizorar que pueden mostrar un mínimo interés en un aspecto crucial de nuestra sociedad: la cultura, la educación, el arte. La civilización en suma.
Pongamos a los candidatos punteros. ¿Alguien cree que Urresti, López Aliaga o Forsyth tienen una mínima preocupación por estos aspectos? El único que tiene antecedentes de todo tipo es Urresti. Mientras era ministro del Interior de Humala rompió la entrada de una exposición de Sendero Luminoso y botó los cuadros que se exhibían, uno de ellos era de Elena Iparraguirre en el cual copiaba con devoción a Szyszlo.
Admitamos que la cultura no da votos. El formidable empuje cultural de Andrade no impidió que Castañeda lo reemplazara. El énfasis cultural de Susana Villarán, con apoyo oculto de Odebrecht, sabemos cómo terminó. Y el actual alcalde, el arquitecto Miguel Romero Sotelo inaugura el Teatro Segura y condecora a arquitectos estrellas pero omite escrupulosamente a la gente de teatro. Por si fuera poco, este acciopopulista ha colocado en plena Plaza de Armas estridentes letras monumentales que atentan contra nuestro más céntrico patrimonio histórico.
Buena parte de los medios omiten la importancia de la cultura en nuestra convivencia diaria. De lo contrario, los debates abordarían un problema crucial que se suele soslayar creyendo que es para mandarines. Ignoran que sin la participación de la cultura, entendida en el sentido más amplio, no habrá integración posible.
¿Alguien sabe si el actual Congreso tiene una comisión de Cultura? Sí existe una convenientemente desapercibida. La preside Segundo Acuña Peralta (ID), Javier Padilla Romero (RP) es vicepresidente y Karol Paredes Fonseca (AP) la secretaria. Tres tristes tigres. Silenciosos y agazapados. La última vez que una comisión de Cultura hizo noticia fue cuando el canoro fujimorista Francesco Petrozzi se confesó hispánico ante el Rey de España. Ahora se postula para la Alcaldía de San Isidro sin la menor posibilidad de triunfo.
Una comisión de Cultura nunca ha funcionado, pero su inutilidad luce como una característica principal durante este período. Eso pudiera explica por qué nunca se ha censurado a un ministro de Cultura ante hechos tan graves como el abandono de nuestro patrimonio cultural (Kuélap) o el letargo de la interculturalidad. Hoy los ministros de Cultura son abogados de Castillo y el Congreso enmudece ante ellos a pesar de no cumplir con los requisitos mínimos para ocupar el cargo.

Betssy Chávez durante la campaña lucía una de las voces más inteligentes de Perú Libre. Una vez que se le premió con un Ministerio asumió el papel de una predicadora alucinada que repartía abrazos entre sus colegas. Pero tiene el cargo asegurado. El Congreso nunca la vacará. Castillo “solo” ha tenido cuatro ministros de Cultura, un récord sólo superado por Silva y Alvarado que, como sabemos, tienen una considerable labor extracurricular.
Alan García es el expresidente que todos amamos odiar. Sin embargo, hay que reconocerle su énfasis en el campo cultural. Durante su primer gobierno, en medio del descalabro del país, hizo varios festivales y en 1988 creó el Museo de la Nación, ubicado en el mismo edificio donde el gobierno militar había construido el Ministerio de Pesquería, uno de los pilares de nuestra arquitectura de los años 70. Al mismo García se debe el Gran Teatro Nacional, la nueva Biblioteca y sobre todo el Ministerio de Cultura, antes INC, en el 2010.
Hemos tenido buenos ministros desde los inicios con Juan Ossio (2010-2011) hasta Luis Peirano (2011-2013) y Alejandro Neyra (2020-2021). En promedio, sus funciones duraban de dos a tres años, algo impensable para los tiempos actuales. Todos tenían amplia capacidad y hay que reconocer que hicieron lo que pudieron porque nunca había el presupuesto necesario para abarcar todas las tareas asignadas. Si los comparamos con sucesores como Ciro Gálvez o el incontinente Alejandro Salas, veremos que los dislates de Castillo se incrementan exponencialmente en el campo cultural.

Muchos en este sector tenían esperanzas en él. Inclusive se formó una “COMISIÓN NACIONAL DE CULTURA PL (¿Perú Libre?)” teniendo como coordinadora a Leyla Moore y cuyos miembros eran Jorge Acosta, Francisco Andía, Piero Bustos, Jorge Delgado, Kiri Escobar, Javier Galarza y Herbert Rodríguez.
Durante la campaña de la segunda vuelta, el 2 de junio del 2021, un grupo de artistas e intelectuales convocó vía Meet a un “ENCUENTRO DE ARTISTAS Y GESTORES CULTURALES CON PEDRO CASTILLO” (https://meet.google.com/bdk-xdfv-vgi, código: bdk-xdfv-vgi). El programa era el siguiente: 1) Introducción de Leyla Moore. 2) Palabras del profesor (sic). 3) Saludo de invitados por regiones. Y 4) Intervenciones voluntarias.
Castillo los dejó con los crespos hechos. Nunca más he vuelto a escuchar de la comisión del partido de Cerrón.