Es muy común escuchar o leer como después de alguna acción polémica realizada por algún famoso, que la mayoría de las opiniones comienzan diciendo. “yo en su lugar, hubiera hecho tal o cual cosa” ¿En serio? ¿De verdad saben qué es ponerse en el lugar de una persona que, quien sabe, cuántos traumas carga desde su infancia? ¿De verdad, siquiera, intentan ponerse en sus zapatos? Lo dudo.
Para nadie es un secreto que la vida de Will Smith no siempre fue color de rosa. De niño vivió en un ambiente violento, en el que su padre agredía a su madre hasta hacerla escupir sangre, en su adolescencia, según su propia confesión pensó en el suicidio, luego vino una etapa de traumas sexuales y cuando, parecía que por fin había encontrado al amor de su vida: Jada Pinkett, ella contó públicamente que le había sido infiel con uno de los amigos de sus hijos y después decidieron aquello de que su relación sería abierta.
Ahora se dice que también Chris Rock (quien recibió la cachetada en plena ceremonia del Oscar), también habría tenido una relación con Jada, mientras hacían las voces de las películas de Madagascar, pero lo cierto es que no era la primera vez que el comediante australiano hacía bromas pesadas sobre ambos, a lo que Will siempre había respondido callando o haciendo con las manos el símbolo de paz.
Por supuesto nada justifica la violencia, pero quizás, conocer algo de su vida, puede ayudar a ENTENDER a aquellos que dicen “yo, en su lugar…”, que no tienen la menor idea de lo que es estar en el lugar de Will Smith, quien, obviamente, a pesar del dinero y la fama, no ha superado muchos de sus problemas sicológicos.
Basta escuchar lo que dijo, llorando a lágrima viva, cuando le tocó subir a recibir el Oscar que había ganado como mejor actor (el primero de su carrera), y saltando de un tema a otro, mencionando a Dios y al diablo, sin mucha coherencia, terminó afirmando que lo que había hecho era en nombre del amor. “El arte imita a la vida y yo al final parecía el padre loco como decían de Richard Williams, pero el amor te hace cometer locuras”. Y peor aún la parte en la que aseguraba algo así como recibía ‘mensajes’ que le llegaban de quien sabe dónde: “He recibido el llamado de amar a la gente y proteger a la gente y ser un río para mi gente…Mis lágrimas no son por haber ganado el Oscar, son lágrimas por ser capaz de arrojar luz sobre todas las personas, todo el elenco de King Williams”.
Cualquiera que vea un poquito más allá de lo evidente, vale decir, de la bofetada a Rock, se da cuenta de que este hombre no está bien, que necesita ayuda y que esa carga de ser ‘ejemplo’ para los demás, que la achacan a todo el que, por una u otra razón, llega a conseguir algún tipo de fama, no es tan fácil de manejar. Y es que los famosos no tienen por qué ser ejemplo de nada, son seres humanos como todos, con traumas, con defectos, con la incapacidad para lidiar con situaciones extremas (incluso el dinero), sin estar preparados para ello. Y cometen errores, claro que si, como tú, como yo, como todos, pero se les exige ser perfectos, no solo por fuera, sino también por dentro. Y eso es, simplemente, imposible.
¿Qué el mensaje que quedó después del penoso incidente, inédito en una ceremonia de esta categoría es malo? ¡Sin duda! Sobre todo porque hemos retrocedido décadas en lo que se refiere a igualdad de género y la idea de que las mujeres de hoy no necesitan que nadie las defienda (y menos a golpes), porque podemos hacerlo solas. Pero ese es un problema que los que manejan la Academia, que, aunque estén felices porque después de muchísimos años, la ceremonia de premios logró un alto rating, tendrán que evaluar a ver si, realmente, toman alguna medida, como lo han anunciado. Más me preocupa lo que Jaden, hijo de Will y Jada y también actor, tuiteó inmediatamente después de lo sucedido: “Así es como lo hacemos”, porque el significado de esa frase es el mismo de la palabra que sale al final de algunas series o películas: “Continuará…”