«2091” es una producción de ciencia ficción hecha por Fox Latinoamérica, que se desarrolla en un futuro no tan lejano –del que la serie toma su nombre– en el que el hombre lleva los recursos del planeta a un punto de agotamiento extremo y los habitantes se ven obligados a buscar alternativas para sobrevivir. A la escasez de recursos naturales se suma el desarrollo tecnológico que aleja al hombre del mundo real, al punto que los juegos virtuales son prohibidos para preservar la integridad del planeta.
Sin embargo, pese a la prohibición, un grupo de jugadores expertos tiene una oportunidad única para cambiar sus vidas, cuando la Corporación Neodimio los convoca clandestinamente para una competencia virtual tan épica como letal llamada ‘Reinicio’, en Calisto, una luna de Júpiter.
En esta serie, Salvador del Solar es Gorlero, un guerrero que se embarca en el primer juego experimental de Neodimio, siendo el ganador del mismo a bordo de la nave Moros en el año 2081 y en la segunda temporada, los jugadores deben enfrentar un dilema moral y ético que alcanza límites insospechados, porque nada ni nadie es lo que parece.
La trama de esa serie futurista parecía una alegoría a todo lo que se vivió en nuestro país esta semana: una sociedad en medio del caos provocado por la corrupción generalizada. La única forma de salir de él era haciendo un “reinicio”, tal como en la serie, volviendo a un punto cero. Esta vez, Salvador de Solar también fue un guerrero, quizás el más valiente y exactamente igual que en “2091” (ojo con que solo se invierten los últimos números y es “2019”), debió enfrentar también un dilema moral y ético.
Ningún peruano olvidará jamás la mañana de este lunes, cuando Salvador llegó al Congreso como Presidente del Consejo de Ministros para presentar la cuestión de confianza sobre el proceso de elección de magistrados del Tribunal Constitucional. No sabían de qué estaba hecho Salvador, así que, con la prepotencia de siempre, los miembros de la junta de portavoces le dijeron: “Te recibimos más tarde, ¿ya? Estamos ocupados en cosas más importantes para nosotros”, y arrancaron el Pleno para intentar elegir al caballazo a los integrantes del TC.
No tenían idea, a pesar de que el Primer Ministro ya había advertido que no se iba a quedar con los brazos cruzados, que él se iba a hacer respetar, así que haciendo uso de sus facultades de poder ingresar al hemiciclo en el momento que quisiera, se dirigió hacia él y entonces, fuimos testigos de la escena que no se vería ni en la ficción más alucinada; pare evitar que entre, cerraron las puertas del hemiciclo, no solo él no podía ingresar, sino que nadie podía salir. No sabían qué hacer, pero esa situación no podía durar mucho, así que finalmente, totalmente tranquilo, guardando la compostura, nuestro protagonista entró y en un discurso breve, pero contundente, exhortó a la representación nacional a frenar la elección de los miembros del TC para permitir que la ciudadanía conozca quiénes son los candidatos y cuál es la experiencia que presenta cada uno de ellos.
Salvador del Solar sabía desde el preciso momento en el que presentaba la cuestión de confianza que si no la aceptaban o la ignoraban (que fue lo que hicieron), tendría que renunciar, porque así son las reglas y así lo hizo, con la dignidad y el desprendimiento que las circunstancias ameritaban Se había jugado el todo por el todo, incluso sacrificando su cargo y su gabinete.
Pero como Gorlero, su personaje en “2091”, Salvador del Solar tiene que volver y esperamos que sea en el 2021 como candidato a la Presidencia del Perú, pues después de mucho tiempo tenemos a un político por quien sí da ganas de votar sin taparse la nariz y sin pensar en aquello de “el mal menor”. Este, qué duda cabe, ha sido su mejor papel.