Nuestro país es Macondo, pero no por mágico, sino por absurdo. La semana pasada, el Ministerio Público abrió investigación a Ricardo Mendoza y Norka Gaspar, conductores del programa de YouTube Complétala (no Hablando huevadas, como todos parecen creer), “por contravenir los derechos de las niñas, niños y adolescentes al realizar bromas y comentarios obscenos sobre un caso de violencia sexual en agravio de una menor de edad”.
Las bromas que hicieron son indefendibles, es verdad; pero también es cierto que eso pasa todos los días desde hace años en decenas de programas de radio (muchos de ellos conducidos por mujeres) y en muchos de televisión. Hasta ahora la mayoría no se da cuenta que los tiempos han cambiado y que el humor también TIENE que cambiar. No existe programa cómico que no se burle de los homosexuales, por ejemplo. Es un clásico y nadie hace nada.
Sin embargo, lo paradójico no está en que la gente haya reaccionado como lo hizo en las redes sociales y que eso haya llevado a que autoridades se pronuncien al respecto. Eso está perfecto, porque ya es hora de dejar de minimizar la indignación con palabras como ‘cojudigno’, como si indignarse fuera una estupidez. Lo que es realmente absurdo es que haya quienes piden cuatro años de cárcel para los comediantes, a pesar de que se disculparon y quitaron el video de su canal de YouTube y que nadie se movilice contra los ministros del actual gabinete involucrados en denuncias de violencia de género bajo el supuesto de ‘asuntos privados’. Ellos no solo no se disculpan, sino que gozan de una impunidad absoluta y son cobijados por el Primer Ministro y el mismísimo presidente de la República.
Pero vamos, si el linchamiento mediático a Ricardo Mendoza y Norka Gaspar, se convierten en el punto de partida para limpiar la casa, pues en buena hora, que se limpie y que se mida a todos con la misma vara. Hay, por ejemplo, varios programas de chismes que no solo acosan a muchas mujeres con el pretexto de que son ‘personajes públicos’, sino que las insultan, las humillan y las difaman y eso también es violencia de género.
Y ahí viene, de nuevo, el eterno tema: la libertad de expresión. Hasta qué punto los conductores, comediantes, o comunicadores en general, pueden cometer delitos, levantando la bandera de la libertad de expresión. Y no se trata de ir por ahí cerrando programas, sino de preguntarse por qué este tipo de violencia tiene tanto éxito en una sociedad como la nuestra, por qué tuvimos una Laura Bozzo, por qué hasta ahora tenemos una Magaly Medina, por qué un par de chicos como Ricardo Mendoza y Jorge Luna deciden hablar, literalmente, huevadas en sus shows, llenan teatros y sus redes tienen cada vez más seguidores. Es simple: porque nuestra sociedad se siente representada por ellos, porque se aburre de lo políticamente correcto que muchos practican de boca para afuera, pero siguen siendo tan machistas, homofóbicos y misóginos como siempre.
Estoy segura, que como ha pasado siempre, el escándalo pasará y las cosas seguirán igual, aunque tengo la esperanza de que los comediantes denunciados, si son inteligentes, habrán aprendido la lección. Igual antes de todo esto, en su show ya usaban una sirena a modo de alarma que suena cuando dicen algo inadecuado y en las pantallas aparece la frase: “Te excediste”. Yo confío en que ese sea un intento de autorregulación y no una forma de escandalizar más, porque justo en los momentos en los que suena la sirena, es cuando el público se ríe más y aplaude más. Así que no miremos solo a los escenarios ya las pantallas, volteemos también a las plateas, quizás allí está el problema.