Aunque la sexta y última temporada de House of Cards quedó marcada para siempre como la peor, cuando Netflix decidió despedir a Kevin Spacey, tras las acusaciones de
acoso sexual, quizás este sea el mejor momento para ver en maratón todas las temporadas que están completas en la plataforma y, entender así, un poco mejor, el sucio mundo de la política, aunque quizás, a estas alturas, después de todo lo que hemos visto en la última una semana ¡solo una semana! en nuestro país House of cards o Borgen, nos parezca un cuento de Disney.
La serie sigue a Frank Underwood y su camino a la presidencia de los EEUU, a costa de cualquier cosa. Nos lo dice desde la primera escena en la que evidencia su pragmatismo
despiadado matando, con sus propias manos, a un perro que agoniza. Mientras, explica a la cámara que hay momentos en que se necesita a alguien para hacer las cosas desagradables, pero necesarias.
Underwood, comienza como un congresista demócrata de Carolina del Sur y líder de minoría. Después de asegurar la elección del presidente de su partido y de ser traicionado por él, al negarle el nombramiento de Secretario de Estado que le prometió, comienza un plan de venganza, con el objetivo final de ganar poder para sí mismo, paso
a paso, poco a poco, en medio de intrigas, negociaciones y crímenes ¿Les suena conocido?
Él y su esposa Claire, conforman una pareja sin escrúpulos, capaz de todo, para conseguir el poder. Una de las frases célebres de Frank Underwood es: “Elegir el dinero en vez del poder es un error que casi todos cometen. Dinero es la gran mansión en Sarasota que empieza a caerse a pedazos después de diez años. Poder es el viejo edificio de roca que resiste por siglos. No puedo respetar a alguien que no entienda la diferencia”. De verdad, es un buen momento para ver esta serie. (Patricia Salinas)